Tokio. Agotadores, enriquecedores y, por momentos exasperantes, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 llegaron a su fin al apagarse el pebetero.
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Imperfectos, pero no imposibles, estos Juegos –celebrados prácticamente a la fuerza a pesar de una pandemia, y que desataron escepticismo a escala mundial y una firme oposición de los propios japoneses– podrían pasar a la historia como la justa que cambió al deporte para siempre.
El último capítulo de Tokio 2020 tuvo momentos de celebración y de reconocimiento a los 16 días de competencia entre los mejores deportistas del mundo, pero el espíritu de la despedida lo resumió con dos palabras Thomas Bach: “Lo hicimos”.
“Ustedes, el pueblo japonés, pueden estar extremadamente orgullosos de lo que han conseguido. En nombre de los deportistas, les decimos: 'Gracias, Tokio. Gracias, Japón’”, proclamó el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) frente a las gradas que la población local no pudo ocupar.
“Sólo el deporte pudo unir de nuevo al mundo”, resumió.
La gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, entregó la bandera olímpica al presidente del COI, quien a su vez la cedió a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. Mientras, en la explanada de la Torre Eiffel, miles de franceses celebraban la llegada de los Jue-gos Olímpicos de París dentro de tres años con la bandera más grande del mundo.
“Esta noche cae el telón de unos Juegos de emoción, en medio de una pandemia. Aunque muchas de las pruebas se han celebrado sin público, el pueblo de Japón les ha apoyado. Gracias a los voluntarios, este certamen es el resultado de su esfuerzo. La llama de Tokio se apagará en silencio, pero nun-ca se extinguirá”, indicó Koike.
La ceremonia inició con dos minutos de las imágenes más memorables de los 16 intensos días de competencias y, también, de las innumerables restricciones para mantener a la pandemia alejada de la justa veraniega.
Por la pantalla del estadio Olímpico de Tokio aparecieron la tenista Naomi Osaka, encendiendo el majestuoso pebetero en la inauguración, así como otros miembros del exitoso equipo anfitrión que fue capaz de escalar hasta el tercer lugar del medallero sin el apoyo de sus aficionados.
Sonrisas y lágrimas
Sonrisas y lágrimas, esfuerzo y celebración, concentración y habilidad. Y estrellas, desde la velocista jamaicana Elaine Thompson-Herah hasta la saltadora venezolana Yulimar Rojas, pasando por la impactante puesta en escena de los astros de los nuevos deportes olímpicos como el skateboarding y la escalada.
Tras la protocolaria entrada de autoridades y banderas arrancó la música de fiesta para abrir el desfile de los deportistas todavía presentes en estos Juegos, incluidas algunas nuevas figuras que alumbraron la cita, como la gimnasta brasileña Rebeca Andrade y la atleta holandesa Sifan Hassan.
Acróbatas, skaters y malabaristas del balón y de la bicicleta divirtieron a los deportistas en una estampa de uno de esos parques de Tokio que, en la era pandémica, los aficionados extranjeros no pudieron visitar.
Los deportistas eran aplaudidos por público a través de la gran pantalla cuando desde cada uno de ellos surgieron partículas de luz que se unieron en una gigantesca ola y formaron los anillos olímpicos, un espectáculo visual que coronó los Juegos más tecnológicos y virtuales de la historia.
El tradicional segmento de presentación de los próximos anfitriones, París 2024, también fue principalmente a distancia, con un trepidante video desde el cielo parisino que culminó con la celebración de una multitud bajo la Torre Eiffel, convertida en portadora de la bandera olímpica.
La música japonesa, del sopranista Tomotaka Okamoto al diyéi Matsunaga, pasando por jazz, funk y clásica, estuvo presente durante las dos horas de ceremonia, aunque con menor protagonismo que en las clausuras de Londres 2012, con su festival de las mejores bandas británicas, o la exuberante samba con la que se despidió Río 2016.
Tradición y memoria
El Japón tradicional estuvo representado con el tambor taiko, cuya atmósfera sustituyó al silencio para la parte de conmemoración, y una secuencia de danzas de cuatro distintas regiones que perviven de generación en generación.
En un momento particularmente emotivo, la tradición y ceremonia de la cultura japonesa recordó a los que ya no están. Un ritual de memoria profundo que rompía con el espíritu festivo de la clausura. A pesar de la melancolía por la evocación, había gran belleza.
El vestuario también tuvo un papel importante con tradicionales trajes, hakamas y kimonos, como el que lució la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike.
Con el testigo entregado a París, una de las capitales de Europa, Tokio procedió a apagar la llama olímpica del pebetero y concluir la ceremonia dejando un mensaje en la pantalla: “Arigato”.
Mientras tanto, en París todo era una fiesta, pero de esperanza.
Una gran verbena popular con exhibición de breakdance frente a la Torre Eiffel y hasta un astronauta tocando acordes de La Marsellesa con un saxofón desde el espacio: París lanzó un mensaje universal de esperanza y vitalidad ante la perspectiva de los próximos Juegos de verano.
En directo, la ceremonia de clausura de los Juegos de Tokio 2020 reservó una ventana para una conexión en directo con París, diferencia horaria de siete horas, desde la noche japonesa al inicio de la tarde francesa, donde medallistas olímpicos de estos Juegos, como el atleta Kevin Mayer o los judocas Clarisse Agbegnebou y Teddy Riner, estaban rodeados de fans en una fiesta llena de banderas tricolores en los jardines de Trocadero, frente a la Torre Eiffel.
Estaba previsto el despliegue de una bandera gigante (90 metros de largo por 60 de ancho, para una superficie de 5 mil 400 metros cuadrados) con el logo de París 2024, pero las condiciones meteorológicas hicieron que no pudiera realizarse en el momento planeado y la imagen de la emblemática Dama de Hierro luciendo ante el mundo como un mástil de lujo fue virtual.
Todo ello acompañado de una exhibición aérea de la Patrulla de Francia alrededor del célebre monumento.
“Más rápido, más alto, más fuerte, juntos”: el nuevo lema olímpico, en labios del presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, daba solemnidad en el video, desde el último piso de esa Torre Eiffel, a la bienvenida de Francia a los que serán los terceros Juegos Olímpicos de su historia, después de los que el barón Pierre de Coubertin llevó a su país en 1990 y de los que el país albergó en 1924.