Base aérea de Ain al-Asad. Una carcasa de camión calcinado yace ante un mezquita de azules muros derruidos. Un joven, con la cabeza vendada, se pregunta por qué los iraquíes deben "pagar el precio" del enfrentamiento cada vez más abierto que opone a estadunidenses y grupos pro iraníes.
Un día después de uno de los ataques más importantes de estos últimos meses, 14 cohetes disparados el miércoles contra una base militar en el oeste de Irak, Hamza Abdulrazzaq, herido por una esquirla de obús, deja escapar su cólera: "toda la zona ha sido afectada, las casas incendiadas, las ventanas destrozadas. ¿Y qué culpa tenemos nosotros? Nos gustaría que el gobierno garantizara nuestra seguridad".
En pleno desierto, la base aérea de Ain al Asad, que alberga a militares —en su mayoría estadunidenses— de la coalición antiyihadista, ya ha sufrido otros ataques. Pero la magnitud de esta operación fue inédita.
Según el general iraquí Hamad Namess, se lanzaron 24 cohetes el miércoles desde un camión que transportaba harina. "El vehículo tenía todas las autorizaciones para atravesar los controles", precisó a la prensa, que fue invitada este jueves al lugar.
Catorce alcanzaron su objetivo, dejando dos heridos leves en la base, según el portavoz de la coalición, el coronel Wayne Marotto, quien prometió en Twitter que los autores "rendirán cuentas a 100 por ciento" y anunció próximas represalias de Estados Unidos.
Desde hace meses, en Irak, los ataques son incesantes, con cohetes o drones contra bases militares o la embajada de Estados Unidos. Estos últimos días, han sido cotidianos y se produjeron en Bagdad y en Erbil, capital del Kurdistán iraquí (norte).
A veces son reivindicadas por grupos desconocidos que exigen la salida "del ocupante norteamericano" o prometen "vengar" la muerte de combatientes en bombardeos estadunidenses, pero son atribuidos a las facciones pro-iraníes agrupadas en torno al Hashd al-Shaabi.
Esta poderosa coalición, integrada políticamente y militarmente en las instituciones iraquíes, se congratula habitualmente de estos ataques, pero nunca los ha reivindicado oficialmente.
No obstante el Hashd ha prometido "vengar" a la decena de sus combatientes muertos en los bombardeos estadunidenses del 28 de junio en Irak y Siria, donde además un ataque con drones contra los norteamericanos fue desbaratado el lunes.
Peligroso ciclo
El ciclo de ataques y represalias es peligroso según varios expertos, para quienes está lejos de terminar.
Desde principios de año, ha habido medio centenar de operaciones de grupos pro iraníes contra intereses de Estados Unidos en Irak, pero más que demostraciones de fuerza lo que pretenden es enviar un mensaje, según los analistas.
El primer objetivo de los grupos pro iraníes —que han prometido vengar al que fuera número dos del Hashd, el iraquí Abu Mehdi al Mohandis, muerto con el poderoso general iraní Qasem Soleimani en un ataque estadunidense en enero de 2020 en Bagdad— es "evitar perder la credibilidad ante su base" explica Hamdi Malik, especialista de los grupos armados iraquíes.
"Si no actúan, corren el riesgo de perder el respeto de otros integrantes del eje de la resistencia", los pro-Irán en Siria, Líbano o Yemen, aseguró.
Del lado de Estados Unidos, "el objetivo es frenar la influencia de estas milicias" pro iraníes, que actúan bajo la mirada impotente del Estado iraquí. Estados Unidos e Irán, implicados además en muy difíciles negociaciones para reactivar el acuerdo sobre el programa nuclear iraní, dejan que sus tensiones se exacerbaron en Irak y en Siria.
"Hay un vínculo entre los dos hechos, pero no hay que perder de vista que los grupos que operan en Irak tienen una ideología y objetivos que les son propios" agrega Malik.
No obstante, un alto responsable militar iraquí considera que estos grupos armados "están jugando con fuego".