Ciudad de México. hora le tocó a Cristina Urrutia entrar al círculo de los notables editores mexicanos con el Homenaje al Mérito Editorial, que le concedió la edición más reciente de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
Urrutia se une a las grandes figuras de la impresión y la difusión de la cultura de nuestro país que han obtenido ese codiciado reconocimiento: Arnaldo Orfila Reynal (1993), Joaquín Díez-Canedo (1994), Neus Espresate (1995), Jack McClelland,(1996), Kuki Miller y Daniel Divinsky (1997), Jesús de Polanco (1998), Beatriz de Moura (1999) y muchos más que han destacado desde hace años, como el francés Antoine Gallimard, quien viajó a México para recibirlo entre aplausos porque ha publicado a los más destacados mexicanos, entre ellos, Octavio Paz y Carlos Fuentes.
Cristina Urrutia, licenciada en sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), decidió dedicarse a los libros para niños, y en 1993 fundó Ediciones Tecolote. Tanto ella como su esposo, Alberto Stebelski, son apasionados de la niñez mexicana, y se han abocado a conocerlos y a querer a los que tienen pocas posibilidades. Ponen en sus manos libros espléndidos, y el Museo Quai Branly de París reconoció el gran trabajo y la generosidad de Ediciones Tecolote.
Desde el principio, Cristina se preocupó por el desarraigo cultural de muchos jóvenes mexicanos desfavorecidos y el incremento de la violencia, los malos hábitos alimenticios y la falta de valores y de civismo. Por eso, en 2021 recibió, durante la FIL Guadalajara, el Homenaje al Mérito Editorial. Cristina y sus Ediciones Tecolote son puntales de la literatura infantil y juvenil de México.
–¿Cómo te hiciste editora, Cristina?
–Como madre de familia, constaté la inexistencia de libros para niños que en mi país recrearan el entorno mexicano. Quizá por la aparición del libro de texto gratuito, las editoriales privadas habían perdido interés en producir literatura para los más jóvenes. Hace 40 años, la literatura infantil en México era muy precaria. Se limitaba a títulos importados y costosos, como las obras de Walt Disney, o a unos cuantos libros europeos, sobre todo españoles, cuyo precio era inaccesible a la gran mayoría.
“Esto me llevó a colaborar con Isabel Lasa, entonces directora de Editorial Patria, quien aceptó hacer una serie de títulos ilustrados por artesanos y pintores mexicanos en la colección Piñata. Tristemente, esta propuesta fue demasiado innovadora para la época, porque en México no se apreciaban las artes populares, no había ningún interés por conocer ‘lo nuestro’. La colección Piñatas sólo se vendió en Estados Unidos; ahí encontró un mercado propicio. ¡Qué sorpresa!”
–¿Eso te desanimó?
–No, porque me apasioné por los libros para niños. Fundé con Krystyna Libura y Claudia Burr, Ediciones Tecolote. Con entusiasmo, pero poca experiencia y pocos medios, nos dirigimos a niños y jóvenes, y, ¿por qué no? a los no tan jóvenes. Quisimos humanizar a los héroes que todos estudiamos, quitarles lo acartonado y entrevistamos a sus herederos y a jóvenes y niños para conocer sus opiniones. Recogimos recuerdos, inscripciones, imágenes e historias familiares con el fin de mostrar a nuestros héroes no como dioses, sino con sus fallas y titubeos, y así evitamos convertirlos en ídolos de cartón.
–¿Los acercaron a los niños y a los jóvenes?
–Nuestro propósito fue enseñarles la complejidad de la historia (sin aburrirlos) para hacerlos más críticos. Creamos nuestras colecciones Ecos de la Historia y Ya Verás.
“En una de nuestras primeras aventuras, en la colección Ya Verás, sacamos a doña Josefa de su billete de cinco pesos y la echamos a volar para presentar algunos episodios de la Independencia. También sacamos a Maximiliano y a Carlota al Castillo de Chapultepec, a manera de fantasmas, y la emperatriz nos compartió su angustia, reflejada en sus cartas a la esposa de Napoleón. Mostramos el lado amable de Benito Juárez en sus misivas a doña Margarita Maza, quien huyó con sus hijos en una carroza a Estados Unidos.
“Una de las mayores satisfacciones de mi vida profesional ha sido confirmar el impacto que puede tener un libro.
“En la colección Ya Verás, nunca olvidaré la entrega de libros sobre Cinco de Mayo, en San Miguel Tlaixpan. Un viejito que llevaba a su madre en una carretilla se sorprendió al ver su propia imagen en el libro y abrazó a su mamá del puro gusto.
Para nuestra gran sorpresa el gobierno compró la colección Ya Verás, mediante el Programa de Bibliotecas Escolares y de Aula, y del Consejo Nacional de Fomento Educativo. Más de un millón de libros de esta colección circulan en escuelas y bibliotecas. Evidencian una historia más crítica, distinta a la acartonada historia oficial, donde los héroes, bajados de sus pedestales, se vuelven humanos. Posteriormente, 3 millones de ejemplares de otras temáticas también formarían parte de este programa.
–Por tanto, Cristina, has logrado lo que querías.
–Mis expectativas fueron rebasadas; me emociona saber que nuestros libros están ahora en los lugares más recónditos de México, cuyos habitantes seguramente nunca han entrado a una librería.
–¿Crees que gracias a Ediciones Tecolote ahora hay más libros para niños?
–Hoy día el panorama de la literatura infantil ha cambiado; en México contamos con una vasta oferta de libros para ese sector. Uno de los grandes detonadores de esta transformación fue la demanda del Programa de Bibliotecas Escolares y de Aula de la Secretaría de Educación Pública. A raíz de su creación, surgió poco a poco el interés de las grandes editoriales nacionales e internacionales por cubrir este mercado, porque el tiraje tan elevado les resultaba muy redituable
–Cristina, muchos jóvenes no vuelven a leer un libro después de salir de la escuela. Prefieren la tele.
–Sí, por eso tenemos que hacer libros de calidad que informen, instruyan, eduquen y diviertan y, sobre todo, que respondan a la realidad de nuestro país. También podemos competir con las trasnacionales, y pequeñas editoriales como Tecolote pueden llenar los vacíos que no cubre la oferta editorial comercial, haciendo libros sobre niños campesinos y citadinos de escasos recursos.