Una niña hondureña de 13 años que pasó dos meses en el albergue de emergencia para niños migrantes más grande del gobierno estadunidense dijo que fue puesta bajo vigilancia para prevención de suicidio y que sólo comía paletas y tomaba jugo porque la comida olía muy mal. En otro sitio, una salvadoreña de 17 años dijo que tuvo que usar la misma ropa, incluida prendas interiores, durante dos semanas, y que pasó la mayoría de los días en cama.
En una tercera instalación en Texas, un hondureño de 16 años dijo que no se había reunido con un coordinador de caso en más de tres semanas para ver si podía irse a vivir con su hermana en Nueva Orleans.
“Estoy desesperado. No me importaría estar aquí 20 o 30 días si supiera que pronto voy a ser liberado. Pero como el proceso no ha comenzado y como no tengo idea de qué está sucediendo o cuándo iniciará el proceso, eso me hace sentir muy, muy ansioso. No sé cuándo terminará esto”, comentó.
Más de una docena de menores inmigrantes describieron condiciones similares y la desesperación que sentían por salir de los centros de alojamiento de emergencia de gran escala montados por el gobierno de Joe Biden en sitios como centros de convenciones y bases militares para enfrentar un aumento récord en el número de menores que cruzan la frontera entre México y Estados Unidos.
Los menores fueron entrevistados por defensores de los inmigrantes entre marzo y junio, y sus testimonios fueron presentados la tarde del lunes en una corte federal en Los Ángeles que supervisa el acuerdo que regula las condiciones de custodia para los menores que cruzan solos la frontera.
Durante semanas, los defensores han dicho que el gobierno de Biden está demorando demasiado en entregar a los menores a familiares en Estados Unidos y que las condiciones en algunas instalaciones de emergencia sin licencia son inadecuadas y alarmantes. Los gobiernos de Barack Obama y Donald Trump también se enfrentaron a desafíos relacionados con el cuidado de menores migrantes no acompañados.
El gobierno de Biden indicó que se han hecho mejoras significativas, como redoblar esfuerzos para reunir rápidamente a los menores con sus familias, o moverlos a instalaciones de estadía larga con licencia. Eso ha resultado en un descenso en la cantidad de menores en albergues de emergencia, de un máximo de aproximadamente 14 mil 500 en abril a menos de ocho mil actualmente, según el Departamento de Salud y Servicios Humanos, la agencia a cargo de su cuidado.
En la base militar de Fort Bliss en El Paso, Texas, el albergue de emergencia más grande del gobierno, el número de menores se ha reducido de unos 4 mil 800 a mil 600. Ahora hay actividades disponibles como clases de ejercicio y reuniones semanales con coordinadores de caso, además de una biblioteca en el sitio que los menores pueden visitar en cualquier momento, informó el departamento.
En sus testimonios, los menores — que no fueron identificados por nombre en los documentos — describen esperas de semanas o de más de un mes en instalaciones con poco qué hacer, educación mínima y sin saber cuándo podrán irse.