Las actividades humanas, como la pesca industrial, las colisiones con barcos, la contaminación química, plástica y acústica, la pérdida de hábitat y el cambio climático amenazan a 845 ejemplares de ballenas migratorias, señala el informe Protegiendo los corredores azules, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), en el que por primera vez se visualizan las rutas de este mamífero.
La amenaza más mortal es cuando se enredan en artes de pesca abandonadas, conocidas también como redes fantasmas, las cuales matan a unas 300 mil ballenas, delfines y marsopas cada año desde el Ártico hasta la Antártida. El 86 por ciento de las ballenas francas identificadas se han enredado en artes de pesca al menos una vez en su vida.
El informe hace un análisis colaborativo de 30 años de datos científicos aportados por más de 50 grupos de investigación, con científicos marinos de la Universidad Estatal de Oregon, la Universidad de California en Santa Cruz, la Universidad de Southampton, entre otros. Eduardo Nájera, Coordinador de Paisajes Marinos de WWF México, sostuvo que el reporte mapea 845 rastros migratorios de ballenas a partir de 30 años de datos científicos.
El reporte indica que como resultado de los peligros que enfrentan las ballenas, seis de las 13 grandes especies de ballenas están clasificadas como vulnerables o en peligro por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), incluso después de décadas de protección de la caza comercial.
Entre las poblaciones de mayor riesgo se encuentra la ballena franca del Atlántico norte, una especie que migra entre Canadá y Estados Unidos y está en peligro crítico de extinción al ubicarse en su punto más bajo en 20 años, con solo 336 individuos, indica.