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Rusia y Ucrania suspenden cuarta ronda de negociaciones para la paz

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Ucranios desplazados por la guerra descansan en el albergue temporal de la estación de trenes Gara de Nord, en Rumania. Foto Marco Peláez
14 de marzo de 2022 20:15

Rusia y Ucrania suspendieron este lunes su cuarta ronda de negociaciones, esta vez celebrada por videoconferencia –sobre la rendición de Ucrania, según los rusos, y un alto el fuego con garantías de seguridad a cambio de su neutralidad, conforme a los ucranios–, con el compromiso de reanudarla este martes.

De acuerdo con Mikhaylo Podolyak, vocero de la parte ucrania, el aplazamiento se debió a que es necesario “concretar algunas definiciones” y también “se requiere un trabajo adicional en los subgrupos”. Concluyó con una nota de optimismo: “Es sólo una pausa técnica. Las negociaciones continúan”.

Se habilitaron este lunes nuevos corredores humanitarios para que la población civil pueda abandonar las ciudades asediadas por las tropas rusas, por ejemplo uno que era indispensable desde Mariupol, donde las autoridades aseguran que, desde que comenzó la invasión, ya han muerto 2 mil 178 civiles y los 400 mil que quedan en la ciudad carecen de agua, alimentos y medicamentos.

Un convoy de 160 automóviles con civiles pudo salir del asesiado puerto de Mariupol, a donde llegó un cargamento ruso con 450 toneladas de medicamentos.

El panorama bélico apunta a que el ejército ucranio resiste en los accesos a las grandes ciudades, preparándose la población para iniciar una guerra de guerrillas, y el ejército ruso avanza de modo más lento del que podría pensarse. Pero el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, tiene una explicación: el presidente Vladimir Putin “ordenó abstenerse de tomar por asalto de inmediato las ciudades grandes, incluida Kiev”, dijo.

Bombardeo a un paso de la OTAN

Rusia considera que el centro de entrenamiento –con instructores extranjeros y que se usaba como una de las bases de la llamada Legión Extranjera, donde confluyen voluntarios y también mercenarios de muchos países–, destruido con 30 misiles, a pocos kilómetros de distancia de la frontera con Polonia, miembro de la OTAN, era un “objetivo legítimo”, por cuanto Estados Unidos y sus aliados continúan vendiendo armas al ejército ucranio.

Ciertamente, por poner un solo caso, Turquía en tan sólo los primeros dos meses de este año ha vendido 60 veces más armamento a Ucrania que en el mismo periodo de 2021, sobre todo drones, proyectiles “inteligentes”, rifles automáticos, chalecos antibalas y cascos.

El vicecanciller ruso, Aleksandr Grushko, declaró al canal de TV Rossiya-24 que no excluye que pueda haber “incidentes” entre Rusia y la OTAN por el suministro de armas a Ucrania. “Es algo que nos preocupa mucho, esta situación es muy peligrosa y no hay ninguna garantía de que no se produzcan incidentes”, subrayó.

Mercenarios de ambos lados

Entretanto, en Ucrania continúa la formación de la Legión Extranjera, que en palabras de su canciller, Dymitro Kuleba, estará formada por cerca de 20 mil combatientes que llegaron de 52 países. Imposible saber cuántos de éstos son realmente voluntarios, que viajaron hasta Ucrania por su cuenta y riesgo, y cuántos son mercenarios dispuestos a morir a cambio de un salario.

Al menos, es un hecho que las compañías militares privadas de muchos países ofrecen estos días en sus páginas web jugosos contratos, dependiendo de la experiencia de combate y las misiones que haya que cumplir. Por lo común, no se revela quién financia a los mercenarios, pero no resulta difícil imaginar que el dinero sale de Estados Unidos, ya sea de forma encubierta o a través de la ayuda concedida a Ucrania, al tiempo que la organización de la Legión recae en el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU, por sus siglas en ucranio).

Del otro lado, hacen lo mismo. Aparte de los 16 mil sirios y otros ciudadanos de Medio Oriente que el presidente ruso Vladimir Putin dijo al ministro de Defensa, Serguei Shoigu, que “hay que ayudar a trasladar a los campos de batalla si de manera voluntaria expresan el deseo de defender a la población civil de Donietsk y Lugansk”.

Pero asimismo en los chats de Internet que suelen frecuentar los militares rusos retirados –aunque la Constitución prohíbe el uso de mercenarios y se castiga con cárcel combatir por dinero–, se invita a “todo el que quiera comer salo (tocino curado en sal, que se asocia con algo que se come mucho en Ucrania)” a llamar a un número telefónico para inscribirse en la siguiente “excursión”.

Además, el líder checheno, Ramzan Kadyrov, presume en sus redes sociales locales, que los miembros de su guardia personal que están combatiendo en Ucrania “lograron hacerse con un importante depósito de armas, que abandonaron corriendo los ultranacionalistas neonazis”.

Polémica en torno a los objetivos civiles

En medio de la confusión que generan las declaraciones categóricas, de uno y otro lado, no se puede poner las manos sobre el fuego de una de las versiones que excluye a la otra. A la vez, la lógica ayuda a aclarar quién dice la verdad en cada caso concreto.

Un ejemplo de este lunes: Ucrania afirmó que Rusia bombardeó un edificio de viviendas en Kiev, imágenes que dieron la vuelta a una parte del mundo y que no pasó ningún canal de la televisión rusa. ¿Tenía algún sentido lanzar un misil contra ese edificio, para destruir los departamentos de familias que corrieron a los refugios subterráneos con la sirena de alarma?

Nadie ha querido responder esta pregunta simple. A unos les conviene que los países que los apoyan sigan creyendo que los rusos masacran a la población civil y los otros tampoco quieren que la gente que se informa sólo a través de su televisión vea un edificio en llamas en Kiev.

La respuesta, de manera involuntaria, quizás la dio Anton Gueraschenko, asesor del ministro del Interior de Ucrania, al publicar en sus redes sociales la noticia de que “nuestra defensa antiaérea logró interceptar un misil de crucero ruso, que accidentalmente cayó encima de un edificio en las afueras de Kiev”.

Y también Rusia informó que el centro de la ciudad de Donietsk, capital de una de las regiones separatistas, recibió hoy un impacto de un misil ucranio, que según la radio rusa causó 17 civiles muertos y los ucranios desmienten como provocación para culparlos de lo mismo que atribuyen a los rusos en su país.

Pero una de las mayores falacias propagandísticas de esta guerra es el reciente bombardeo ruso de una maternidad y un hospital infantil en Mariupol. La televisión rusa –única fuente oficial de información en Moscú– aseveró que se trató de un montaje de los ucranios, basándose en lo que afirma un canal anónimo de Internet, que decía que la maternidad estaba vacía y que una de las embarazadas era una conocida bloguera.

En una foto, la bloguera, Mariana Podgurskaya, embarazada de verdad, en efecto, está bajando las escaleras de la maternidad, pero la otra imagen de una embarazada herida, sangrando, que lamentablemente murió este lunes, igual que su feto, es otra persona.

Tras negarlo antes como “invento” de la propaganda ucrania, el canciller Serguei Lavrov confirmó que sí se atacó la maternidad porque “los neonazis” usaban a las ingresadas como “escudo humano” y, por lo mismo, era un “objetivo militar”, pero tanto él como el embajador ruso en la ONU, Vasili Nebenzia, pusieron en duda su versión al mencionar de qué maternidad y hospital se trataba.

Los que nombraron ellos, a juzgar por las fotos que difundieron los propios rusos, no son edificios que están juntos, sino corresponden a la maternidad número 1 y al hospital número 3, ubicados en diferentes sitios de Mariupol.

Sin dar la razón a unos y otros, salta a la vista que existe una diferencia entre los actuales gobernantes en Rusia y los que había en 1995, y eso con un presidente enfermo de alcoholismo, Boris Yeltsin: entonces, 150 guerrilleros chechenos, durante la primera guerra ruso-chechena, tomaron un hospital en la ciudad de Budionovsk, en Staprovol, para exigir un alto el fuego y negociar. Las autoridades rusas no lo pensaron dos veces y dieron prioridad a liberar a los rehenes. No mandaron tres misiles diciendo que el hospital estaba vacío o que lo usaban como “escudo humano”, aunque fuera cierto.

 

 

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