Moscú. El titular del Kremlin, Vladimir Putin, pidió este miércoles iniciar negociaciones para obtener garantías vinculantes que pongan fin a la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia el este, en concreto hasta la frontera con Rusia, cuando se afirma desde Bruselas, la sede de la alianza noratlántica, de que Moscú no tiene derecho a vetar el ingreso de Ucrania en el bloque militar capitaneado por Estados Unidos.
“Rusia no tiene ningún veto, nada tiene que decir ni tampoco tiene el derecho de controlar a sus vecinos. Ucrania será miembro, pero nos corresponde a nosotros, los 30 integrantes, decidir cuándo Ucrania está lista para ingresar después de cumplir los estándares de la OTAN”, señaló hoy el secretario general de la alianza noratlántica, Jens Stoltenberg.
Entretanto, el homólogo ucranio de Putin, Volodimyr Zelensky, también este miércoles reiteró en Kiev que Rusia prepara una invasión en su territorio y propuso a Moscú comenzar “negociaciones directas” para resolver el problema del sureste de ese país eslavo.
Putin habló en Moscú en la ceremonia de recepción de cartas credenciales de nuevos embajadores y Zelensky lo hizo en Kiev ante el Parlamento, pero ambos no pudieron sustraerse del contexto de creciente tensión que marca la situación en la frontera de Rusia y Ucrania, agudizada desde que unos y otros llevan días de acusarse de estar preparándose para una guerra en toda regla –algo que en el fondo ninguno quiere–, y de desmentirlo de inmediato.
Ante una veintena de jefes de misión de otros países, el líder ruso subrayó que es necesario comenzar “negociaciones sustanciales” para obtener “garantías vinculantes” de que la OTAN no va a continuar su ampliación hacia el este, toda vez que la alianza noratlántica “incumplió sus promesas verbales” e hizo “precisamente lo contrario”.
Según, Putin “las legítimas preocupaciones de Rusia en materia de seguridad se pasaron por alto (cuando Moscú aceptó desmantelar el bloque militar del Pacto de Varsovia después de la reunificación de Alemania) y ahora sucede lo mismo”.
Mientras el mandatario ruso denunció los riesgos que ve llegar desde Occidente, en Kiev, la concentración de tropas y armamento rusos en la frontera con Ucrania se vio como una señal de inminente invasión de su territorio. “Hay que ser sinceros: no podremos evitar una guerra si no iniciamos negociaciones directas con Rusia”, admitió Zelensky ante los legisladores ucranios.
Moscú niega de manera rotunda tener esa intención y alega que sus movimientos militares son sólo una medida preventiva, con el propósito de estar listos en caso de que su produzca en esa zona una crisis migratoria similar a la de la frontera de Bielorrusia con Polonia y, por extensión, con la OTAN.
Y para echar más leña al fuego de la confrontación, el presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, en una entrevista a la televisión pública rusa reiteró hoy que si Polonia cierra la frontera con su país va a cerrar los suministros de gas natural a Europa, aunque ello suponga incumplimiento de contratos por parte de Rusia, y por si fuera poco está dispuesto a pedir a Putin que instale armas nucleares en su territorio, incluso si tiene que renunciar al estatus de neutralidad de Bielorrusia y reconocer a Crimea como parte de Rusia (lo que no ha hecho hasta ahora).
Entretanto, desde la capital de Letonia, Riga, el secretario estadunidense de Estado, Antony Blinken, se atribuyó el derecho de hablar en nombre de la alianza noratlántica y amenazó con imponer a Rusia sanciones económicas –que, por el momento, dijo, se ha abstenido de aplicar– en caso de que lance un ataque militar contra Ucrania.