Nueva York. Pedro Almodóvar piensa que sus películas con protagonistas masculinos –como su semiautobiográfica Dolor y gloria, de 2019– son más oscuras y sombrías. Inevitablemente, miro dentro de mí cuando tengo que hablar de personajes masculinos
, dice el cineasta manchego.
Madres paralelas devuelve a Almodóvar al terreno más melodramático. Penélope Cruz y Milena Smit interpretan a dos madres solteras que se conocen en el hospital donde sus recién nacidas son accidentalmente cambiadas al nacer. Este secreto se desarrolla de manera impredecible mientras la película también investiga otro pasado oculto, las fosas comunes de la Guerra Civil española.
En los últimos años, un diálogo nacional en ese país ha despertado renovado interés y discordia política por la exhumación de las tumbas del régimen de Francisco Franco, que comenzó en los años 30 y terminó con la muerte del dictador en 1975. Los restos de unas 19 mil, de las 114 mil víctimas estimadas, han sido recuperados en las últimas cuatro décadas.
Madres paralelas no será tan autorreflexiva como la última película de Almodóvar, pero es la más políticamente introspectiva del director de 72 años y la primera en lidiar con el legado del gobierno de Franco.
Cuando la cinta se proyectó este año en el Festival de Cine de Nueva York, el realizador se reunió con un periodista, con quien habló en una mezcla de español e inglés, con la ayuda de una intérprete, sobre una película que, igual que su obra maestra de 1999, Todo sobre mi madre, se centra principalmente en la maternidad.
A continuación, el diálogo.
–Hizo un elogiado cortometraje, La voz humana, y Madres paralelas durante la pandemia. ¿Han cambiado estos últimos dos años su perspectiva sobre el cine?
–No exactamente. Quiero decir, redundó en la necesidad que yo tengo de escribir y dirigir películas. Y, curiosamente, me hizo ser más consciente acerca de la soledad en que vivo. Porque, a pesar de que estaba condenado al confinamiento, la soledad era algo que yo ya experimentaba en los últimos tiempos para escribir. Creo que ahora estoy venciéndola al salir un poco más o al ir a comer con amigos, precisamente porque me pareció muy triste que cuando estuve condenado al confinamiento descubrí que ya estaba acostumbrado a estarlo.
–Comenzó la pandemia escribiendo maravillosos diarios sobre las películas que veía.
–En ese momento estaba enfermo, porque me dio el virus antes de la primera semana. Acababa de llegar de Los Ángeles después de estar en los Óscar a finales de febrero, sentí como una gripe y me quedé en casa. Tres días después declararon el confinamiento. Los días eran tan largos que trataba de hablar y escribir algo sobre la situación. Un día fui desobediente y salí a la calle solo para ver Madrid completamente desierta. Es una imagen muy impresionante que quería tener, así que fingí salir a comprar algo solamente para ver la ciudad.
–Debe haber sido irónico que en medio de una pandemia estuviera haciendo una película en la que los hisopos y las pruebas de laboratorio, para demostrar la maternidad de las niñas, son fundamentales en la trama.
–Cuando estaba escribiendo la película, un año antes, era como ciencia ficción, pero cuando la filmamos me resultó muy familiar que Penélope usara bastones para un análisis genético.
Los jóvenes, interesados
–¿Qué le interesó inicialmente de hacer una película sobre la exhumación de fosas comunes de la Guerra Civil española?
–Bueno, creo que esto me ha llegado con la madurez en términos cinematográficos y personales. Hace tiempo que quería hacer una película sobre las fosas, que, curiosamente, el cine español nunca había abordado. Es verdaderamente triste. En 2013 o 14 vinieron unos relatores de la ONU para inspeccionar la situación en el país y se quedaron muy sorprendidos de que quien había llamado para hablarle de la apertura de las fosas era la generación de los bisnietos de las víctimas. Es decir, la que ya había nacido en la democracia. Los relatores dijeron que España tenía muy mala relación con su pasado.
Me parece que es muy importante para la gente joven enterarse de lo que ocurrió en ese momento, a sus abuelos o algunos a sus padres, aunque los problemas que tenga la juventud ahora mismo sean otros.
–Su punto de entrada a esa historia, sin embargo, llega a través de un melodrama similar a los de otras películas suyas que oculta las intenciones más políticas de la película.
–No quería hacer sólo una película sobre las fosas comunes. Lo hice a través de un personaje, que es Janis (Cruz), que tiene un legado de su abuela, quien la salvó y la crio porque era huérfana. Esta mujer está tratando de abrirlas, porque no es solamente para identificar, sino para demostrar que existieron en un momento. Lo que Franco hizo al condenarlos a una fosa común fue quitarles toda humanidad, condenarles a la inexistencia. A mí me interesó más hacerlo a través de esta madre, porque está buscando la verdad de la memoria histórica española, pero a la vez vive el dilema moral de que en su vida ella no se conduce con la misma verdad; hay una enorme contradicción y ese era el tema que más me interesaba. Unía las dos verdades: la, digamos, pública de nuestro país con la verdad íntima de ella. Y de esa contradicción es de lo que yo quiero hablar.
–Sus primeras películas, en los 80, siguieron a años de censura y contribuyeron significativamente a un periodo posfranquista liberado en las artes. Ha dicho que Franco tuvo que morir para que usted viva. ¿Fue Madres paralelas motivada por un nuevo auge del fascismo?
–Cuando empecé a hacer cine, Franco acababa de morir; nunca hubiera podido hacer una película con él vivo. Debido a que tuvimos esa horrible experiencia de una guerra civil, pensaba que estábamos inoculados contra ella. Viendo que, hace digamos cinco años la ultraderecha en Francia crecía, aquí aparece Trump, en Brasil aparece Bolsonaro, etc., pero yo pensaba que nunca nos llegaría la ultraderecha a España. Ahora suceden cosas que era imposible que pasaran en los años 90 o los 80. Ahora hay más y más ataques homofóbicos, más y más xenofobia. Es un sentimiento muy negativo de ver que todos los valores por los que hemos luchado ahora hay que defenderlos otra vez con mucha fuerza.