El mexicano Edy Lan dice que era un niño raro y gordo
que escuchaba música clásica, pero también a Michael Jackson, Queen, King Crimson y Yes, entre otras bandas de rock.
En la escuela lo acosaban por su condición física. Era el gordito que escuchaba música clásica, un niño curioso que hacía preguntas y por eso no me la pasaba bien
, confiesa en entrevista.
Aunque ya es adulto, sigue hablando con el niño interno que todos llevamos. Si le preguntas a mi esposa, te dirá que sigo siendo un infante. Hablo mucho con mi niño interno. Es en los peores momentos de mi vida cuando he olvidado hablar con él. Ahora, trato de recordarlo el mayor tiempo
.
Por intuición, ese extraño párvulo sabía que no se tenía que discriminar en la música
. Su naturaleza le indicaba que en cualquier creación artística lo más importante es la emoción; uno busca al arte por lo que causa. El efecto que te produce un arreglo orquestal es el mismo que te crea un trío de rock
.
Lo dice un hombre que creció con un bagaje sonoro sui géneris, y que hoy día sabe que, aunque técnicamente sea diferente, al hacer un arreglo orquestal, uno pop, o un score de cine, la emoción tiene que ser lo esencial... Al final, lo que interesa es provocar un impacto emocional
.
Edy Lan es compositor, arreglista y cantante. Ha creado varios scores cinematográficos y ha trabajado con músicos como Plácido Domingo, José Luis Perales, Mijares y Sergio Vallín (guitarrista del grupo mexicano Maná, en su disco como solista). También ha compuesto música para publicidad. Estudió en el Centro de Investigación y Estudios de la Música, asociado al Trinity College London.
Leitmotiv
Uno de sus principales leitmotiv es retribuir con emociones musicales lo que otros creadores sonoros causaron en él.
–¿Por qué tu trabajo es una retribución?
–Me metí a la música porque fui impactado por diferentes creadores audiovisuales y sonoros. Quiero crear eso en otros. En medios muy académicos, los artistas pueden ser tan técnicos que es posible que caigan en eso de analizar demasiado y olvidar la emoción.
Tomó el camino de la música cuando su abuelita lo llevó a ver la obra Amor sin barreras. Ya había sentido el impulso, pero se solidificó ese día. “Toda la obra fue impactante. Lloré y lloré con esa historia. Cuando terminó, seguía llorando. En el carro, con la abuela, quedé en silencio. Me dije: ‘tengo que estar en la música’”.
Reconoce que no es una carrera fácil. En México somos conservadores. Es mal visto querer ser músico, porque te ven como el que no se quiere tomar las cosas en serio. No obstante, en mi familia hubo apoyo para hacer lo que quisiera, siempre y cuando lo hiciera bien
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–¿Un músico cuenta historias con el sonido?
–Ciento por ciento. Creo que entre mejor músico seas, serás buen narrador. En el cine esto es claro. Un buen compositor que no entiende el lenguaje cinematográfico como elemento narrativo se meterá en problemas, aunque sea buen músico. El ADN de la música de cine es un elemento de narración. Si no hay sensibilidad como narrador, en general, no puedes hacer bien un score. Y ves eso en cintas en las que la música está desconectada de la historia y al final no contribuyes. La música, en su mejor momento, es cuando es narrativa.
–¿La música tiene color?
–En mi caso es lo primero que se manifiesta. Como vivimos en una sociedad tan visual, no hay palabras para describir lo que sería el color musical, pero cuando se comienza a formar una idea en mí, empieza por el color. A lo mejor no tengo claro cuáles serán las notas, pero sí el color de lo que quiero expresar.
Con los score, Edy trabaja de diversas formas. Lo han llamado a iniciar un proyecto desde el guion, “algo que me gusta, porque es bueno estar involucrado, pero eso tiene sus contras porque a veces haces una película en tu cabeza y termina siendo otra cosa. Es mejor llegar con un corte y basarte en él; sin embargo, también te da la libertad de crear ideas. También he llegado en esa etapa de ver el guion y eso funciona e informa a la película. Nomad (uno de sus recientes trabajos) está filmada en 17 países. En ella trabajé con sampleos de lugares y tribus, y les metí partes orquestales. Para esa película, el director llevó unas ideas (sonoras) que tenía, y las usaba en el set mientras filmaba, y eso le dio información a la historia”.
Cuando hace lo mismo muchas veces, se aburre
Comenta: “Hacer el score de Similars (Los parecidos) es lo que había deseado toda mi vida. Desde niño estaba obsesionado con la ciencia ficción de los años 50. Esa cinta me dio la oportunidad de realizar algo que me gustaba. No obstante, no podría crear scores como ése toda mi vida. Me aburriría”.
Añade: “Hice otra banda sonora este año: The Conteiner, que va a salir en 2022. Es sobre terror sobrenatural. La música iba a ser orquestal-tradicional y nos agarró la pandemia. No había orquestas para grabar, lo que me forzó a hacer un score vocal, con mi voz”.
Conocía a un trío francés de chicas que cantan a capela y con las que acordó trabajar a distancia. También echó mano de un violinista de México y de una charola donde se secan los trastes. Sí, una que utilizaba junto con un arco de chelo para sacarle sonidos. Con esos elementos hizo la música.
–¿Qué da experimentar?
–Experimentar es la base real de la creación. Uno estudia teoría, pero a veces se nos olvida que la teoría de cualquier arte se desarrolla posterior a la creación. En el arte, la experimentación viene como codificación de la teoría.
Admite que de esa experimentación, “60 por ciento se tira a la basura, pero así es el proceso. Sí, uso la teoría para expandir ideas o cuando estoy atorado, pero no olvido que primero me voy con mis emociones. Estoy clavado en eso de que un buen score debe tener pocas ideas. Los mejores tienen pocas pero muy desarrolladas”.
Recuerda su trabajo con el cantautor español José Luis Perales. He colaborado con él en dos discos. Sabía de su música, porque mis tías lo escuchaban
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Destaca la canción El reencuentro. Comenta que el productor, que es su hijo, Pablo, quería algo cinematográfico y dijo a otro de los productores, el ingeniero de sonido Rafa Sardina (productor de Lady Gaga y Stevie Wonder, entre otros) que necesitaban ello y, al final, éste lo recomendó. “Esa canción cuenta una historia muy narrativa. Me dio oportunidad de crear, hacer los arreglos, crear puentes, hacer sugerencias en la melodía y la armonía… Fue una colaboración padre que fue todo un reto porque se trataba de una balada romántica. Pude meterle mi sello”.
El caso de colaborar con Sergio Vallín en su disco como solista, Microsinfonías, fue que el hilo conductor del álbum era orquestal, con arreglos cinematográficos. Otro productor lo contactó conmigo, porque querían darle un toque de narración de cine
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