Ciudad de México. La invasión a Ucrania por parte de Rusia debe ser condenada; no hay forma de justificarla. No obstante, la convocatoria al diálogo y la realización de un primer acercamiento es una buena señal y se debe seguir apostando a la diplomacia multilateral, coincidieron Alejandro Chanona Burguete y Carlos Ballesteros Pérez, académicos del Centro de Relaciones Internacionales, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
En la mesa de debate sobre el Conflicto en Ucrania, Chanona Burguete dijo que los significados de esta crisis y la guerra injusta implican el tema político, porque Vladimir Putin, presidente de Rusia, tiene un proyecto que va más allá de la seguridad regional y con el cual pretende alzar a su país como una potencia capaz de contrapesar a occidente y, en particular, a Estados Unidos, específicamente en materia militar.
El mandatario, añadió, invita a valorar si estamos frente al nacimiento de un nuevo balance de poder; siempre estuvo convencido de la invasión, bajo el planteamiento del interés nacional de su país. “Creo que hay un dejo de sentir que Ucrania les pertenece, y proyecta una visión al margen del Derecho Internacional y de la diplomacia”.
Ante ese escenario, sostuvo, China ha sido prudente al tratar de no descalificar, pero tampoco de dar su apoyo decidido a Putin; el gigante asiático es un gran jugador en esta nueva balanza de poder y el futuro de las armas nucleares.
“Todo indicaría que el presidente ruso no va a descansar hasta derrocar al gobierno de Zelenski; no concibe la posibilidad de que Ucrania se sume a la Unión Europea ni que sea parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte”, añadió.
No estamos ante una nueva Guerra Fría, continuó, pero sí frente a una crisis de las instituciones internacionales liberales que no han podido traer a la mesa de negociación a Putin.
Para Ballesteros Pérez la situación que se vive en Ucrania es delicada y trágica, “algo que nadie quería ver”, y más que un error del presidente ruso, es un crimen. “Vemos no sólo un movimiento militar, sino un cambio mayor que corresponde a la evolución del sistema internacional contemporáneo”.
Se trata del regreso de la política de las grandes potencias, donde Rusia plantea retos mayores en materia de geopolítica y de la capacidad institucional para hacer frente a la crisis representada por esta invasión. Se ha establecido una especie de triángulo del cual forman parte Estados Unidos, como potencia principal; Rusia, como regional y militar; y China, global emergente.
Ya ha habido un esbozo de negociación, un primer acercamiento entre las partes, para buscar a través del diálogo una salida al conflicto, interesante porque el planteamiento original de Vladimir Putin era que solo la habría si el ejército ucraniano abandonaba las armas. “A cinco días, ya hay un punto de encuentro para establecer pautas de solución para este conflicto”; el encuentro podría favorecer un cambio en su trayectoria.
Al hacer uso de la palabra, Adán Rodríguez Pérez apuntó que la conflagración no es únicamente entre esas dos naciones, sino mediático, y en las visiones de occidente y Rusia. El mandatario ruso expuso una serie de puntos para justificar su estrategia, en los cuales se fundamenta una cuestión histórica: Ucrania constituye un punto de su identidad.