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Daniel Saldaña imagina un fin del mundo de epidemias que nos ponen a danzar

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El novelista cuenta en entrevista que leyó sobre las coreomanías, epidemias de danza que ocurrieron en la Edad Media en diferentes ciudades: de pronto alguien empezaba a bailar, otros se contagiaban y luego de un tiempo algunas personas morían tras llegar a su límite físico. Foto Andrea Tejeda K
01 de marzo de 2022 12:00

La novela El baile y el incendio (Anagrama) imagina un final del mundo mucho más divertido, donde al menos pudiéramos sacudirnos un poco y las epidemias nos llevaran a habitar las calles y a encontrarnos con otros, explica su autor, Daniel Saldaña París.

El escritor dice a La Jornada que su título más reciente –finalista del Premio Herralde de Novela–, que se presentará mañana, se trata de una toma de postura bastante pesimista frente al mundo, pero que enarbola una reivindicación de la importancia del cuerpo.

La pandemia de covid-19, añade Daniel Saldaña (CDMX, 1984), nos aisló y aquietó mucho; pasamos muchas horas sentados frente a la computadora, encerrados en nuestras casas; se perdió el tránsito por el espacio público y la movilidad del cuerpo.

En contraste, la novela es una especie de bitácora de la coreógrafa Natalia, en la que se mezcla su vida personal y una investigación para una pieza de danza que va a montar, vinculada con histerias colectivas, estados alterados de conciencia, fenómenos paranormales de éxtasis o posesión demoniaca, en que el cuerpo no responde a la voluntad, sino a otros dictados.

Crisis social y climática

Durante un par de años, refiere el novelista, leyó sobre una serie de epidemias de danza que ocurrieron en la Edad Media en diferentes ciudades, donde de pronto alguien empezaba a bailar, otras personas se contagiaban y después de un tiempo algunas morían tras llegar a su límite físico.

La novela contiene una lectura sobre la crisis climática, pues el entorno es la ciudad de Cuernavaca, rodeada de incendios y llena de humo. “Esos incendios están muy relacionados con asuntos sociales. La sequías y la crisis climática no vienen de la nada. Cuando estaba leyendo sobre las coreomanías, estas epidemias de danza de la Edad Media, encontré que muchas sucedieron durante periodos de sequía y escasez de alimentos.

Había una crisis social y una climática que iban de la mano, y eso detonaba una especie de locura colectiva o de crisis colectiva en la población; entonces, me interesó hacer ese paralelismo medio apocalíptico con la Edad Media, expresa el narrador.

Señala que mientras escribía la narración irrumpió la pandemia y se filtró en el tono del libro la desolación, el pesimismo de ese momento, cuando aún no había vacuna; estaba muriendo muchísima gente y el futuro parecía muy incierto.

El también traductor menciona que en esa narración, en la que trabajó durante varios años, “me interesaba hablar del proceso creativo, coreográfico, en el caso de la protagonista, pero que es extrapolable a mi labor de escritor: esta especie de paranoia del significado que implica que todo se relacione con lo que estás haciendo o la sensación de que lo que te pasa puede alimentar al libro o, en su caso, al baile.

Eso me permitió integrar todos esos universos que van de la botánica a la historia, y a la historia del arte; que confluyeran de manera natural. Para mí, escribir es ponerse en percepción, donde empiezas a encontrar vínculos entre cosas que aparentemente no están relacionadas. Esa capacidad de tejer elementos distantes tiene mucho que ver con el arte y el proceso creativo.

El mundo desde otros ojos

En El baile y el incendio, cuenta Daniel Saldaña quería contar la historia desde diferentes puntos de vista, primero a través de Natalia y luego de dos personajes hombres. “Algo que había trabajado un libro anterior es la diferencia de cómo se nombran los hombres y las mujeres dentro de la obra. Aquí aparece uno que se apellida Argoitia; un apodo, que es Conejo, y una inicial, Erre.

La única que tiene el nombre completo es Natalia. Ella es la voz central del libro, en el sentido de que sus intereses recorren toda la novela: la danza, las epidemias de baile y las propiedades terapéuticas del arte.

Destaca que lo interpela ver el mundo desde los ojos de alguien distinto a mí, experimentar con eso y con verlo desde los ojos de una mujer, de alguien más centrado en el trabajo del cuerpo, hablar de diferentes formas de posesión corporal. Empieza con la danza y el éxtasis, pero luego avanza hacia el dolor, que sería otra forma de sentir el cuerpo arrebatado por algo.

La novela El baile y el incendio se presenta mañana a las 19 horas, en la librería Gandhi Mauricio Achar (Miguel Ángel de Quevedo 121, colonia Chimalistac).

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