Washington. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, prometió que no perderá tiempo en la implementación de las nuevas pautas de vacunación y pruebas diagnósticas de coronavirus, pero los funcionarios del Pentágono buscan ahora cómo aplicar los cambios en la vasta población militar y definir cuáles unidades de la Guardia Nacional y la Reserva se verán afectadas por las órdenes.
El Pentágono tiene ahora dos misiones separadas relacionadas con el anuncio del presidente Joe Biden del jueves, que busca aumentar la vacunación en la fuerza laboral federal.
El Departamento de Defensa debe desarrollar planes para hacer la vacuna obligatoria para los miembros de las fuerzas armadas y establecer nuevos requerimientos para los empleados federales, que tendrán que demonstrar vacunación o enfrentar pruebas frecuentes y restricciones de viajes.
Austin dijo el viernes que el Pentágono actuará con presteza, pero añadió que no puede pronosticar cuánto tiempo va a tomar. Dijo que planea consultar con profesionales médicos y líderes de los servicios militares.
Cualquier plan para hacer obligatorias las vacunaciones requerirá una excepción firmada por Biden, porque la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) no ha dado aún su aprobación final y formal a las vacunas existentes.
De acuerdo con la ley federal, sólo el presidente puede hacer excepcional el requisito de ofrecer a las personas la opción de aceptar o rechazar el uso de una vacuna para uso de emergencia y “sólo si el presidente determina por escrito que el cumplimiento de dicho requisito va en contra del interés de la seguridad nacional”.
Hacer obligatorias las vacunas antes de una aprobación por parte de la FDA casi seguramente desatará protestas de los opositores a las vacunaciones e involucraría a las fuerzas armadas en un debate político sobre lo que se ha vuelto un asunto sumamente polarizante en el país.
Sin embargo, los comandantes militares han pasado trabajos para separar a los reclutas vacunados de los no vacunados en las etapas iniciales de los entrenamientos básicos para poder prevenir infecciones. Así que, para algunos, un mandato presidencial podría hacer menos complicados los entrenamientos y el albergue de las tropas.
Los miembros de los servicios militares ya tienen requerido recibir hasta 17 vacunas diferentes, dependiendo de dónde están basados en el mundo. Algunas de las vacunas son específicas para ciertas regiones. Las autoridades militares han dicho que el ritmo de las vacunaciones ha estado aumentado entre sus filas, con algunas unidades consiguiendo la vacunación de casi 100% de sus miembros.
De acuerdo con el Pentágono, más de 1 millón de miembros de los servicios están plenamente vacunados y 233.000 han recibido una dosis. Existen 3 millones de soldados en servicio activo, de la Guardia Nacional y la Reserva.
Un mandato presidencial de vacunación obligatoria crearía la interrogante de si las fuerzas armadas pueden dar de baja a quienes se nieguen a inyectarse.
Los funcionarios de la Guardia Nacional dijeron que la orientación inicial indica que los efectivos de la Guardia que inicialmente rechacen la vacuna una vez que sea obligatoria recibirán asesoramiento del personal médico. Si siguen negándose, se les ordenará que la tomen, y el incumplimiento de esa orden podría dar lugar a medidas administrativas o punitivas.
El viernes, funcionarios de la Guardia Nacional dijeron que los líderes seguían trabajando en recomendaciones legales sobre cuáles soldados estarán afectados por las nuevas directrices. Los funcionarios dijeron que parece que el grueso de la Guardia tendrá que vacunarse finalmente, cuando sea obligatorio.
Los soldados de la Guardia en servicio federal activo recibirían la vacuna en sus unidades donde estuvieran desplegados y otros la recibirían cuando se reporten a sus ejercicios mensuales o los entrenamientos anuales. El sistema, de acuerdo con los funcionarios, sería similar a cualquier otro requerimiento de vacunas.
Los soldados de la Guardia Nacional en servicio estatal no estarían sujetos inicialmente al requerimiento porque están sujetos a las leyes de los estados, pero una vez que regresen para sus ejercicios mensuales, la orden será aplicable a ellos. Los funcionarios hablaron a condición de preservar el anonimato porque aún se están finalizando los procedimientos.
Aunque el número de muertes por COVID-19 entre los militares sigue siendo bajo —atribuido mayormente a la edad y salud de la fuerza—, los casos de infección de coronavirus han estado subiendo.
Hasta la semana que acaba de concluir, ha habido más de 208.000 casos de COVID-19 entre los miembros de las fuerzas armadas. De esos, más de 1.800 han sido hospitalizados y 28 han muerto.
A inicios del año, los números de casos y hospitalizaciones habían estado subiendo en cantidades relativamente pequeñas y constantes. El número de muertos se estancó en 26 durante más de dos meses y medio. En semanas recientes, los números se dispararon. La cifra de casos aumentó en más de 3.000 la última semana y las de hospitalizaciones en 36. Dos marineros murieron.