Ciudad de México. Para muchas personas de la tercera edad, la expectativa de una mejora en su exigua situación económica a través de la Tarjeta de Bienestar para Adultos Mayores se topa con las dificultades que entraña obtener o –más difícil aun—reponer dicho plástico cuando lo extravían. En este proceso, muchos hombres y mujeres han pasado “dando vueltas” un año o más, sin tener éxito alguno.
En entrevista con La Jornada, usuarios de ese esquema de ayuda lamentaron que no han podido acceder a los recursos a los que tienen derecho –3 mil 100 pesos de forma bimestral--, debido a lo que consideran la “desorganización y falta de información” de las autoridades y el personal de la Secretaría de Bienestar (SB), a pesar de que este es uno de los programas sociales “insignia” de la actual administración.
Fondos abundantes, pero mala organización
Si un esquema de apoyo del gobierno federal cuenta con recursos, ese es el de la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores. En 2019, primer año de la administración de Andrés Manuel López Obrador, este programa contó con un fondo de 100 mil millones de pesos, el cual se elevó a 126 mil 650 millones en 2020, equivalente a un 26.6 por ciento.
En el año en curso, se le asignaron 135 mil 065 millones de pesos, y se prevé que en 2022 dicha cifra ascienda a 238 mil millones. Para el último año de este gobierno, cuando se espera elevar el monto de la pensión a 6 mil pesos bimestrales, el programa alcanzaría los 370 mil millones de pesos, equivalentes a 1.9 por ciento del Producto Interno Bruto.
Sin embargo, dichas cantidades millonarias siguen sin ser suficientes para que la logística de entrega de tarjetas funcione sin errores ni tardanzas. Un ejemplo de ello lo viven la señora Celia Martínez y su hija Marcela, ambas adultas mayores, quienes llevan más de 19 meses tratando de recuperar los plásticos que perdieron a inicios de 2020.
“Las perdimos en marzo del año pasado, y desde entonces hasta febrero de 2021 se fueron trayéndonos aquí, allí, allá y más allá. Fuimos a muchísimos lugares y en donde quiera dimos datos, dimos teléfonos, pero hasta la fecha no nos han entregado nada”, cuenta Marcela luego de salir a paso veloz del módulo de la SB instalado en la explanada del Monumento a la Revolución.
La peor parte, dice la mujer, vecina de la colonia Doctores, es que luego de haberse visto obligadas a registrarse de nuevo para obtener la tarjeta, los responsables del programa les indicaron –sin mayores explicaciones-- que ahora deben transcurrir al menos dos años para que se las entreguen de nuevo. De ser así, habrían pasado tres años en total sin acceso a los recursos.
“Nos dicen puras mentiras. Hablé a principios de septiembre para preguntar cuándo nos reponían la tarjeta y nos dijeron que a partir del 15 de octubre, pero acabamos de venir aquí y nos dicen que eso no es cierto. Ni ellos mismos saben cuándo las van a dar, y entonces, ¿para qué dan una información mal? Nomás nos hacen perder el tiempo”, afirma enojada.
“No somos las únicas: muchísimos viejitos han perdido sus tarjetas y están en la misma situación. Cuando uno pierde una tarjeta de débito del banco, se la dan luego-luego, aunque nos cobren 75 pesos. En cambio, aquí la pierdes y ya te amolaste porque ya no cuentas con la ayuda”.
“Aquí no es. Vaya al otro módulo”
En un caso parecido, Jovita Cruz Aguilar, cercana a cumplir 67 años de edad, desde hace al menos dos años ha solicitado la obtención de la tarjeta para ella y para su hermano José Antonio, quien perdió la vista, y aunque ya se han registrado al menos en un par de ocasiones ante la SB, la visita domiciliaria que les prometieron para entregarles el plástico sigue sin ocurrir.
“Nunca nos han llamado ni han venido. Ya voy a cumplir 67 años y no tengo ningún beneficio. Yo soy hipertensa, y como en el IMSS no hay medicamentos, los tengo que comprar y me gasto 200 o 300 pesos cada 15 días. Lo único que nos dicen es ‘esperen la tarjeta’, y que supuestamente iba a llegar en octubre, pero ya tenemos ahora tres talonarios (de registro) y nada”, deploró.
Afectada por un caso de cataratas que amenaza con también limitar su visión, la mujer ha buscado con insistencia el registro al programa de pensión a personas de la tercera edad, en su caso, y en el de personas con discapacidad, en el de su hermano, pero no ha encontrado apoyo institucional en ninguna instancia.
“Incluso ya fui a la alcaldía de Gustavo A. Madero a pedir ayuda para lo de mis cataratas, porque no tengo los 30 mil pesos que necesito para una operación, y un doctor de ahí ya me había dicho que sí, pero después ya no me dejaron pasar. Nos hemos tenido que meter casi de contrabando, y es muy desgastante que no nos dejen entrar”, denunció.
A unos cuantos kilómetros de ahí, en un centro de registro de la SB ubicado en la colonia Narvarte, don Jesús Aragón es “rebotado” por cuarta vez en su larga búsqueda por obtener de nuevo la tarjeta que le robaron hace tres semanas. El hecho de que le haya sido hurtada en el estado de Morelos no ha hecho sino empeorar los términos de su peregrinaje.
“Mi credencial nueva la saqué hace como dos años, pero me la robaron en Cuernavaca hace 20 días. Hablé por teléfono para que me informaran qué hacer y me dijeron que tenía que ir al banco para que me solucionaran el problema, pero nada.
“Del banco, me mandaron a Bienestar de Cuernavaca, pero allá me dijeron que, como soy de la Ciudad de México, debe ser aquí el trámite.
“Aquí volví a llamar y me dijeron que fuera el módulo que está en la calle de Lucerna, pero ahí me dijeron que no, que debía ser en el módulo de mi alcaldía. Vengo para acá, pero me dicen que no me pueden ayudar, porque no tengo comprobante de domicilio vigente, porque uno que tengo ya prescribió para ellos. Entonces, ¿qué tiznaos hago?”, se pregunta con aire enfadado.
“El sistema no funciona. Está mal hecho, porque debería funcionar como un sistema de crédito, con sus buenas centrales y todo eso, pero aquí nomás nos dicen ‘aquí no es, vaya al otro módulo’ y así se la pasan”.
Servidores de la nación, sin recursos
Consultados en los centros de registro, los llamados “servidores de la nación” (SDN) admiten en corto que la entrega de las tarjetas puede llevarse “meses”, aunque no saben por qué, y algunos afirman que la tardanza en la entrega de los plásticos a adultos mayores obedece a que a ellos mismos no les entregan los recursos materiales suficientes para acelerar este proceso.
“Sí, yo creo que la tardanza en la entrega de tarjetas es porque no nos dan las herramientas. Estamos en un tema de austeridad, de que no tenemos que gastar y ellos se basan en eso, pero en realidad sí hay fondos para cubrir todas esas áreas”, afirma un empleado de los SDN bajo condición de anonimato, por temor a represalias.
En el caso de las tarjetas para personas adultas mayores, “nosotros tenemos que ir hasta sus casas, a tocarles las puertas, a entregarles la tarjeta, y ellos (la SB) no nos dan (recursos). Tienen las camionetas de la secretaría ahí guardadas, y ¿quién las trae? El primo, el amigo, el sobrino, la cuñada (de funcionarios)”.
Además de no contar con vehículos ni computadoras en muchos de los llamados “centros integradores”, los SDN en muchas ocasiones no reciben los viáticos que les corresponden para desplazarse.
“Por eso las tarjetas de las personas mayores se atrasan, porque no hay buena coordinación. A la secretaría les llega el recurso, pero no lo entregan como debe ser”.