Ciudad de México. El rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, recibió hoy el grado de doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP). Ante la comunidad de esa casa de estudios, consideró que entre los nuevos desafíos de las universidades públicas y autónomas están: vivir en un mundo “profundamente desigual y con injusticias sociales insostenibles, y padecer una economía globalizada que ha afectado intereses nacionales y ha propiciado nacionalismos exacerbados, populismo e intolerancias de toda índole”.
También, expuso, las instituciones educativas se enfrentan a la impostergable necesidad de igualdad de género y la erradicación total de la violencia, principalmente hacia las mujeres, así como la demanda creciente de educación.
Asimismo, dijo, se requiere hacer frente a un mercado laboral incierto, con precarización del salario y que demanda competencias técnicas específicas, sin que por ello se deje de impartir una educación con sentido humano, integral y de dimensión universal. Al igual que, “está la amenaza de proporciones civilizatorias que representa el cambio climático”.
Frente a ello, Graue Wiechers enfatizó, hay certezas que deben guiar el actuar de estas instituciones como es formar jóvenes independientes para que se desarrollen en un mundo tolerante, diverso, sustentable y en permanente cambio; con capacidad de indignación ante las injusticias y la inequidad y comprometidos con los derechos fundamentales.
En sesión extraordinaria del Consejo Directivo Universitario de la UASLP, en la que participaron el secretario General de esa casa de estudios, Federico Garza Herrera; la presidenta del Jurado de Honor, Sara Ladrón de Guevara González; e integrantes de la Junta Suprema de Gobierno, el rector de la UNAM señaló que las universidades públicas y autónomas se han transformado constantemente, por efecto del tiempo, frente a sí mismas y a la sociedad en la que están arraigadas.
Gracias a esta capacidad de adaptación y de reformularse es que persisten como un actor fundamental en el andamiaje político, económico, social y cultural de las distintas naciones y regiones, mencionó.
Destacó que la autonomía no solo se trata de autodeterminación y autogestión, sino de un ejercicio de libertad, de compromiso social con los tiempos que viven, de generar conocimientos y formar profesionistas y ciudadanos informados, que transformen a la sociedad.
“Porque es la sociedad la que se beneficia de la autonomía al permitir que, ajena a intereses externos, la universidad eduque para transformar; investigue para modificar la realidad y disperse los conocimientos para desarrollar al país y a su entorno social. Por eso, la educación y la autonomía universitaria son bienes públicos, de los cuales la sociedad obtiene los beneficios intelectuales necesarios para su permanente movilidad, progreso y evolución”, expresó.
En ese sentido, subrayó que el respeto constitucional de la autonomía universitaria es un elemento crucial para mantener el equilibrio respetuoso, colaborativo e independiente entre la Universidad y el Estado.
En el caso de la UNAM, dijo, se ha redefinido no sólo como una postura frente al Estado, sino como un crisol de diversas expresiones políticas, en donde la pluralidad ideológica y el sentido crítico e independiente de los universitarios se manifiesta para poder transformar más allá del efímero presente.
Tras recibir el grado de doctor honoris causa, aseveró que en la universidad pública “creemos en una educación popular, sin distinción de clases, género, preferencias o ideologías. Una educación de calidad humana, incluyente, crítica, libre, reflexiva y propositiva”.
También, afirmó que “estamos convencidos de que la educación pública es un bien social y su financiamiento, oportuno y suficiente, es una obligación del Estado. Por supuesto que nos comprometemos con la autogestión independiente con compromiso social, transparencia y rendición de cuentas de cara a la sociedad”.