Kabul. Las mujeres y niñas afganas que ganaron libertades con las que no podrían haber soñado bajo el gobierno talibán, que cayó hace 20 años, están desesperadas por no perderlas ahora que el movimiento militante islamita está de vuelta en el poder.
Los líderes talibanes garantizaron en el período previo y después de su asombrosa conquista de Afganistán que las niñas y las mujeres tendrán derecho al trabajo y la educación, aunque con reservas.
Algunas mujeres ya han recibido la orden de abandonar sus trabajos durante el caos de los avances talibanes en todo el país en los últimos días. Otras temen que, digan lo que digan los militantes, la realidad pueda ser diferente.
"Los tiempos han cambiado", dijo Khadija, que dirige una escuela religiosa para niñas en Afganistán. "Los talibanes son conscientes de que no pueden silenciarnos, y si cierran Internet, el mundo lo sabrá en menos de 5 minutos. Tendrán que aceptar quiénes somos y en qué nos hemos convertido".
Ese desafío refleja una generación de mujeres, sobre todo en los centros urbanos, que han crecido pudiendo ir a la escuela y la universidad y encontrar trabajo.
Cuando los talibanes gobernaron Afganistán en 1996-2001, su interpretación estricta de la sharia o ley islámica, a veces aplicada brutalmente, dictaba que las mujeres no podían trabajar y que las niñas no podían asistir a la escuela.
Las mujeres tenían que cubrirse la cara y estar acompañadas por un pariente masculino si querían salir de sus hogares. Las que violaron las reglas a veces sufrieron humillaciones y palizas públicas por parte de la policía religiosa talibana.
Durante los últimos dos años, cuando quedó claro que las tropas extranjeras planeaban retirarse de Afganistán, los líderes talibanes aseguraron a Occidente que las mujeres disfrutarían de los mismos derechos de acuerdo con el Islam, incluido el acceso al empleo y la educación.
El martes, en la primera conferencia de prensa de los talibanes desde que tomaron Kabul el domingo, el portavoz Zabihullah Mujahid dijo que las mujeres tendrán derecho a la educación, la salud y el empleo y serán "felices" en el marco de la sharia.
Refiriéndose en específico a las mujeres que trabajan en los medios de comunicación, Mujahid dijo que dependerá de las leyes que introduzca el nuevo gobierno en Kabul.
El martes, una presentadora del canal privado afgano Tolo TV entrevistó a un portavoz talibán en vivo.
Pashtana Durrani, una activista afgana por la educación de las niñas, desconfía de las promesas de los talibanes.
"Tienen que predicar con el ejemplo. En este momento no están haciendo eso", dijo a Reuters, en referencia a las garantías de que las niñas podrán ir a la escuela.
"Si limitan el plan de estudios, voy a subir más libros a (una) biblioteca en línea. Si limitan Internet (...) enviaré libros a los hogares. Si limitan a los profesores, comenzaré una escuela clandestina, así que tengo una respuesta a sus soluciones", agregó.
Algunas mujeres han dicho que una prueba del compromiso de los talibanes con la igualdad de derechos sería si les dan puestos políticos y de formulación de políticas.
Una activista que se quedó en casa durante días por temor al Talibán decidió salir por primera vez el martes en Afganistán. Ella y su hermana, ambas con el cabello cubierto por mascadas sueltas, eran las únicas mujeres en el mercado, donde atrajeron algunas miradas hostiles, pero ningún acto de hostigamiento.
En Herat, la tercera ciudad más poblada del país, las niñas se unieron a los niños que regresaron a clases, en contra de las expectativas, pero los insurgentes les dieron hiyabs y velos en la puerta.
Días después de tomar el control de la nación luego de una ofensiva implacable, los talibanes trataron de mostrar una postura más moderada, prometiendo respetar los derechos de las mujeres e invitándolas a unirse al gobierno. Algunas afganas, que desconfían profundamente de los milicianos islámicos, trataron cuidadosamente de poner a prueba sus límites.
Pero en gran parte del país, muchas permanecían en sus hogares, demasiado asustadas para salir a un nuevo mundo en el que un grupo extremista que alguna vez apedreó mujeres y restringió cada uno de sus movimientos está nuevamente en el poder. La postura encantadora del grupo contradecía los reportes que había en las calles, incluidas visitas casa por casa por parte de los milicianos que buscaban a periodistas, personas que trabajaban para la oposición y otros objetivos.
Una profesora occidental en Kabul, que pidió hablar bajo condición de anonimato debido a continuas amenazas a la seguridad, dijo que el miedo se apodera de la capital.
“Han empezado a ir casa por casa, revisando los hogares de la gente, en ocasiones entrando por la fuerza. Dicen que están dejando en paz a la gente, pero eso es un indicio de que no es cierto", comentó. The Associated Press no pudo verificar las declaraciones de manera independiente.
El Talibán ha atribuido actos de saqueo y robos a criminales o a personas que se hacen pasar por miembros del grupo, no a sus combatientes. Los talibanes liberaron a miles de reclusos, incluidos a los que se encontraban en la mayor prisión del país, como parte de una amnistía general.
Los reportes, en caso de confirmarse, representarían un fuerte contraste con las promesas que el grupo hizo el martes.
Enamullah Samangani, miembro de la comisión cultural del Talibán, dijo que el grupo estaba dispuesto a “darles a las mujeres un entorno para trabajar y estudiar, y la presencia de mujeres en distintas estructuras” del gobierno. Otro miembro del grupo prometió respetar los derechos de las mujeres “en virtud de la ley islámica”. El Talibán interpreta de manera estricta las escrituras islámicas.
“No le creo al Talibán”, señaló una importante locutora de televisión de Kabul, quien dijo que el martes permanecía escondida en la casa de un familiar.
Comentó que tenía demasiado miedo para regresar a casa y mucho más para ir al trabajo luego de que se dieron a conocer reportes de que el Talibán tenía una lista de periodistas y había acudido a las viviendas de algunos de ellos después de capturar Kabul el domingo.
Su padre le dijo que siguiera escondida hasta que se aclarara la situación de seguridad. Hablando con la AP vía telefónica, la joven de 29 años, quien pidió permanecer en el anonimato por temor a represalias, dijo que la situación no está clara para las mujeres en Afganistán.
Previamente, en un intento del Talibán por mostrar una nueva imagen, una periodista de la televisora Tolo entrevistó a un funcionario del Talibán el martes en un estudio.
“Eso era impensable hace dos décadas, cuando estuvieron al mando por última vez”, tuiteó Saad Mohseni, el propietario de la estación.
Hasta ahora no había indicios de que el grupo obligue a las mujeres a portar la burka, el velo azul que cubre de pies a cabeza y que las mujeres debían vestir durante el mandato previo del Talibán.
Sin embargo, la mayoría de las mujeres está esperando señales más claras por parte del Talibán. Mientras tanto, están preocupadas por cuestiones inmediatas, como por ejemplo, si pueden salir solas, si aún tienen trabajo, si pueden aspirar a una carrera o si deberían abandonar el país.
La locutora de Kabul dijo que las afganas han logrado grandes avances con el paso del tiempo, pero no cree que el Talibán acepte ese progreso.