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Un año de la mayor embestida a la democracia de EU

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"No importa cuánto el Partido Republicano intente cambiar de forma. Fue una insurrección a la vista de todos, a la luz del día", se lee en la pancarta de un manifestante ayer afuera del Capitolio, en Washington. Foto Afp
06 de enero de 2022 08:06

Nueva York. En el primer aniversario del asalto al Capitolio por seguidores de Donald Trump con el propósito de revertir la elección presidencial, cunden llamados desde la Casa Blanca a organizaciones de derechos civiles, figuras políticas, ex jefes militares e intelectuales prominentes por la defensa de la democracia estadunidense, y hasta el ex presidente Jimmy Carter, quien se dedicó a ser árbitro mundial de la democracia electoral.

La Casa Blanca calificó ayer a Trump de amenaza a la democracia. La vocera de la presidencia, Jen Psaki, informó que en el discurso que ofrecerá el presidente Joe Biden hoy para marcar el primer aniversario, subrayará la responsabilidad singular que tiene el ex presidente Trump por el caos y la carnicería que vimos el pasado 6 de enero y que ha dejado claro “la amenaza que el ex presidente representa para nuestra democracia…”

El procurador general de Estados Unidos, Merrick Garland, en un discurso ayer en torno al aniversario, sostuvo que el Departamento de Justicia que él dirige está dedicado a asegurar que todo responsable a cualquier nivel, del 6 de enero rinda cuentas a la ley, sin importar si estaban presentes ese día o si, de otra manera, fueron criminalmente responsables por el asalto contra la democracia.

Resumió los saldos de la investigación criminal –la más grande jamás realizada por el Departamento de Justicia– de los acontecimientos del 6 de enero que resultaron en más de 700 arrestados. Garland aseguró: las acciones que hemos tomado hasta ahora no serán las últimas y que la investigación durará hasta que se haga justicia.

Sus palabras fueron, en parte, respuesta a la creciente impaciencia de quienes critican el ritmo lento de la investigación legal, y la ausencia hasta ahora de cargos formales contra altos funcionarios, asesores y aliados políticos del ex presidente –incluyendo varios legisladores federales– e incluso contra el propio Trump. Se habla de quienes invitaron, promovieron y planearon el intento de interrumpir el proceso constitucional, frenar la certificación de los resultados de la elección y mantener al mandatario derrotado en el poder. Eso, acusan muchos que califican ese complot de intento de golpe de Estado, incluyó los actos violentos del 6 de enero que dejaron a cinco muertos y más de 150 heridos, incluidos policías.

Algunos recuerdan que hubo 147 legisladores federales –todos aún presentes– que votaron en contra de la certificación de los resultados de la elección. Están entre los más de mil funcionarios públicos, tanto a nivel federal como estatal, identificados por un proyecto de investigación llamado el Insurrection Index, que están señalados como cómplices en el intento de Trump de revertir la elección al difundir desinformación o participando directamente en el asalto al Capitolio.

Mientras, en los principales medios, centros de análisis y sedes académicas se recordaron los sucesos del 6 de enero desde las memorias de legisladores, policías del Capitolio y periodistas llenos de ira, susto e incredulidad a los antecedentes e implicaciones de los hechos sin precedente para el país. Una y otra vez se afirma que el 6 de enero no empezó ni concluyó ese día.

Hubo un intento de derrocar la democracia estadunidense. Y no ha acabado. Ellos están organizando el próximo, no como una conspiración silenciosa, sino como un principio central de organización para la próxima elección, afirmó esta semana ante el pleno el senador demócrata Brian Schatz, reiterando el mensaje de muchos de sus colegas.

A la vez, casi todos los legisladores republicanos, incluidos los que condenaron el ataque ese mismo día, guardan silencio sobre el aniversario, con la excepción de ultraderechistas que siguen argumentando que fue una protesta, que la violencia fue generada por provocadores izquierdistas y que los arrestados son prisioneros políticos.

Pero suficientes republicanos aparentemente lograron convencer a Trump de que sería mejor si evita hacer declaraciones sobre las cuales, después, ellos tendrían que comentar, y el ex presidente informó que ha suspendido su ya anunciada conferencia de prensa programada para hoy.

Otros defensores

Figuras nacionales, intelectuales y más, continuaron sonando las campanas de alarma por esta democracia al marcar el aniversario del 6 de enero.

El ex presidente Jimmy Carter afirmó: Temo por nuestra democracia, en el título de un artículo que publicó ayer en el New York Times.

Recordando que fundó el Centro Carter y que encabezó decenas de misiones de observación electoral en todo el mundo, Carter escribe: “ahora temo que eso por lo que tanto hemos luchado para lograr a nivel global –el derecho a elecciones liberes e imparciales, no obstaculizadas por políticos autócratas que buscan nada más que hacer crecer su propio poder– se ha vuelto peligrosamente frágil en casa”.

Al detallar cómo los promotores de la mentira de que Trump perdió la elección por fraude han minado a través de desinformación incesante la confianza pública en el sistema electoral, subrayó que para que la democracia estadunidense perdure, tenemos que exigir que nuestros líderes y candidatos apoyen los ideales de libertad y se apeguen a altas normas de conducta.

Carter concluye que nuestra gran nación ahora se tambalea en el precipicio de un abismo cada vez más profundo. Sin acción inmediata, estamos en riesgo genuino de conflicto civil y de perder nuestra preciada democracia. Los estadunidenses deben poner a un lado sus diferencias y trabajar juntos antes de que sea demasiado tarde. (https://www.nytimes.com/2022/01/ 05/opinion/jan-6-jimmy-carter.html ?referringSource=articleShare).

Robert Reich, ex secretario del Trabajo, intelectual y profesor de la Universidad de California en Berkeley, escribió en un artículo publicado en el diario británico The Guardian que “el intento de golpe de Trump no podría haber avanzado hasta donde llegó sin la profunda ira y desesperación de parte sustancial de la población… Trump llenó un vacío en una parte de Estados Unidos que continúa añorando a un autócrata para salvarla de la desolación… El reto aquí en adelante para el país, como en otros lugares, es llenar ese vacío con esperanza en lugar de neofascismo. Ese es el significado real del 6 de enero”.

 

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