San Juan. Elsa ganó fuerza y el viernes se convirtió en el primer huracán de la temporada atlántica al arrancar techos y derribar árboles a su paso por el Caribe oriental, donde las autoridades ordenaron el cierre de escuelas, negocios y aeropuertos. Posteriormente parecía enfilarse a Florida.
La tormenta de Categoría 1 es el primer huracán en azotar Barbados en más de 60 años, causando lluvias y vientos fuertes en la isla y posteriormente en San Vicente y las Granadinas, que luchan por recuperarse de erupciones volcánicas recientes.
El ojo de Elsa estaba a unos 935 kilómetros (580 millas) al este-sudeste de Santo Domingo y se movía hacia el oeste-noroeste a 46 kilómetros por hora (29 mph). Tenía vientos máximos sostenidos de 140 kilómetros por hora (85 mph), según el Centro Nacional de Huracanes en Miami.
“Ese nivel de viento sostenido es capaz de derribar muchos edificios y causar mucho daño”, advirtió el viceprimer ministro de San Vicente, Ralph Gonsalves. “Les suplico. No tomemos este huracán a la ligera. No es momento de hacerse el tonto”.
El rastreo a largo plazo mostró que la tormenta se enfilará a Florida como una tormenta tropical para la madrugada del martes, si bien algunos modelos consideran que se dirigiría al Golfo de México o a la costa de Estados Unidos en el Atlántico.
Las autoridades de Barbados indicaron que han recibido llamadas de emergencia sobre familias atrapadas en sus hogares, viviendas derruidas, apagones y suspensión del servicio de agua potable, pero no hay reportes de heridos de gravedad ni de muertos. Wilfred Abrahams, ministro del Interior, Información y Asuntos Públicos exhortó a la población a abrir sus casas a los necesitados.
“Estamos recibiendo muchos reportes de daños”, sostuvo.
Una advertencia de huracán se mantiene en vigor desde Puerto Príncipe, la capital de Haití, hasta Punta Palenque en la República Dominicana. Una vigilancia de huracán fue emitida para Jamaica.
Las autoridades abrieron docenas de refugios en San Vicente e instaron a la población a desalojar sus hogares si viven cerca de un valle, debido a la amenaza de inundaciones repentinas, aludes de lodo y de ceniza volcánica, especialmente en la parte norte de la isla donde se encuentra el volcán La Soufrière.
Gonsalves dijo que 94 albergues se encuentran abiertos, una cantidad menor a la de años anteriores debido a que cerca de dos mil personas permanecen en otros albergues después de las erupciones volcánicas que iniciaron a principios de abril.