Rameswaran, India. Vestida con un colorido sari y blusa, Lakshmi Murgesan se sumerge en las aguas celestes de la costa sur de India para recoger algas, destacadas por los científicos como un cultivo milagroso que absorbe más CO2 que los árboles.
India es el tercer mayor emisor de carbono, detrás de China y Estados Unidos, y no ha fijado un plazo para alcanzar la neutralidad de carbono, más bien ha impulsado nuevas inversiones en carbón y minería.
Pero los científicos observan cómo el cultivo de algas puede ayudar a reducir el impacto de las emisiones de gases de efecto invernadero, revertir la acidificación del océano y mejorar el ambiente marino, además de aportar un sustento para comunidades costeras pobres.
"Yo hago esto por mis hijos (...) Es mucho trabajo, duro, pero puedo sacar buenas ganancias con cuatro meses de labor", dijo Murgesan, quien gana 20 mil rupias (265 dólares) por mes cultivando la microalga fibrosa.
"No hubiera podido educar a mis hijos, pero con esto (cultivo de algas) pude enviar a mis hijos a la universidad", agregó sonriente, al salir del agua en Rameswaram, en el estado sureño de Tamil Nadu.
- Ganesan, un científico marino del gobierno, comentó que las algas son una alternativa positiva porque los hábitats costeros y humedales absorben cinco veces más carbono que los bosques en tierra.
"En muchas formas es un cultivo milagroso, es ecoamigable, no requiere el uso de tierra o agua dulce. Absorbe el CO2 disuelto en el agua durante la fotosíntesis y oxigena todo el ecosistema marino", explicó Ganesan a AFP.
India, con una línea costera de 8 mil km, apunta a aumentar la producción de algas de las 30 mil toneladas actuales a más de un millón de toneladas para 2025.
A nivel mundial, la producción de algas alcanzó cerca de 12 mil millones de dólares en 2019 y deberá crecer a 26 mil millones en 2025. China e Indonesia tienen 80% del mercado del producto.
Alimento, combustible, fertilizante
Murgesan es parte de un equipo de mujeres que trabajan juntas para cultivar algas en balsas de bambú, antes de cosechar y secarlas.
Los productores también cosechan algas silvestres, que bucean para recoger con las manos.
Las aguas tropicales de Tamil Nadu son un entorno ideal para la planta acuática, y una sola balsa puede rendir hasta 200 kilos en 45 días.
El producto es luego enviado a vender en mercados de toda India y otros países, como Estados Unidos y Australia a través de AquAgri, una empresa privada que promueve el cultivo de algas mediante grupos de autoayuda en India.
Popular en la cocina del este y sureste de Asia, usada en sopas y rollos de sushi, la planta marina es también un ingrediente de medicamentos, cosméticos, biofertilizante y hasta biocombustibles.
"El alga sirve también como bioestimulante de cosechas para aumentar la productividad y hacer que la cosecha sea más resiliente al estrés provocado por el clima. Además se usa en el procesamiento de carnes y alimentos", señaló a AFP Abhiram Seth, director gerente de AquAgri.
Aunque no ha sido tradicionalmente popular en India, el gobierno anunció en julio subsidios por 85 millones de dólares para iniciativas de cultivo de algas en los próximos cinco años.
Seth señaló que tiene el potencial de beneficiar tanto al medio ambiente como a las productoras, como Murgesan.
"Las algas limpian el agua. Al mismo tiempo, los productores de algas reciben un ingreso sostenido sin tener que desplazarse a áreas urbanas en busca de empleo", dijo.
Cultivar lo necesario
Las algas no requieren de fertilizante, agua potable o pesticidas. La variedad kelp, una de las más cultivadas, crece unos 61 cm por día.
Se calcula que globalmente absorben alrededor de 173 millones de toneladas métricas de carbono por año, comparable con las emisiones del estado de Nueva York, según un estudio de 2016 de Nature Geosciences.
Un estudio reciente de la Universidad de California determinó que combinar algas rojas en el alimento de los animales puede ayudar a reducir sus emisiones de metano.
"Ya tenemos evidencia de que combinar algas en la dieta del ganado es efectiva en reducir gases de efecto invernadero y que la eficacia no disminuye con el tiempo", aseguró en el estudio Ermias Kebreab, director del Centro Mundial de Alimentos.
Además de absorber el dióxido de carbono cuando están vivas, las algas al morir y caer al suelo marino mantienen el carbono en el sedimento, agregó Ganesan.
Sin embargo, los científicos advierten que el cultivo puede tener lados negativos.
"El sobrecultivo de algas tiene una parte negativa porque sirven de alimento para muchas especies en los arrecifes, como erizos y peces", dijo el biólogo marino Naveen Namboothri, de la Fundación Dakshin, quien advirtió que la extracción puede afectar al arrecife.
Conscientes del riesgo, Murgesan y otras cultivadoras trabajan solo 12 días por mes y no cosechan durante la principal temporada de reproducción de peces, entre abril y junio.
La cultivadora Vijaya Muthuraman, quien nunca fue a la escuela, depende del conocimiento tradicional.
"Solo cultivamos lo que necesitamos y de una forma que no daña o mata a los peces", explicó, sentada en la orilla tras su jornada de trabajo.
El peligro de sufrir una lesión en las rocas o ser picado por una medusa está siempre presente, pero las cultivadoras no parecen preocupadas y más bien conversan y ríen mientras trabajan.
"Hay peligros, pero este trabajo nos ha dado dignidad a mi familia y mí", sostuvo Muthuraman.