Las principales ciudades mexicanas están en grave riesgo por su crecimiento expansivo y desordenado, el cual ya le cuesta al país más del uno por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) y es “insostenible a largo plazo”, pues tan sólo para mantener el mismo nivel de servicios que existe hoy, sería necesario que las principales urbes aumentaran su gasto hasta en 244 por ciento.
Así lo advierte el estudio “El costo de la expansión urbana en México”, elaborado por la organización internacional World Resources Institute (WRI) México, el cual señaló que, de no realizar los cambios urgentes al actual modelo de crecimiento de las ciudades, los sectores sociales más precarios tendrían servicios básicos cada vez más deficientes y estarían especialmente expuestos a los efectos del cambio climático.
El estudio –que se presenta este miércoles en las redes sociales de WRI-- analiza el costo de la expansión de la “mancha urbana” periférica en las zonas metropolitanas del Valle de México, Mérida, Tijuana, Monterrey, Guadalajara, Reynosa, Culiacán y Tuxtla Gutiérrez.
Para analizar el crecimiento de dichas urbes, se toman en cuenta elementos como los costos de construcción de la vivienda y su urbanización, las emisiones derivadas del proceso constructivo, los gastos de desplazamiento de los habitantes y el costo de provisión de los servicios básicos.
Con dichos factores, se proyectan tres escenarios: uno de continuidad con las mismas tendencias, otro en el que se fomenta la localización adecuada de la vivienda –acercándola a fuentes de empleo, servicios y equipamientos—y un tercero en el que la periferia externa se “densifica”, es decir, se habita más.
Entre los principales hallazgos del documento se encuentra que los costos de provisión de los servicios urbanos que requieren las grandes ciudades al crecer de forma horizontal, sumado a los gastos que hacen las familias que viven a grandes distancias de sus trabajos o escuelas, ya equivale al uno por ciento del PIB.
De igual forma, los autores del análisis documentaron que, en 2050, la mitad de las ciudades analizadas requerirían aumentar su gasto en proporciones que van del 48 hasta el 244 por ciento para “mantener el mismo gasto actual por vivienda en la provisión de servicios públicos urbanos”, por lo que el actual modelo no es sostenible financieramente a largo plazo.
Vivienda asequible en zonas céntricas, la clave
Pablo Lazo, director de desarrollo urbano y accesibilidad de WRI México, advirtió en entrevista con La Jornada que este modelo se ha utilizado ya durante muchos años.
De acuerdo con estudios previos de la organización sobre este tema, en las últimas dos décadas prácticamente todas las 73 zonas metropolitanas del país han mantenido la misma tendencia expansiva, “de ir creciendo en la mancha urbana con este modelo de muy baja densidad, muy segregado, qué ha acrecentado los costos” de los servicios, el transporte y la vida en general.
En este escenario, indicó, el rol de los desarrolladores privados de vivienda es central, pues muchos de ellos siguen buscando terrenos en zonas alejadas porque es más barato adquirirlos, pero no toda la problemática se debe a este factor.
“Es un modelo que persigue ese proceso de expansión, consiguiendo tierras a bajo costo, urbanizando con muy baja densidad y buscando altas tasas de retorno. Pero mientras no haya incentivos para que estos desarrolladores busquen otras alternativas, es muy perverso decir que sólo ellos son el problema”, apuntó.
Por lo anterior, dijo Lazo, la solución a este problema pasa en gran medida por una intervención del Estado, a través de subsidios, para que las inmobiliarias incluyan ofertas asequibles en zonas intraurbanas, cerca de los centros de empleo y estudio.
De igual manera, deben focalizarse con mayor intensidad los apoyos institucionales en las zonas de mayor precariedad y los municipios con menores capacidades institucionales, además de lanzar programas de planeación urbana a largo plazo que no dependan de gobiernos o partidos que sólo buscan resolver lo inmediato y de forma superficial.
“Prácticamente todos los gobiernos son muy cortoplacistas y sólo ofrecen parches que realmente no atienden el cambio que requieren las ciudades para que la calidad de vida mejore. Debe haber una planificación a largo plazo, que no puede estar establecida por un periodo político, sino que haga un análisis holístico de estos impactos y de sus beneficios a largo plazo”.
Lazo recalcó: “Si no se cambian estos modelos, el cambio climático va seguir generando fuertes impactos tanto por inundaciones y falta de abastecimiento de agua o de energía eléctrica, como por los costos en el bolsillo familiar del día a día por los desplazamientos” diarios al trabajo y la escuela.