El Cairo. Manifestantes prodemocracia bloquearon algunas calles el martes en la capital de Sudán con barricadas improvisadas y neumáticos en llamas, al día siguiente de que los militares tomaran el control del país en un súbito golpe de Estado condenado por la comunidad internacional.
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El general de mayor rango del país anunció que el primer ministro del gobierno disuelto, quien fue arrestado el lunes junto con otros funcionarios, estaba detenido por su propia seguridad en la casa del general, no en una prisión. El primer ministro Abdala Hamdok goza de buena salud, agregó.
El golpe se produjo tras semanas de crecientes tensiones entre líderes civiles y militares sobre el rumbo y el ritmo de la transición de Sudán hacia la democracia. Amenazaba con descarrilar el proceso, que ha avanzado a ritmo irregular desde que el veterano autócrata Omar al_bashir fue depuesto en un alzamiento popular hace dos años.
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El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas tenía previsto abordar la situación el martes en una reunión a puerta cerrada.
En su segunda aparición desde que tomó el poder, el general Abdel-Fatá Burhan indicó el martes que el ejército se vio obligado a resolver el estancamiento político.
“Todo el país estaba paralizado por las rivalidades políticas”, dijo en una conferencia de prensa televisada. “La experiencia durante los dos últimos años ha demostrado que la participación de las fuerzas políticas en el periodo transicional tiene fallas y provoca conflictos”.
Los gobiernos occidentales condenaron el golpe y pidieron la liberación de Hamdok y otros funcionarios destacados. El gobierno del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció la suspensión de la asistencia de emergencia de 700 millones de dólares a Sudán, un país africano vinculado por el idioma y la cultura al mundo árabe.
Sin embargo, Burhan mencionó la posibilidad de que algunos de los que están detenidos podrían enfrentarse a juicio por lo que él calificó de incitación al ejército.
Mariam al-Mahdi, ministra de Exteriores en el gobierno disuelto por los militares, se mostró desafiante el martes y declaró que ella y otros miembros del gobierno de Hamdok seguían siendo la autoridad legítima en Sudán.
“Seguimos en nuestros puestos. Rechazamos el golpe y estas medidas inconstitucionales”, expresó a The Associated Press por teléfono desde su casa en Jartum. “Continuaremos nuestra resistencia y desobediencia pacífica”.
Horas después de la detención de Hamdok, los sudaneses inundaron las calles de Jartum y otros lugares como protesta. Al menos cuatro personas murieron y más de 80 resultaron heridas cuando las fuerzas de seguridad dispararon a los manifestantes en Jartum, según el Comité de Médicos de Sudán.
El país y el mundo ahora observan con recelo si se produce más violencia en el país, donde en 2019 hubo una violenta represión de protestas a favor de la democracia. Algunos manifestantes seguían el martes por la mañana en las calles de Jartum y su ciudad gemela, Omdurman, donde había muchas calles bloqueadas. La respuesta del ejército enfrentaría una prueba mayor el sábado, cuando los manifestantes planean una marcha multitudinaria para reclamar un regreso al gobierno civil.
Paramilitares y las temidas Fuerzas de Apoyo Rápido patrullaron durante la noche los vecindarios de Jartum, persiguiendo a manifestantes. Las fuerzas emplearon munición real contra los manifestantes, según el grupo internacional Human Rights Watch.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, pidió el final inmediato de la violencia contra los manifestantes y la restauración de la conexión a internet. Estados Unidos se coordinaba con sus socios para “trazar una estrategia diplomática común para abordar estas acciones e impedir que lleven a más inestabilidad en Sudán y en la región”, añadió.
El lunes, Burhan disolvió el gobierno de Hamdok y el Consejo Soberano, un organismo conjunto civil y militar creado poco después de la deposición de Al-Bashir para dirigir el país. Ahora dirige un consejo militar que dice gobernará al país hasta unas elecciones en julio de 2023.
Burhan justificó el golpe militar por las divisiones y rencillas entre facciones políticas, y afirmó que esas diferencias amenazaban la integridad del país. Sin embargo, el golpe se produjo menos de un mes antes de que Burhan tuviera que entregar el mando del Consejo Soberano a un civil, una medida que habría reducido el poder del ejército. En semanas recientes, reiteradamente indicó que la transición podría no suceder.
El general dijo que se tomaba en serio la celebración de elecciones como estaba previsto. Pero 19 meses antes de la fecha, no estaba claro que los militares estuvieran dispuestos a renunciar al control que habían ostentado durante décadas.