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Vivía bajo el estrés de ganar, hoy valoro más mi salud mental: Longoria

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Paola superó el Covid y este 2021 recuperó el Campeonato Mundial que perdió de manera inesperada en 2018. Fotos tomadas del Twitter de @CONADE y de @lety_Lopez
15 de diciembre de 2021 09:15

Ciudad de México. Hace un año, Paola Longoria, raquetbolista en la cima del ranking internacional y una de las mejores deportistas en la historia del país, cerraba uno de los episodios más difíciles de su vida. El mundo paralizado durante varios meses por una pandemia, el desgaste del confinamiento y el drama de vivir el contagio de Covid-19 en ella y su familia. Diciembre de 2020 era también el clímax de un nuevo brote de coronavirus que parecía extender la incertidumbre hasta confines que parecían eternos. Al recordar aquello parece una fantasía apocalíptica en un tiempo en el que no había lugar para el optimismo.

Este 2021, sin embargo, Paola vive un contraste que cuesta relacionarla con aquella joven de 2020. Este año cierra no sólo refrendando que es la mejor de la Ladies Professional Racqueball Tour, sino además logró recuperar el título mundial que perdió en 2018 y había planeado recuperar el año pasado, pero que no fue posible por la cancelación de la actividad deportiva mundial.

La pandemia pegó muy fuerte en el raquetbol, porque somos un deporte que se juega en espacios cerrados y había demasiados requisitos para reactivarlo, relata Paola; la llegada de las vacunas permitió establecer protocolos para recuperar la competencia.

Longoria no sólo sufrió la cancelación de aquello que le da sentido a su vida. Además padeció junto a su familia el contagio de Covid-19, justo cuando iniciaba la pandemia y los protocolos clínicos y procedimientos aún estaban en ciernes.

Días dramáticos

Fue terrible porque aún no se sabía demasiado de la enfermedad ni de cómo tratarla, recuerda Paola; mi mamá estuvo en terapia intensiva, toda mi familia se contagió y yo también, pero por fortuna sólo me dio muy leve. Estaba obligada a hacerme cargo de la emergencia y conseguir lo necesario. Fueron días muy dramáticos, pero logramos salir adelante. Eso sí, vivimos con mucho miedo ante la incertidumbre y lo delicada que estuvo mi mamá.

La larga pausa obligatoria también impuso un régimen de introspección y autoanálisis a Longoria. Como muchos habitantes de este planeta, las circunstancias la colocaron en un momento de preguntarse qué hacía antes del parón social y hacia dónde quería dirigirse.

Antes mi vida era entrenar y entrenar, vivir bajo el permanente estrés de trabajar y ganar, sobre todo eso, ganar, confiesa Longoria; la presión que eso significa es muy fuerte, de verdad que es terrible vivir bajo ese peso y esa culpa en la que piensas que cada minuto que no entrenas o cada bocado que te permites fuera de tu régimen es un desperdicio o una concesión a tus rivales.

En mayo pasado, la tenista japonesa Naomi Osaka rompió los paradigmas al renunciar a los torneos de Roland Garros y Wimbledon para cuidar su salud mental, un tema que puso sobre la mesa un tabú en el deporte profesional. Unos meses después, durante las finales de gimnasia en los Juegos Olímpicos de Tokio, la estadunidense Simone Biles también rechazó continuar por la presión sicológica a la que están sometidos los atletas.

Todo eso también reconfiguró las metas de Longoria, quien vivió los Juegos de Tokio como comentarista en una cadena deportiva. Desde esa trinchera pudo pensar mejor cómo quería vivir el siguiente tramo de su carrera deportiva, donde está acostumbrada a sumar triunfos en el tour, acumular récords y permanecer inamovible en la cima de la clasificación.

Antes de la pausa por la pandemia como que estaba acostumbrada a ganar, se volvió algo monótono, pero también una obligación muy fuerte, señala Paola; después de esa pausa, he llegado a la conclusión que primero está mi salud, dedicar tiempo a mi vida personal, no vivir entregada a la competencia. Lo que sucedió con Osaka y Biles, deportistas en lo más alto de sus disciplinas, fue que recordaron que a pesar de estar en esos niveles somos personas con sensibilidad y que se vale flaquear.

Regresar a la actividad este año, entonces, fue menos traumático de lo que suponía. Por el contrario, hubo una gran dosis de alegría y entusiasmo por vivir de una nueva forma lo que más ama: el deporte, la competencia, pero bajo una fórmula menos tortuosa y con espacio para el placer del juego.

Ganó por décimo primera ocasión el Abierto de Estados Unidos de raquetbol, competencia que representó su bautismo en su larga trayectoria de triunfos. Pero si algo la tiene flotando de satisfacción es haber recuperado el Campeonato Mundial que perdió de manera inesperada en 2018.

Era algo que tenía pendiente y no pude realizar el año pasado, recuerda; llegar al Mundial, de Guatemala, ya no como campeona defensora me dio otra perspectiva, pero fue muy interesante, como que se esfumó sla presión. Yo llegué como favorita sin ser campeona.

Nuevas generaciones

Paola ha ganado este año todo lo que se ha propuesto. Incluso se ha permitido pensar en el futuro, aunque apenas tiene 32 años, reconoce que hay una nueva generación de raquetbolistas que empujan con voluntad y la ven como la rival a vencer.

Ya no peleo las jugadas como hace 10 años, dice divertida; pero eso me lleva a pensar que los deportistas deben diversificarse, porque al terminar de hacer a lo que se han dedicado toda la vida de pronto se enfrentan a un escenario vacío, sin saber qué hacer. La depresión acecha cuando se está en esa situación.

Ahora incursiona en el mundo de los negocios como socia de una marca de mezcal y en clínicas de terapia criogénica. Además de ser ingeniera mecánica, tiene una maestría en Ciencias Políticas y pretende estudiar un doctorado en Administración Pública. La política, como un vehículo de transformación, también está en sus planes cuando decida dejar el raquetbol.

Me han hecho algunas ofertas para participar en política, reconoce; pero prefiero prepararme más. Mi idea de participar en la política es buscar beneficios a un sector que suele olvidarse, el de los deportistas en retiro. Muchas veces el atleta al terminar su ciclo no tiene herramientas para llevar una vida digna, pues lo único que hizo en su vida fue competir y poner el nombre de su país en alto. ¿Por qué entonces no hacer como en otros países y tener un fondo para ellos?.

Mientras llega el momento de buscar otros caminos, Paola mantiene el hábito de ganar todo. Pero ahora lo hace sin sufrimiento, tratando de encontrar el mayor placer y consciente del privilegio que significa hacer lo que más le gusta.

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