Ciudad de México. Hace dos años, el Festival Iberoamericano de Cultura Musical, Vive Latino, terminaba sus dos jornadas bajo el espectro de una pandemia. La incertidumbre que imperaba en todas partes había impedido a algunas agrupaciones presentarse como se había previsto, y mucha gente terminó faltando debido al miedo y riesgo de contagio.
Las bandas estelares como Auténticos Decadentes, Cámilo Séptimo, La Gusana Ciega, Ágora y algunas propuestas como The Marías, Señores y Limp Bizkit encendieron los ánimos y la energía de los vivelatineros que acudieron al esperado regreso de los festivales en la CDMX.
De todas formas, asistentes, músicos y organizadores acababan de disfrutar de un fin de semana que probablemente no sería posible en mucho tiempo. El argentino Andrés Calamaro, encargado de uno de los últimos actos de dicho encuentro, advertía ya entonces una larga pausa, y combinaba al público a disfrutar de la música en vivo mientras fuera posible.
Este fin de semana, las condiciones han vuelto a permitir encuentros masivos, y el público del Vive Latino no ha dudado en volver a reunirse alrededor de la propuesta roquera que el festival ha hecho tradición en la Ciudad de México.
Pasado el mediodía las primeras bandas comienzan a llenar de sonido a cada uno de los cinco escenarios distribuídos a lo largo y ancho del Foro Sol. El público sin embargo todavía es poco, considerando la magnitud de las instalaciones. Incluso los espacios principales como el Escenario Indio reúnen pequeñas concentraciones de personas todavía.
Cerca de las cuatro de la tarde, las personas se acumulan principalmente en los corredores desde los que se observan los puestos de comida, las atracciones y los accesos a los escenarios. En su mayoría, el público, aunque todavía joven, parece pasar de los 25 años. En zonas como El Parque y las gradas se reúnen las familias, buscando un lugar desde que el ver y escuchar cómodamente, o un sitio dónde descansar.
La atmósfera del Vive, así como de otros entornos dedicados a la música, permite que la gente se sienta relajada y libre. En sus atuendos se ven los rasgos con los que se han caracterizado los seguidores del rock: las botas, las cadenas, los tatuajes, los lentes oscuros y las playeras de bandas abundan, pero también algún disfraz, peluches y banderas.
Para algunos, el hecho de que los festivales vuelvan a ser posibles es como volver a un tiempo anterior a la pandemia. Para entrar al Foro Sol esta vez no fue necesario ningún comprobante de vacunación, y las mascarillas van y vienen para dar paso a un trago de cerveza, una foto o acompañar la letra de una canción.
Los actos La Lupita, Camilo Séptimo, Conociendo Rusia, Javier Blake, Ágora y The Marías, que comienzan ya entrada la tarde, logran concentrar a un público que se desplaza todavía con tranquilidad por el festival. Alrededor del Escena Indio, la Batalla de Campeones enciende los ánimos. Al grupo de raperos que improvisa rimas para contestar ataques verbales, lo rodea una masa de personas que los acompaña moviendo un brazo al ritmo de la música.
El clima también se ha mostrado benévolo con el festival. Aunque en su mayoría el sábado ha sido soleado y caluroso, las nubes y el viento otorgan a la tarde un equilibrio a la temperatura. También muchos son los cuerpos de seguridad desplegados durante este Vive Latino, en los contornos de los escenarios se ven chalecos naranjas y verdes sin impedir al público beber cerveza, vociferar o celebrar a sus bandas favoritas.
Aunque la tarde arranca a ritmo lento, un protocolo no explícito mantiene la energía contenida, a la espera de los actos más esperados de la jornada. En la noche Los Auténticos Decadentes, Limp Bizkit, Julieta Venegas, Mogwai, Gary Clark Jr y La Maldita Vecindad, entre varios más, llevarán a los escenarios las canciones más esperadas por el público.
El Vive Latino concluirá su primer día después de la medianoche. Mientras tanto, las cabezas se mueven, los vasos se levantan y las voces se alzan.