Ciudad de México. América Latina y el Caribe es la región más afectada por la pandemia de coronavirus. Los niveles de pobreza y pobreza extrema en la región están en su punto más alto de los últimos 20 y 12 años, respectivamente; situación que revierte los avances socioeconómicos de las últimas décadas, expusieron organismos internacionales.
Se prevé que el producto interno bruto (PIB) por habitante no vuelva a los niveles que tenía previo a la pandemia sino hasta 2024, luego de la contracción de 7 por ciento en la actividad económica durante el año pasado y el rebote de 6 por ciento estimado para 2021, detalla un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el Banco de Desarrollo de América Latina y la Comisión Europea.
El documento recalca que el impacto de la crisis ha sido asimétrico, con un mayor efecto en quienes ya eran los más vulnerables. Como ejemplo, cerca del 40 por ciento de los trabajadores latinoamericanos no tenían protección social cuando comenzó la crisis, situación que tiene origen en una fuerza laboral que se ocupa mayormente en la informalidad.
Durante la presentación del informe Perspectivas Económicas de América Latina (LEO) 2021, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, recalcó que si bien las transferencias monetarias hechas por los gobiernos ayudaron a mitigar el efecto de la crisis en los ingresos de los hogares, como saldo de la pandemia hay 200 millones de personas en pobreza y 78 millones en pobreza extrema.
A ello se suma una extendida informalidad, que es soporte de la mayoría de las familias de la región. Mathias Cormann, secretario general de la OCDE, expuso que el 45 por ciento de la población de América Latina vive en un hogar donde los ingresos provienen exclusivamente de este sector de la economía.
El LEO detalla que casi el 70 por ciento de los latinoamericanos viven en hogares informales o mixtos —es decir que los ingresos también pueden venir del sector formal—, y como saldo de la crisis hay casi 14 por ciento más de personas en pobreza, mientras la clase media se redujo en la misma proporción.
En el caso de México, el documento detalla que 40 por ciento de los hogares percibe sus ingresos exclusivamente de la economía informal, frente al 35 por ciento que los hace sólo en la formalidad, el resto es una combinación de ambos sectores.
Bárcena comentó que los cierres escolares también permiten hablar de una “generación perdida”, dado que 167 millones de niños y niñas perdieron un año de clases presenciales y el “riesgo del abandono” es patente. El LEO advierte que la satisfacción de la población con la educación se redujo de 66 por ciento a 53 por ciento.
Además, las 25 semanas promedio que estuvieron cerradas las escuelas de América Latina y el Caribe rebasan en al menos 10 el promedio de la OCDE, lo que se ha volcado en una crisis que afecta primero a las mujeres, dado que éstas volvieron a sus casas para realizar las tareas de cuidado no remuneradas.
Previamente, en un panel con los presidentes de Colombia y Ecuador, Iván Duque y Guillermo Lasso, Carlos Alvarado de Costa Rica llamó a reformular el contrato social de las economías latinoamericanas teniendo en cuenta la creciente desigualdad. El mandatario subrayó que con ello no se apela a un “igualitarismo”, sino a promover desde el gobierno equidad de oportunidades para toda la población.
Con miras a la recuperación, llamó a no “andar el camino que ya recorrieron los que son países desarrollados”, debido a que la mera industrialización no tiene cabida en un marco de crecimiento sostenible; y, en la misma intervención, el mandatario costarricense criticó el “maltrato” de las calificadoras de riesgo con las economías latinoamericanas en pleno periodo de recuperación.