Glasgow. Inició la Cumbre Climática de Glasgow (COP26), la que todos definen como “la última oportunidad” de salvar el planeta, la que tiene sobre la mesa dos objetivos prioritarios: impedir que el planeta se caliente más de 1,5 grados Celsius antes de que acabe el siglo y que se garanticen los fondos de financiación para los países en vías de desarrollo, que deberá superar los 100 mil millones de dólares anuales.
La diplomática mexicana Patricia Espinosa, como secretaria ejecutiva de la ONU para el Cambio Climático, abrió las jornadas con un discurso en el que pidió “ambición” a las 197 delegaciones y reconoció que “todavía hay muchas diferencias” y “no será fácil”. Por eso pidió escuchar el “enojo justificado” de la juventud.
El centro de convenciones de Glasgow es un fortín de seguridad, ahora no sólo por la presencia de algunos de los máximos dirigentes del planeta -incluido el presidente de Estados Unidos (EU), Joe Biden-, sino también por el miedo a que un repentino rebrote del Covid-19 haga interrumpir las sesiones de golpe.
Así que nadie entra a la zona acorazada de la COP26 si antes no se hizo un test de antígenos con resultado negativo y así lo tienen que hacer cada día que acudan al recinto. Además hay que documentar y probar que no se procede de un país “en línea roja” (es decir, de alto riesgo), que se tiene la pauta de vacunación completa y que ha cumplido con todos los requisitos que estableció el gobierno del Reino Unido para cruzar sus fronteras.
Sólo así se puede ingresar al Centro de Convenciones, que es además la sede del primer gran encuentro de estas características en la era-Covid. Se calcula que más de 25 mil personas entran y salen a diario.
A pesar de las complicaciones añadidas a un encuentro de esta complejidad, las sesiones iniciaron en hora y con la mayoría de las 197 delegaciones en sus puestos, antes del inicio de las intensas negociaciones diplomáticas de los próximos días de cara a rubricar el ansiado texto de conclusiones, que reflejará a su vez el grado de compromiso y “ambición”, según palabras de Espinosa, para atajar esta “grave crisis medioambiental” que vivimos.
Está en juego que el calentamiento del planeta siga derritiendo al ritmo actual buena parte del hielo de la Tierra, que siga subiendo el nivel del mar en todo el mundo y que aumente de forma considerable la probabilidad e intensidad de los fenómenos climáticos extremos.
En la primera rueda de prensa, Patricia Espinosa, y Alok Sharma, el presidente de la COP26 por designación del gobierno británico, reconocieron que las “diferencias son profundas” entre las delegaciones, que a pesar de los esfuerzos de China por mejorar su plan actual, “aún es insuficiente y decepcionante”, además de la ausencia de su presidente, Xi Jinping, pero que aún así todos coinciden en el mismo objetivo.
Tanto la diplomática mexicana como el británico explicaron que el primer gran consenso de la COP26 es precisamente ese: que todos reconocen ahora que la crisis climática es aguda, que las soluciones son urgentes y que probablemente “es la última oportunidad”. Y recordaron como hace sólo una década el debate que había sobre la mesa era si existía o no el cambio climático.
Precisamente por eso apelaron a tener “una mayor ambición” para poner nuevos elementos en la agenda del cambio climático, a aumentar la reducción de las emisiones, a intentar modificar sobre la marcha los objetivos de la agenda climática para hacerla más eficiente y sobre todo para intentar reducir los daños de las catástrofes naturales por un clima extremo, que la sufren sobre todo los países en vías de desarrollo.
Por eso insistieron en que de Glasgow tiene que salir un compromiso firme de la financiación de los 100 mil millones de dólares anuales para adaptar las economías de los países más pobres a la nueva forma de producir y comerciar. De hecho reconocieron que esta cantidad, siendo mucha, aún está por debajo de las necesidades reales, y que es probable que en pocos años se tenga que multiplicar por diez. Sharma de hecho reconoció que este año esa cifra se quedará en los 80 mil millones, un 20 por ciento menos de lo previsto.
Ahora las delegaciones irán fijando una a una sus posiciones, antes de entrar en la fase de las negociaciones, que pueden prolongarse más de diez días. fin de la primera nota