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"Debemos aprender de las soluciones que dan a reclamos en otros sitios"

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El escritor expone que el "fervor sucursalero" y "el afán de novedad" se han querido contrarrestar con otro vicio, el "entusiasmo nacionalista". Foto Ángel Vargas
17 de marzo de 2022 09:41

Ciudad de México.En su libro Pensar a México: Entre otros reclamos, el filósofo Carlos Pereda ahonda en diversos temas en torno a las políticas de identidad mexicana o de lo mexicano y la no exclusión, y algunas de sus consecuencias enviciadas o vicios colo-niales, a los que él denomina el fervor sucursalero, el afán de noveda-des y el entusiasmo nacionalista.

Son tres ensayos en los que a partir de reflexiones de pensadores y escritores mexicanos de distintas épocas –entre ellos Ignacio Rodríguez Galván El Nigromante, Emilio Uranga, José Revueltas y Luis Villoro– desarrolla conceptos como la razón arrogante, la razón porosa y el pensamiento nómada, y, asimismo, aborda la violencia en México y el pleito entre costumbres y leyes.

A lo largo de estos trabajos he querido ver que los reclamos de los mexicanos de distintas clases sociales y de los que están excluidos son también reclamos en muchas partes de mundo y que debemos mirar lo nuestro, pero tenemos que aprender de cómo los solucionan en otros lugares, explica en entrevista el investigador emérito del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), nacido en Uruguay en 1944, naturalizado mexicano.

Preocupaciones obsesivas

“A pesar de que son ensayos escritos en diferentes tiempos, ciertos temas, como algunas obras musicales, son variaciones sobre aspectos que obsesivamente me preocupan. Un tema que los recorre a todos es una crítica a lo que llamo ‘razón arrogante’, la cual es un conjunto de prácticas particulares de razonar que desprecian o al menos desdeñan otras maneras de pensar y razonar”, precisa.

Para ejemplificar ese concepto, destaca que en la exclusión a los indígenas, las mujeres y los obreros lo que hay de fondo es un ejercicio de la razón arrogante. Como oposición a ese concepto, sitúa a la razón porosa, a la que define como el arte de la escucha, y al pensamiento nómada o la capacidad de no casarse con una sola forma de pensar o razonar.

Coeditado por la UNAM y Editorial Gedisa, el libro abre con un ensayo sobre la idea de los vicios coloniales, tema que Carlos Pereda considera interesante a partir de la falsa concepción de que el colonialismo se terminó porque, en sentido estricto, no hay ya colonias en el mundo.

Me parece un error, porque ciertos vicios coloniales, ciertos hábitos, son comunes en el mundo. En América Latina, por ejemplo, tenemos tres vicios constantes. Uno, al que llamo el fervor sucursalero, el intenso entusiasmo por cualquier novelería que hay en las que consideramos las casas centrales del pensamiento. De forma inmediata nos abocamos en inventar una franquicia en nuestra tierra, indica.

En un comienzo yo pensaba que esos vicios coloniales eran exclusivos de la filosofía y los planteé ante todo como vicios filosóficos, pero me di cuenta de que están por todas partes, que son maneras o hábitos de pensar la vida que van desde la política y la economía hasta la manera en que vestimos.

Otro vicio colonial es el afán de novedades, expresión retomada del filósofo español José Gaos, y uno más, el entusiasmo nacionalista, el cual es una forma de oponerse a los dos anteriores a partir de una acentuación de lo propio y asumir que sólo lo propio importa.

El propósito del segundo ensayo es mostrar la necesidad de disolver la oposición que se ha establecido en la historia intelectual mexicana entre universalismo abstracto y particularismos culturales.

En gran parte de la tradición mexicana lo que se ha hecho es disolver esa falsa oposición. Ignacio Ramírez es un caso muy interesante, porque él insiste en ese problema de la exclusión, el cual recorre el libro con énfasis en los indígenas, las mujeres y lo que llama jornaleros, los obreros, apunta.

“Es interesante que algo muy parecido, pero con un nivel de abstracción mayor o con una idea más tradicional de lo que es el lenguaje filosófico, está en Luis Villoro, quien habla de la experiencia de exclusión, la búsqueda de equiparación de los excluidos y las luchas por el reconocimiento.

Es decir, en toda esa corriente de pensamiento que en el libro quizá con un poco de audacia llamo republicanismo radical y el cual iría desde algunos autores de principios del siglo XVIII hasta pensadores del XXI, como Luis Villoro, el de la exclusión es un principio muy presente y que justamente porque nos sentimos excluidos se producen esos vicios coloniales.

Respecto del ensayo que cierra el libro, Carlos Pereda comenta que surgió a partir de la oposición entre Emilio Uranga y José Revueltas sobre la noción de el mexicano, pues mientras el primero le atribuye como rasgos particulares características que son comunes a todos los seres humanos, el segundo le replica a ese filósofo y en general a todo el grupo Hiperión que el mexicano, con el artículo, no existe, sino lo que hay es una cantidad enorme de mexicanas y mexicanos que tienen deseos, creencias y afectos muy diferentes. En ese mismo apartado, el autor demuestra que el tema de lo mexicano ha ocupado a gran cantidad de especialistas en diversas materias que lo han abordado desde diferentes puntos de vista, como el contraste entre las leyes y las costumbres.

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