Santiago. Tras el mazazo encajado con la victoria de la ultraderecha pinochetista en la primera vuelta de las presidenciales en Chile, con 27.91 por ciento de los votos y, además, emparejando fuerzas en el Parlamento al punto que quien gobierne desde marzo de 2022 estará impedido de imponer su agenda; la izquierda saca cuentas acerca de cómo resolver el lío electoral en que está metida.
El sociólogo Carlos Ruiz Encina, doctor en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile, teórico y referente del aún juvenil Frente Amplio y muy cercano al candidato presidencial izquierdista Gabriel Boric (obtuvo el 25.83 de los sufragios), tiene el diagnóstico a punto.
Ruiz Encina dialoga con La Jornada cuando empiezan a conocerse las primeras encuestas de cara a la segunda vuelta del 19 de diciembre, que le dan ventaja a Boric frente al ultraconservador negacionista José Antonio Kast. La firma Activa dice que las preferencias están 40.4 por ciento versus 24.5 por ciento a favor del primero; mientras que la Cadem muestra números de 39 por ciento versus 33 por ciento también favorables a Boric.
Él intelectual chileno plantea que el resultado del domingo 21 evidenció el abismo existente entre política y sociedad, porque la participación electoral en los territorios populares fue muy reducida comparada con la propensión al voto de la derecha pudiente, al punto que hubo una polaridad política y social. La izquierda, agrega, cayó en el facilismo de identificar el estallido social de octubre de 2019 y la votación de 80 por ciento a favor del "Apruebo" a la constituyente versus 20 por ciento del "Rechazo", como un respaldo político/electoral mecánico.
"Desde las direcciones políticas se tendió a leer en clave izquierda derecha el apoyo al proceso constitucional, pero en función de la geografía social y cultural del siglo 20, que no da cuenta de la transformación que ha existido. Suponer que la revuelta era de izquierda no tiene lugar, el millón y medio que marchó no era sólo de izquierda, había otra enorme multitud que no votaba e incluso de derecha. Creer que 80 por ciento del apruebo era de izquierda y que la derecha no pasaba de 20 por ciento del rechazo, fue un error", dice.
Esa pifia llevó a otra: minimizar a la derecha
"Las oportunidades de transformación no se han cerrado pero se subvaloró la capacidad de reaccionar que tenía la obstrucción conservadora, de hacer algo que es propio de los procesos históricos en todo tiempo y lugar, entender que estas marchas no son lineales ni breves; es posible que desmantelar el neoliberalismo en Chile tome una década dada la capacidad de resistencia de la derecha, una de las más orgánicas de América Latina. Tenemos que hacernos cargo de que el domingo 21 no se pronunció más de la mitad de la gente (la participación electoral fue de 47.3 por ciento, poco más de siete millones de personas habilitadas para votar se abstuvieron) y ahí está la gran duda, si el 19 de diciembre lo harán o no".
--Cuánto pesa en los resultados una ciudadanía poco organizada, el desprestigio de los partidos y su desarraigo con los territorios.
--Hubo antes de la primera vuelta bastantes discusiones respecto de cómo orientar la campaña. Si el tema era hablarle sólo a la masa reducida de votantes que participa o convertir la elección en un proceso de movilización, de organización y de proyección de fuerzas sociales. Hay un pueblo que tiene una alta propensión a la movilización, pero las formas de organización no son las antiguas. Octubre no fue liderado ni por los partidos ni por las viejas organizaciones sociales, son un enjambre de coordinadoras sobre temas que en el siglo 20 no se nos ocurrían, desde las libertades sexuales y el feminismo hasta la lucha por el al agua y por los recursos más básicos de la vida cotidiana. Se podría haber apostado a potenciar eso o a buscar el voto en zonas más seguras, creo que primó el discurso identitario, donde le hablas a los convencidos, el problema ahora es ir más allá de ellos.
--Cómo movilizar a los jóvenes que hace seis meses votaron Apruebo la Convención Constitucional y que ahora se quedaron en sus casas.
--La participación de la juventud popular venía cayendo sistemáticamente desde 1988, cuando el plebiscito del sí y del no inaugura la transición a la democracia; cae incluso más allá de la explicación reduccionista del cambio del voto obligatorio al voto voluntario en 2012. Porque cuando había voto obligatorio, la juventud popular no se inscribía en los registros electorales y esa era la forma en que se expresaba la caída electoral y después siguió hasta cerca de 40 por ciento.
"Hay una juventud popular que tiene muchas razones para desconfiar de los procesos electorales y de las ofertas de representación política; ahí el Frente Amplio todavía tiene una oportunidad pero tiene que enfrentar esas discusiones, tiene que ir adonde vive esa gente, la campaña no debe quedarse en la elite; pero el discurso ni siquiera ha apelado a la imagen del joven popular, no se les habla ni se les menciona en los debates presidenciales; los programas han tendido a ser reducidos a una suma de medidas administrativas parciales lejos de ser un programa de transformación, ahí lo que predomina es mejorar la administración del modelo más que avanzar a transformarlo".
--Ahora se habla de un post-octubrismo y usted ha advertido que se pasa de un "no lo vimos venir a aquí no ha ocurrido nada".
--Es muy peligroso porque las formas de explotación que inauguró el neoliberalismo siguen sin tratamiento, la institucionalidad sigue sorda y eso estuvo en el centro de la revuelta. Es peligrosa esa lectura cuando procesar las demandas institucionalmente, a través de una deliberación sobre ensanchamiento de la democracia, pasa por reconocer que octubre no fue un invento de nadie, no fue una conspiración; fue una cuestión que nació de un montón de capas sociales que no tienen representación política".
--El “octubrismo” encontró escape en la Convención; pero se dice que hay un desprestigio que influyó en el resultado.
--Aquí aparece también la obstrucción conservadora, desde el primer día empezaron a mostrar las garras, sus medios han trabajado para denigrar al proceso constituyente; debemos tener mucho cuidado en no darle ni medio argumento a un conservadurismo que está absolutamente latente, que tiene un público y una capacidad no menor de entorpecer este tipo de empeños transformadores. Por ejemplo, democratizar las instituciones que intervienen de manera determinante sobre la dirección del modelo de crecimiento, eso va a costar muchísimo; y no es menor la representación que tienen los sectores conservadores en la Convención.
"Esto es una continuación de una derecha que está bramando por evitar las transformaciones. También es pasto para que vayamos al choque nuevamente, porque a ese pueblo no le han resuelto nada y no se va a ir para la casa tranquilamente. Vamos a un año más complicado sin las ayudas estatales, salga quien salga esta sociedad no le va a dar más de dos meses de cheque en blanco; ese quietismo de los 90s ya no existe".
--El proceso constituyente terminará en el segundo semestre de 2022, cuando se realice un plebiscito ratificatorio del texto a proponer. ¿Cómo influye el escenario electoral actual?
--No caigamos en el facilismo que el 80 por ciento a favor y el 20 por ciento en contra se va a repetir mecánicamente; eso dependerá de cómo luchemos este tiempo en adelante, de cómo transcurra la propia convención; y cómo enfrentemos al obstruccionismo de derecha que estábamos subvalorando. Hay una derecha que nos obliga a dormir con una pupila abierta, no hay nada garantizado para el plebiscito de salida".
--A 20 días del balotaje, es posible instalar que la candidatura Boric supone transformaciones estructurales.
--Hay un escenario que no da para grandes improvisaciones, sobre todo por la responsabilidad histórica de evitar un avance ultraderechista que aquí es posible que sea mucho peor que Trump; la tradición que tenemos acá es que en los estadios se deja de jugar fútbol y los convierten en campos de concentración, esa es nuestra historia. Y este sector, (el candidato) Kast en particular, representa de manera totalmente confesa eso. En este rato, si bien se debe trabajar el 40 por ciento que vota y ganar franjas que no votan, también hay que combinar un mensaje contundente de transformación junto al proceso constituyente, hay que mostrar que somos parte de una unidad orgánica, un proyecto histórico y no sólo un fenómeno coyuntural electoral. Es muy importante darle confianza a quienes por muchas razones desconfían de los procesos electorales.
--El candidato outsider Franco Parisi obtuvo 900 mil votos, ¿qué rol jugarán esos electores en el desenlace electoral?
--El 80 por ciento no se identifica con ningún sector político, el 66 por ciento son hombres, más de dos tercios corresponden al estrato de menores ingresos, de una inestabilidad tremenda y más desconfiados de la política. Es un voto volátil, mucha gente debe haber marchado y protestado. Parisi no tiene capacidad de endosarlo a ninguna parte, estamos en un escenario de disolución de lealtades políticas duras, este es un voto de inorganicidad completa que le permite a la gente expresar rechazo sin comprometerse con nada. No descartaría que sean sectores con una propensión a la movilización muy alta, a levantar demandas que no tienen reconocimiento y que si se les habla más claro en términos de transformaciones estructurales pueden reaccionar".
--La derecha instaló que Boric y la coalición Apruebo Dignidad son una "izquierda radical" o de "extrema izquierda", ¿cómo ha operado eso en la campaña?
--No he escuchado a nadie de la coalición levantar que aquí está en juego una alternativa anticapitalista; en ese sentido los medios de comunicación dominantes han jugado mucho a sembrar miedo, a confundir; aquí nadie habló de abolir propiedad privada. Lo más que se ha planteado es buscar un nuevo tipo de inversión extranjera, revisar los términos en función de buscar que no sea tan predatoria; que contribuya a potenciar la capacidad de agregar valor, que de cabida a toda esa juventud que ha estudiado, sacado títulos, que le vendieron el cuento de la meritocracia y que no cabe en ese espacio. Lo que está haciendo la derecha es una defensa absoluta de la monopolización de los privilegios, de los patrimonios y de las oportunidades. Y ese discurso tiene capacidad de penetración.
"No hay batalla perdida, aquí se juega hasta el final, pueden pasar muchas cosas, pero es urgente desnudar a esa derecha. Son los responsables de los monopolios, de que la gente haya comprado sueños endeudándose hasta las nauseas para no llegar a la posición que se supone te daba ese título y arrastrando una deuda al precio de una casa por 10 ó 20 años. En cambio ellos viven en una impunidad gigantesca, pueden hacer los desastres que quieran y lo único que les llega son una especie de clases de ética que las hacen en universidades que son de su propiedad".
--Desde la derecha ha operado el discurso contra la violencia y la delincuencia, apelando al miedo de las personas y denunciando la permisividad de la izquierda en esos temas.
--Las comunas más violentas y con más narcotráfico de Santiago, no votaron por Kast. Ese es un discurso falso que han abierto y lo mezclan -y aquí si viene una responsabilidad- con la tardanza y el titubeo que hubo en sectores de Apruebo Dignidad para condenar el vandalismo que se instaló en octubre y que empezó a desvirtuar las legítimas demandas. La derecha extrapola esa dificultad de condenar el saqueo en ese momento, con que no eres capaz de resolver los problemas de seguridad en las comunas más afectadas por la delincuencia y el narcotráfico. Y eso no se corresponde con la realidad, porque en ellas ganó Boric; pero ahora necesitamos más participación en esa zonas. Esa es la propaganda de la derecha que hay que salir a enfrentar; es falso que la gente crea que los privilegiados no tienen nada que ver con los desastres que se producen con el narco en Chile.
--¿Cómo ve usted la recta final de la campaña?
--La situación está muy abierta pero obvio que la considero reversible. No debe creerse que Kast tiene un techo que ya topó y que nosotros somos los que nos podemos expandir. Eso sería acomodarnos a subvalorar la capacidad de respuesta que tiene la derecha en este país para evitar los cambios. Contra ese muro vamos a estar bregando por mucho tiempo, esta es una de las derechas más organizadas de la región. No se puede rehuir la responsabilidad histórica de gobernar, pero la izquierda necesita más estatura si llegamos a ser gobierno".