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Susana Harp, por la defensa de indígenas y afromexicanos

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La senadora y aspirante a la candidatura de Morena por Oaxaca plantea que un gobierno “debe estar basada en la escucha, la colaboración y la construcción comunitaria”. Foto cortesía de Susana Harp
16 de febrero de 2022 09:03

Los derechos de las comunidades afromexicanas y de los migrantes, la defensa de los pueblos ante el plagio de sus elementos culturales, la lucha por un desarrollo ecológico sustentable y, ahora, el reconocimiento, protección y respeto a quienes poseen saberes de la medicina tradicional, como las parteras, son los temas principales que durante tres años y medio ha impulsado Susana Harp Iturribarría como senadora por Oaxaca, su estado natal.

Uno de los logros más relevantes de la legisladora ha sido la aprobación, en noviembre, de la Ley General de Salvaguardia de los Elementos de la Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanos, la primera de su tipo en el mundo.

Se trata de una legislación fuerte, robusta, que tiene dientes, san-ciones, para que los pueblos se defiendan, tanto poniendo una queja ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor (Indautor), como penalmente, en casos de plagio, situación que antes, debido a la carencia de esa normativa, era legal, aunque no fuera ético, explicó la senadora en entrevista con La Jornada.

“También se trata de toda una provocación amorosa para decirle a las comunidades: ‘recuerden quiénes son’, porque tienen que hacer un ejercicio interno para definir cuáles son sus elementos culturales a salvaguardar.

“Todo mundo creía que sólo estábamos hablando de huipiles, pero cuando decimos ‘elementos culturales’ nos referimos a todo; por ejemplo, a la cocina, a la herbolaria, donde ha sido brutal el despojo por parte de algunas farmacéuticas. Es todo un mundo de atropellos que por siglos se han vivido. La puerta de entrada fueron los textiles, pero ahora todo lo que los pueblos indígenas y afromexicanos reconozcan como elementos propios ya está protegido por la nueva ley.

Muchas personas me decían que era prácticamente imposible legislar sobre derecho colectivo, por lo complejo de la materia. Pero decidí que valía la pena intentarlo, aunque luego tuviéramos que reconocer que había carencias o espacios que se quedaron vacíos. No importa, ¿quién dijo que la ley tenía que ser perfecta desde el principio? Es un laboratorio porque se trata de la primera en el mundo sobre patrimonio colectivo, y lo mejor que ha pasado es que se la están apropiando las comunidades. Si no hacemos eso los ciudadanos, no sirve de nada, y si algo no funciona, lo cambiaremos.

Toda esta labor, detalló la legisladora por Morena, es una continuación del trabajo comunitario que inició en 1997, cuando fundó la asociación civil Xquenda.

Después, al poner una pausa en su carrera como cantante para dedicarse a la política, Harp tuvo una enorme oportunidad para no quedarse con una hermosa metáfora en el escenario, desde donde podía motivar y provocar, pero estar en tribuna en el Senado visibiliza lo que antes intenté desde otros foros; mis causas siguen siendo las mismas.

Fascinación por Oaxaca

Recordó que a los 16 años vivió un parteaguas en su vida cuando se adentró en las comunidades de Oaxaca, pues “antes vivía en una ciudad de la que ni siquiera tenía conciencia si era grande o pequeña con respecto al país, donde sólo miraba la fascinación de los extranjeros por mi estado. Pero no con-ocía más.

“Comencé a entender dónde había nacido cuando descubrí la raíz pro-funda y comencé a vivirla de una manera diferente; fue un gran asom-bro darme cuenta dónde me había tocado nacer, siempre muy agradecida por toparme con este regalo.

“Por supuesto, a los 16 años uno cree que va a salvar a la patria, pero luego me di cuenta de que todo el tiempo que estuve trabajando con las comunidades más bien la patria me salvó a mí. Oaxaca me enriqueció, me ubicó y definió muchas cosas en mi vida.

Estudié sicología; me encanta mi carrera, hice una especialidad en gestalt y otra en programación neurolingüística, pero la música siempre estuvo presente y la viví, junto con la cultura, como un espacio para poder visibilizar y gozar quienes somos, porque estas raíces y esta iden-tidad sólo van a perdurar si día a día las hacemos nuestras.

Durante 2006 y 2007, Susana Harp (Oaxaca, 1968) se dedicó a recopilar canciones afromexicanas para un disco. Organizó el festival Santa Negritud: La Raíz Olvidada y participó activamente para que en los festejos por el Bicentenario (2010) estuvieran presentes los afromexicanos, porque los organizadores no los incluían. También padeció en carne propia el racismo hacia ese sector cuando al preparar un concierto de música afromexicana recibió mensajes anónimos. No queremos que traigas negros, le decían; incluso hubo una amenaza de bomba para sabotear su recital en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, en la capital del país.

Al llegar al Senado, ya como legisladora y presidenta de la Comisión de Cultura, logró en 2019 lo que sus antecesores no habían podido concretar: una reforma constitucional (al artículo segundo de la Carta Magna) para dar el reconocimiento a los pueblos y comunidades afromexicanos.

“No fue una bandera política que emergiera de fuera, fueron las ganas de las propias comunidades de organizarse para buscar un espacio mucho más claro y más digno. Si bien la historia de los pueblos afromexicanos es diferente a la de los indígenas, ahora ambos están a la par constitucionalmente.

“Si tomamos en cuenta que México se fundó en 1821, ellos también son pueblos originarios, porque ya llevaban 300 años aquí, no por su propia voluntad. Y no por haber perdido su lengua materna no son una cultura viva en este país.

“Tienen una manera de ser, de pensar, creencias, cosmovisión, cantan, bailan, cocinan de una manera particular. Lo único que no tienen es una lengua prehispánica común y por eso incluso los antropólogos los olvidan y dejan de lado cuando se habla de culturas ‘originarias’ de México; cuando se da la abolición de la esclavitud en nuestro país desaparecen de la historia, no los vuelven a contar ni a visibilizar. ¿Cuándo nos dijeron que Morelos y Guerrero eran afromexicanos? Nunca”, concluye la senadora que en 2019, en el contexto del debate en las cámaras del Congreso por establecer el reconocimiento constitucional a los pueblos afromexicanos, impulsó la edición del libro Afroméxico, que presenta fotos y análisis de varios expertos sobre el tema.

Los detalles sobre el trabajo legislativo de la senadora Harp se pueden consultar en https://www.susanaharp.org

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