Mekele. Las calles de Mekele, capital de la región etíope de Tigray, rebosaban alegría esta semana después que los combatientes rebeldes se apoderaron de la ciudad, un giro en el sangriento conflicto que asola este territorio desde hace ocho meses.
Cantando, bailando, ondeando la bandera de la región (roja y amarilla), los habitantes celebraron la llegada de los combatientes de las Fuerzas de Defensa de Tigray (TDF).
Estas tropas, leales a las anteriores autoridades regionales, formadas por miembros del Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF), entraron el lunes en la ciudad, de la que habían huido previamente los funcionarios y el ejército del gobierno federal.
El ejecutivo federal, que envió al ejército a Tigray en noviembre para capturar a los dirigentes del TPLF, declaró esa misma noche un "alto el fuego unilateral".
Apiñados en las calles, repletas de gente, entre el ruido de las bocinas de los coches y las motos, los habitantes recibieron a los rebeldes, que llegaban a pie y en camiones, a veces alzando los brazos para intentar tocarlos.
La multitud acogió a los y las combatientes de las TDF de forma triunfal, y aquí y allá se veían parejas besándose y familiares abrazándose, felices de reencontrarse. Un ambiente festivo muy distinto al que reinaba mientras el ejército federal controlaba la ciudad, regida por un estricto toque de queda que sumía en el más absoluto silencio unas calles en general bulliciosas.
Tras tomar el control de Mekele, las TDF continuaron avanzando por la región, la más septentrional de Etiopía, asegurando que quieren expulsar a sus "enemigos", es decir, los soldados federales y sus aliados (las fuerzas de seguridad de la región vecina de Amhara y el ejército de Eritrea, un país fronterizo con Tigray).
El gobierno federal pidió a los rebeldes que respeten su "alto el fuego unilateral".
Preocupa cada vez más la situación de los miles de civiles que pasan hambre, sobre todo después de que dos puentes cruciales para el abastecimiento de ayuda humanitaria fueran destruidos.
El ejecutivo etíope liderado por Abiy Ahmed negó este viernes querer "asfixiar" la región, rechazando las acusaciones de varias ONG y del Programa Mundial de Alimentos, que apuntan que el gobierno pretende bloquear la ayuda humanitaria destinada a Tigray.
Muchas escuelas de Mekele se convirtieron en campos para desplazados y los servicios de pediatría están llenos de niños heridos de bala o por explosivos. Algunos han perdido las extremidades.