Morelia. El crítico cinematográfico Carlos Bonfil, articulista de esta casa editorial, fue condecorado con el galardón Guerrero de la Prensa al Mérito Periodístico, distinción que otorga la Red de Prensa Mexicana de Cine, durante el Festival Internacional de Cine de Morelia.
Genuinamente emocionado, el galardonado dijo: “Estoy muy feliz por este reconocimiento y muestra de amistad”. Además, destacó lo significativo de haber recibido la estatuilla de manos de su colega Rafael Aviña, a quien consideró su hermano.
“Justo ayer que me tocó entrevistar a Lorenzo Vigas y a pesar de tener 30 años (de trayectoria) estaba nervioso, y le platiqué a un colega que aún no entienden por qué los que nos dedicamos hacer crítica de cine no sabemos hacer entrevista; uno puede conversar pero no tiene las tablas ni el oficio para entrevistar. Eso es algo que admiro. Él me contestó: ‘yo tengo la clave para eso, diles que tú haces literatura y no periodismo’. Me puse a pensar en esto y mi aspiración máxima era ser periodista”, recordó.
En la ceremonia de premiación, Bonfil estuvo acompañado por sus pares y amigos Rafael Aviña, Antonia Rojas, Ramón Ramírez, Marcela Encinas, Jean Christophe Berjon, José Quintanilla, Anne Wakefield, Columba Vértiz de la Fuente, Sergio Raúl López, Sonia Riquer, Gerardo Gil, Yunuen Velázquez e integrantes de la Red de Prensa Mexicana de Cine, entre otros.
Encargado de anunciar el nombre del premiado, Aviña recordó: “En marzo de 1990 por un extraño azar del destino tuve la oportunidad de debutar como crítico de cine en un diario de enorme prestigio en ese momento: unomásuno. En ese mismo mes y ese mismo año, se iniciaban también como críticos de cine: Naief Yehya también en unomásuno y Carlos Bonfil en La Jornada. Muy pronto los tres, nos convertimos en blanco de curiosidad ya que no pertenecíamos ni pertenecemos hoy en día, a ninguna cofradía, grupo o mafia. No estábamos con bando alguno y éramos relativamente jóvenes sin ser unos chavitos. Meses después, en la primera Muestra Internacional de Cine que nos tocó cubrir, es decir hasta noviembre de 1990, fue que conocí en persona a Carlos Bonfil en la sala de prensa de Cineteca Nacional. Repito, éramos una suerte de bichos raros y los críticos de entonces ya con peso o sin él, pero afianzados en el medio (Eduardo Marín Conde, Patricia Fernández de Ramírez, Isabel Gracida, entre otros) nos veían sorprendidos por nuestra insistencia de escribir de películas alternativas.
“Desde esos primeros meses admiré a Carlos aunque jamás habíamos cruzado palabra alguna, quizá un saludo cordial en las funciones de prensa. Me maravillaba la manera y la elegancia con la que escribía sus crónicas cinematográficas. Tenían ritmo, repito una enorme elegancia en el lenguaje, muchos conocimientos cinéfilos y una contundencia para iniciar, dar cuerpo y rematar sus textos. Hacia 1991 o 1992 coincidimos en el Festival de Guadalajara, fue ahí donde charlamos por primera vez e intercambiamos puntos de vista. Desde entonces me percaté no sólo del humor e ironía que Carlos tiene, sino de su enorme solidaridad y calidad humana que desprende. A partir de entonces puedo enumerar múltiples encuentros: en Acapulco en una taquería en la Costera; una charla con Diego Luna en 1996 también en Acapulco ya bastante alcoholizados todos; como jurados en el festival de Guadalajara; en presentaciones de nuestros respectivos libros; en una marisquería en Los Cabos que Carlos descubrió, y por supuesto las centenares de comidas y cafés compartidos en esta bellísima ciudad y festival que tanto queremos”, dijo el también colaborador de La Jornada Semanal.
“Fue justo cuando hablamos de nuestra cinefilia compartida desde la infancia, que entendí como es que Carlos forjó su camino. Buena parte de su niñez metido en esa sala oscura y luminosa a la vez, que funcionaba como escape, y como fantasía, donde se podían encabalgar tristezas, sueños y alegrías, lo colocaron en el camino correcto. Primero fue una tozuda cinefilia, vino después la profesionalización como ensayista y crítico y en breve, la creación de un estilo propio muy personal y de un altísimo nivel cultural. Lo he dicho siempre, Carlos es uno de los grandes críticos de cine de este país y uno de los más queridos”, explicó el también autor de Asesinos seriales: grandes crímenes, de la nota roja a la pantalla grande.
“Celebro esta noche, que la Red de Prensa Mexicana de Cine, que los colegas, que tus pares, te homenajeen y festejen; un reconocimiento que debió anteceder a varios de los que te hemos precedido. Celebro que tu humor, tu ironía, tu sensibilidad, tu inteligencia y tu entusiasmo sigan intactos, pese a transitar por situaciones complicadas. Celebro que tu cinefilia siga siendo el faro de tu corazón sobre todo, porque aquí hay dos personas a las que amo y cuya cinefilia ha sido también su luz y su camino: hablo de mi hijo Rai y de Antonia. Celebro enormemente que recibas este premio Guerrero de Oro por tu labor cinéfila, crítica y ensayística, pero lo que celebro aún más, es que me consideres uno de tus verdaderos amigos. Felicidades querido Carlos, querido colega, querido amigo”, destacó Aviña.