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Diálogo, si se cumplen las condiciones rusas: Putin

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Mujeres y niños tratan de abordar un tren rumbo a Leópolis, pues los hombres deben quedarse en Kiev para luchar en la guerra. Foto Ap
05 de marzo de 2022 10:17

Moscú. Rusia está abierta al diálogo con la parte ucrania, y con todos los que quieren la paz en Ucrania, a condición de que se cumplan todas las exigencias rusas. Se trata del estatus neutral y desnuclearizado de Ucrania con la obligatoria desmilitarización del país, así como la desnazificación del Estado ucranio, y el reconocimiento de la pertenencia de Crimea a Rusia y de la independencia de las regiones de Donietsk y Lugansk en sus fronteras administrativas, afirmó este viernes el presidente Vladimir Putin.

El titular del Kremlin espera que en la tercera ronda de negociaciones entre rusos y ucranios que los representantes de Kiev asuman una posición sensata y constructiva.

Así se lo dijo Putin, según un comunicado de su servicio de prensa, al canciller federal de Alemania, Olaf Scholz, quien lo llamó este viernes para expresar su preocupación por los intensos bombardeos del ejército ruso en numerosas ciudades ucranias, el creciente número de víctimas entre la población civil y el éxodo masivo de refugiados ucranios, mujeres y niños en primer término, conforme se filtró a los medios.

El mandatario ruso indicó que “durante esta operación especial los militares rusos toman todas las medidas para no afectar a la población civil y las ‘noticias’ sobre supuestos bombardeos de Kiev y otras grandes ciudades no son sino una burda mentira propagandística”.

Sostiene que cada vez vemos que aparecen (en Ucrania) mercenarios de terceros países, entre otros de Albania y Croacia, de Kosovo e incluso yihadistas con experiencia de combate en Siria, que ayudan a los neonazis a evitar que la gente salga de las zonas que controla el ejército ucranio. Puso de ejemplo indignante los cañonazos que aquellos lanzaron sobre la residencia de estudiantes extranjeros de la ciudad de Sumy.

En una palabra, de acuerdo con el ya citado comunicado, Putin sigue convencido de que sus tropas están cumpliendo una misión liberadora en Ucrania contra el régimen de Kiev que durante ocho años llevó a cabo el genocidio de los habitantes del Donbás y luchan contra las formaciones militares neonazis que cometen incontables crímenes de guerra y utilizan métodos terroristas al tomar posiciones en zonas residenciales, escudándose cínicamente en la población civil.

En espera de negociaciones

El jefe de los negociadores ucranios, Mikhailo Podolyak, anunció que el encuentro podría llevarse a cabo este sábado o el domingo, en territorio de Bielorrusia.

Estamos en permanente contacto con ellos (con la parte rusa), apenas tengamos noticia de que hay voluntad de seguir avanzando y podemos hablar de un alto el fuego, y percibimos que tenemos esa opción, salimos hacia allá en ese mismo momento, precisó el asesor del presidente Volodymir Zelensky.

Podolyak informó que ya está operando el grupo de trabajo que acordaron crear con representantes de Ucrania, Rusia y la Cruz Roja Internacional para definir la logística de la evacuación de las ciudades atacadas, así como para suministrar alimentos y medicamentos.

Entretanto, la ofensiva militar rusa continúa, avanzando más lentamente de lo que podría preverse por su superioridad en efectivos y armamento, dejando a su paso ciudades y poblados con calles semidesiertas, habitantes que escaparon a los horrores de la guerra o permanecen refugiados en los sótanos sin electricidad ni calefacción, edificios y casas en llamas o en ruinas.

Son algunos rasgos de la operación militar especial que los medios de comunicación bajo control del Kremlin –los otros tienen cada vez más dificultades para trabajar en Rusia, si es que no están clausurados– ignoran, limitándose a reportar los éxitos del ejército ruso.

También dedican espacio a endilgar a los neonazis algunas de las atrocidades, atribuidas en casi todo el mundo al ejército ruso, que escandalizan a muchos rusos, sobre todo de la generación mayor, cuya única fuente de información es la televisión pública.

El ministerio de Defensa ruso desmintió haber lanzado los misiles que cayeron a 100 metros de un reactor de la central atómica de Zaporiyia y dijo que el ataque lo perpetró el ejército ucranio para culpar a Rusia de querer provocar una catástrofe nuclear.

El canciller Serguei Lavrov reiteró que Rusia tiene conocimiento de que Estados Unidos estaba desarrollando armas biológicas en dos laboratorios militares de Ucrania, en Kiev y en Odesa.

No voy a revelar ningún secreto, pero tenemos información de que el Pentágono está muy preocupado por el destino de sus instalaciones químicas y biológicas en Ucrania, comentó Lavrov a un grupo de periodistas.

Añadió que el Pentágono construyó ahí dos laboratorios biológicos militares, donde hacía experimentos para crear patógenos. Y ahora está preocupado de que va a perder el control sobre éstos.

Consecuencias preliminares

Aunque con nueve días es prematuro hacer un balance del costo que tendrá para Rusia esta guerra, reviste interés conocer la opinión de Andrei Kortunov, director del Consejo Ruso de Asuntos Internacionales, quien sostiene que se está creando una nueva realidad europea, que va a depender de muchos factores en juego, entre otros, de cómo termine esta operación militar especial, del carácter y resultados del próximo tránsito político en Ucrania, de la fortaleza de la unidad antirrusa de Occidente, de la dinámica de la correlación de fuerzas en el mundo y del grado de gravedad ante cada una de las partes de los problemas globales.

Kortunov adelanta de forma preliminar siete consecuencias, que se están perfilando, y resumidas son:

La primera es que Rusia arrebató de manera involuntaria a China el papel de principal malvado internacional y rival de Occidente, aunque por supuesto Washington y sus aliados europeos “seguirán conteniendo las ambiciones de política exterior de Pekín, si bien dejaron de ser prioridad y se mantienen en segundo plano.

En segundo lugar, Moscú se quedó prácticamente sin aliados en Occidente. Si después de 2014 (año de la anexión de Crimea) en Europa había fuerzas considerables que instaban a considerar los intereses de Rusia, ahora hasta la líder de la ultraderecha francesa, Marine Le Pen, o el presidente de la República Checa, Milos Zeman, coinciden en condenar las acciones de Moscú, al tiempo que el consenso antirruso en Estados Unidos nunca había sido tan fuerte en lo que va de siglo.

La tercera consecuencia es que Rusia tendrá que acostumbrarse a una inevitable pausa, y probablemente muy extendida, en el diálogo político al máximo nivel. No veremos una larga fila de presidentes y cancilleres esperando turno para ser recibidos en el Kremlin. Las visitas previas que hubo hay que inscribirlas en las fallas de nuestra política exterior: la parte rusa no fue capaz de convencer que tenía razón en nada y no se pudo alcanzar una fórmula de compromiso diplomática y política.

En cuarto lugar, Moscú tendrá que afrontar una carrera armamentista larga y extenuante. En las condiciones actuales es poco probable que se pueda volver a hablar de una moratoria a la expansión de la OTAN o de otra modalidad de dar garantías vinculantes de seguridad a Rusia.

La quinta consecuencia es que Rusia se convierte en objeto permanente y número uno de las sanciones económicas de Occidente y, aunque a éste le llevará tiempo desprenderse de su cierta dependencia de los suministros energéticos y de otras materias primas rusas, es evidente que emprendió ya los primeros pasos en ese sentido.

En sexto lugar, Rusia será alejada de las cadenas tecnológicas que existen o se están configurando, que determinan el paso de la economía mundial a un nuevo orden tecnológico.

Y, por último, seremos testigos de la lucha de Rusia y Occidente por ganarse la mente y el corazón de las personas en el resto del mundo, sobre todo en los países del sur global. Se buscará aislar a Rusia en el ámbito internacional para dificultar sus posibilidades de diversificar sus contactos políticos y económicos, y compensar aunque sea de alguna manera el costo de haber roto con Occidente.

Kortunov considera que el sistema político y económico de Rusia, en el último cuarto de siglo, ha demostrado un alto grado de estabilidad y resistencia, y concluye: Pero con desafíos de esta magnitud, como la actual crisis, la Rusia de Vladimir Putin nunca se había enfrentado.

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