A la humanidad le hace falta tener sensibilidad ante el sufrimiento de las personas que son desplazadas de sus países debido a guerras y conflictos internos, para aprender a ponerse en el lugar de las víctimas, y dejar de verlas como números y objetos de desprecio
, considera el investigador en derechos humanos Carlos Martín Beristain.
Integrante de la Comisión de la Verdad en Colombia desde hace tres años, el médico y sicólogo vasco presenta el libro Una maleta colombiana, en el que reúne testimonios de quienes en los años 90 tuvieron que huir de ese país sudamericano debido a la agudización de la violencia.
El exilio es una experiencia invisible, porque quienes se van de su tierra están en el olvido, pues existe una imagen distorsionada de ellos: se piensa que quien se fue está bien, pero no es así. Por eso decidimos hacer un trabajo a profundidad y acercarnos a esa Colombia invisible que está fuera de Colombia, pero que también tenemos que escuchar
, explica el autor en entrevista vía telefónica con La Jornada.
La Comisión de la Verdad de Colombia tiene por encargo promover escenarios de convivencia y sentar las bases para que los horrores del conflicto no vuelvan a repetirse, además de elaborar un relato comprensivo acerca de las causas, las consecuencias y las afectaciones del conflicto armado interno que se vivió en esa nación (informe que deberán entregar dentro de tres meses).
Equipaje sin deshacer
El investigador ha visitado 24 países en los que radican exiliados colombianos con el fin de tomar testimonios y escuchar a la gente, pues hay mucha verdad de Colombia que está fuera de ese país, desde campesinos de tal masacre que se fueron y no han vuelto, hasta líderes de derechos humanos, empresarios, jueces o fiscales que hacían bien su trabajo y por ello tuvieron que abandonar su hogar
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Al principio, el autor compartió los relatos en un blog (https://comisiondelaverdad.co/actualidad/blogs/carlos-martin-beristain), para comenzar a visibilizarlos y no esperar a tener el informe terminado, que será más analítico. Por supuesto, se incluirá un capítulo entero sobre el exilio
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Añade que usó la metáfora de la maleta “porque hay muchos colombianos que salieron del país con sólo una bolsa, y para ellos la maleta es un símbolo del país que pudieron o no llevarse. Nos han contado que han tenido esa maleta sin deshacer durante años, preparada para volver.
“La maleta también es una metáfora de la ruptura y lo que les ha ayudado a mantener su identidad. En el blog y en este libro comenzamos a contar y compartir las historias para que le lleguen a más personas y las entiendan, con sus enormes matices, pues es necesario contar la dimensión del exilio colombiano, ya que nadie se hace a la idea de lo que eso significa también para la siguiente generación, o los impactos que ha tenido.
“El libro es una manera ir reflexionado, pues, como dijeron unas víctimas en Chile, ‘ser refugiado es tratar de hacer que tu verdad valga la pena’. Una maleta colombiana es un intento de recoger esas experiencias desde una profunda dimensión humana”, detalla quien también formó parte, en México, del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para el caso de Ayotzinapa.
Camino a ninguna parte
Cuando se dio la gran crisis humanitaria en Colombia, continúa el especialista, “se produjo 60 por ciento de un exilio masivo que coincidió con la agudización del conflicto armado y la aplicación del Plan Colombia. Se sabía que esas acciones iban a acarrear millones de personas desplazadas y cientos de miles de refugiados, pero no se hizo nada frente a ello.
“Es decir, la comunidad internacional lo que ha hecho siempre, por ejemplo en Siria o Libia, ha sido involucrarse en las guerras y colaborar en la destrucción de un país, pero las miles de víctimas no cuentan, no aparecen cuando se habla del conflicto, nadie se preocupa por qué va a pasarle a las personas o cómo se les tiene que proteger.
“La ayuda aparece después como una ola espontánea, como si no se tratara de condiciones que se pueden prever; sólo se piensa en el petróleo, o en tal o cual régimen, pero hay que pensar en la población y en las consecuencias que para ellos siempre son devastadoras, pues el exilio es la mitad del camino hacia ninguna parte, porque a veces los refugiados no se pueden integrar al país al que llegan o las condiciones son negativas, si bien eso ha ido cambiando.
“En el exilio hay muchas memorias rotas, fragmentos de historias personales que cuando se juntan construyen una historia colectiva; es así que en este libro se puede ver todo el conflicto colombiano, así como la persistencia y la continuidad de la violencia en Colombia.
“Son dolores muy guardados. Las víctimas del exilio colombiano son las que menos habían hablado, precisamente porque cuando las personas se van no tienen un estatus de reconocimiento. El exilio no es una violación a los derechos humanos reconocida en la ley, que te reconoce si eres un desplazado interno, pero no si te fuiste del país.
“Además, ninguna nación quiere admitir que tiene exiliados; eso demuestra también que no se tiene un marco de reconocimiento de lo que les ha pasado. En muchos países el exilio se despolitiza y los exiliados se convierten en migrantes económicos, o aparecen así.
“Eso es lo que ellos nos dicen: ‘Nosotros salimos forzados por la guerra, no por que quisiéramos una mejor vida o por buscar oportunidades’, y esa es una diferencia fundamental para entender los impactos, el desgarro que el exilio significa.”
El libro Una maleta colombiana: la experiencia del exilio colombiano y la Comisión de la Verdad, editado por la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, se puede descargar en formato pdf en la siguiente dirección de Internet: https://comisiondelaverdad.co/images/zoo/publicaciones/archivos/Una_maleta_colombiana_libro.pdf