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Hallan en la Vía Láctea una estrella azul 50 veces más grande que el Sol

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La supergigante azul fue descubierta por investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Foto IAC
25 de febrero de 2022 09:36

Madrid. Una de las estrellas más masivas y luminosas de la Vía Láctea –una supergigante azul con una masa 50 veces mayor y radio 40 veces el del Sol– fue descubierta tras una densa nube de gas y polvo.

Denominada 2MASS J20395358+4222505, su luminosidad se acerca al millón de veces la de nuestro astro. Sin embargo, lo más desconcertante para los investigadores es una variación en su velocidad de 60 kilómetros por segundo, sorprendentemente elevada para sus dimensiones.

El objeto, que ya formaba parte de diferentes catálogos astronómicos, ha podido ser observado con gran precisión y detalle gracias al instrumento Megara, instalado en el Gran Telescopio Canarias (GTC o Grantecan). El estudio se publica en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.

Casi desconocida

La estrella 2MASS J20395358+4222505 está situada cerca del corazón de la región de formación estelar masiva más cercana, Cygnus-X, a unos 5 mil 700 años luz de la Tierra. Sin embargo, es un cuerpo estelar desconocido. La razón de su casi anonimato es que se encuentra detrás de densas nubes de gas y polvo que reducen su luz visible casi 10 mil veces antes de alcanzarnos. De este modo, la que sería intrínsecamente una estrella de magnitud 4, perceptible a simple vista (el ojo alcanza hasta una magnitud 6) es apenas una entrada más en los catálogos, un cuerpo de magnitud 14 (en astronomía, cuanto más brillante es una estrella menor es su magnitud).

Por sus características peculiares, J20395358+4222505 fue observada durante la puesta a punto del espectrógrafo multiobjeto Megara tras su instalación en el GTC, ubicado en el Observatorio del Roque de los Muchachos (Garafía, La Palma). El resultado ha sido triplemente revelador para los investigadores.

En fase final

En primer lugar, la estrella ha resultado ser una potente supergigante azul. Dado que su luminosidad se acerca al millón de veces la del Sol, es una de las estrellas más masivas y luminosas de la Vía Láctea. En segundo lugar, se encuentra en una rara fase de evolución, acercándose al final de su vida en la secuencia principal (donde las estrellas pasan 90 por ciento de su vida) y a punto de sufrir cambios importantes que la transformarán. Los investigadores creen que, probablemente, pasará a ser una hipergigante azul, de las cuales se conocen muy pocas en la Vía Láctea.

La tercera sorpresa, la más inesperada, es que parece variar extraordinariamente su velocidad. Dos observaciones realizadas en días consecutivos muestran un cambio de velocidad hasta de 60 kilómetros por segundo. Que sea tan elevada en una estrella de masa tan grande implica una influencia gravitatoria enorme que la obliga a desplazarse tan rápidamente. Los investigadores barajan dos posibles explicaciones: una estrella comparable o un objeto compacto (estrella de neutrones o agujero negro) como compañeros en un sistema binario. Sin embargo, en las observaciones no se advierte ningún signo de estrella compañera, lo que reduce aún más las opciones. Si se tratara de un objeto compacto, la estrella progenitora debería haber sido una de las de mayor masa de nuestra galaxia.

Por el momento, ya hemos descubierto que se trata de un coloso azul escondido tras una muralla de gas y polvo interestelar, astronómicamente, en el jardín de nuestra casa, explica en un comunicado Artemio Herrero, catedrático de la Universidad de La Laguna (ULL) e investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) que ha dirigido el estudio.

Nuevas observaciones son necesarias para desentrañar la verdadera naturaleza de J20395358+4222505, cuya historia, tanto hacia el pasado como hacia el futuro, lo ubicará como uno de los objetos más peculiares de la galaxia, añade Sara Rodríguez Berlanas, investigadora de la Universidad de Alicante, que fue doctoranda en el IAC/ULL, y coautora del artículo. Las nuevas observaciones deberán confirmar los cambios de velocidad y permitir que se determine una posible órbita.

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