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Susana Harp: trabajar con indígenas me cambió la vida

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"Estoy contenta de haber dejado los micrófonos del canto por los del Senado", dijo Susana Harp. Foto ‘La Jornada’
17 de diciembre de 2021 08:45

Ciudad de México. La senadora morenista Susana Harp Iturribarría, aspirante al gobierno de Oaxaca, asegura que está contenta de haber dejado el micrófono del canto por los micrófonos en el salón de sesiones del Senado, porque en tres años ha logrado la aprobación de leyes relacionadas con dos temas por los que ha luchado toda su vida: el reconocimiento en la Constitución de las comunidades afromexicanas y frenar el plagio del arte y la cultura de los pueblos indígenas.

En entrevista con La Jornada, comentó que está en espera de que concluya el proceso de selección interna de Morena y confía en que en este momento y siempre prevalezca la unidad, ya que es importante para fortalecer a un estado donde no hay nada que inventar, sólo reconocer su grandeza y sacar el oro y la raíz profunda.

La charla se llevó a cabo el miércoles pasado, luego de concluir la última sesión del periodo ordinario en esa cámara. En su escaño, la senadora Harp luce, como ha sido habitual desde septiembre de 2018, cuando comenzó esta legislatura, una prenda de artesanía oaxaqueña: una blusa violeta con cuello de bordados de Pinotepa.

Trabajar por el bien comunitario

Su incursión en la política fue en 2018, cuando el entonces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador invitó a la cantante y promotora musical a contender, bajo las siglas de Morena, por la senaduría en Oaxaca, que ganó de forma holgada. Sin embargo, acota que siempre ha hecho política, si se considera que ésta consiste en trabajar por el bien comunitario.

Graduada en sicología con estudios en canto, desde los 16 años comenzó a realizar trabajos en comunidades indígenas, lo que “me cambió la vida, al regalarme experiencias vitales, desde aprender a tejer en un telar de cintura y a ver los textiles con ojos muy diferentes al entender todas las horas, meses de trabajo ahí plasmados.

A la par, desarrolló su carrera artística. Sus discos, producidos todos de forma autónoma, nunca aludieron a temas de amor o desamor, porque para ella la música es el vehículo gozoso para poder poner en el centro de la discusión y visibilizar temas como los derechos de las comunidades afromexicanas.

Canta en ocho lenguas indígenas. No las hablo; por supuesto que soy mestiza, pero me acerqué con poetas de las diferentes etnias, me enseñaron a pronunciar bien y traté de cantar en ellas de la forma más respetuosa que pude.

Extraño los escenarios

Reconoce que extraña los escenarios y los aplausos del público, pero está muy contenta, muy satisfecha con lo que ha logrado en estos tres años como senadora. Y rememora: “¿Saben cuántas veces canté en conciertos ‘Soy el negro de la costa de Guerrero y Oaxaca’?” Asegura que denunciaba en el escenario las vejaciones e injusticias que sufren los afroamericanos.

Como promotora cultural, la senadora Harp realizó un festival muy grande, que se llamó Santa Negritud, la Raíz Olvidada, y en el bicentenario de la Independencia aludió a algo de lo que por supuesto nadie se acordaba: que Vicente Guerrero y José María Morelos eran afromexicanos. Ni más ni menos.

Y fue finalmente en el pleno del Senado (en el que lució huipiles de todas las regiones de Oaxaca) donde presentó la reforma por la que se llevó a la Constitución el reconocimiento de las comunidades afromexicanas y sus derechos. A partir de ello, el Inegi realizó un censo nacional sobre esa población. Es una de las preocupaciones que siempre la acompañaron. La otra, recalcó, fue frenar los plagios y el despojo del arte indígena por marcas internacionales, que se enriquecen al copiar o robar sus diseños.

Relató que fue ella quien descubrió la blusa con diseños de los textiles de Santa María Tlahuitoltepec, exhibida en Nueva York por la diseñadora francesa Isabel Marant. Aún no era legisladora y comencé a tocar puertas, a ver quién nos podía ayudar. Fui incluso al Senado, porque no tenía ni idea de qué hacer.

Ya como presidenta de la Comisión de Cultura, Harp batalló en estos tres años para lograr una norma que frenara esos plagios: la Ley Federal de Protección al Patrimonio Cultural de los Pueblos Indígenas, aprobada por el Senado el pasado 1º de diciembre, que evita que cualquier elemento de la cultura mexicana sea de dominio público, lo que propiciaba los abusos.

Harp comentó que una vez que se promulgue, está lista para informar en las comunidades indígenas los nuevos derechos que tienen, a fin de que puedan defenderse, que nunca más sus textiles y su arte sean explotados con fines comerciales, sin su autorización. Tienen que conocer el contenido de esa ley o será sólo letra muerta. Está satisfecha, reiteró, de su labor legislativa, de haber logrado que se aprobaran cinco reformas de gran relevancia.

Mientras se da el resultado de la encuesta de Morena, que definirá cuál de los seis finalistas se lleva la candidatura al gobierno de Oaxaca, ella seguirá trabajando muy fuerte, desde el Senado o donde esté, por mi tierra y por generar unidad.

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