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La aventura de conquistar una montaña en la era del Covid

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Tras varios imprevistos, como contraer Covid, Badía Bonilla y Mauricio López consiguieron su novena cumbre mayor a 8 mil metros. Foto tomada del Facebook de @unaparejaenascenso / Archivo
08 de junio de 2021 08:58

Badía Bonilla encendió la luz y de inmediato reconoció su hogar. El espacio de seguridad y confort que habita con su pareja, Mauricio López, se iluminó ante ellos. Ahí estaba la cama restauradora, el baño amable y las toallas que dejaron de usar hace más de dos meses cuando partieron rumbo a Nepal para escalar una montaña en la mayor cordillera del mundo, el Himalaya. Hogar, sólo eso. Pero era el suyo, pensaron al volver después de la aventura más impredecible en veinte años de trayectoria como alpinistas. Fue la expedición en la era del Covid. Y eso, quizás, robe un poco la atención a la hazaña de conquistar su novena cima, el Annapurna.

Todavía tratan de digerir las once semanas fuera de casa. Esta vez las huellas físicas alternan con las imágenes en la memoria. Las manos y los pies aún no recuperan del todo la sensibilidad por el frío inimaginable que padecieron estos dos experimentados montañistas. Un frío diferente a todo lo que habían vivido en veinte expediciones y en ocho cumbres mayores a 8 mil metros.

Aún arrastran la fatiga. No sólo la que se les instala después de someter sus cuerpos a climas y alturas hostiles al ser humano. Esta vez, además, Badía y Mauricio están cansados por secuelas leves que les dejó el mal de la época. Ambos enfermaron de Covid mientras se aclimataban para intentar la cima de una segunda montaña, el Dhaulagiri, tras lograr la vecina Annapurna.

En los relatos de los montañis-tas que acudieron esta temporada al Himalaya sobresale la presencia del virus que asola desde hace semanas la región asiática. Hubo contagios en campamentos en el Everest, en las faldas del Dhaulagiri, entre los sherpas –la etnia mítica sin la cual ninguna cumbre sería posible para los occidentales–, negligencia de las compañías que prestan servicio a los montañistas e incluso de las autoridades.

Tal vez fuimos un poco ingenuos al pensar que sería difícil que el virus llegara a la montaña, comenta Badía; confiamos en los protocolos y los tres controles obligatorios que seguimos antes de intentar los ascensos. Pero hubo negligencia en las empresas que descuidaron a su personal, los sherpas, quienes nunca se hicieron pruebas y se contagiaron.

Mauricio sostiene que estaban conscientes de que emprender una expedición en medio de una pandemia tenía un margen de riesgo ineludible. La decisión la tomaron con reservas, hubo previsiones como contratar un seguro médico en caso de enfermar de Covid y viajar con un botiquín de emergencia por si el virus los alcanzaba mientras estaban en las alturas.

Los problemas, sin embargo, surgieron desde antes de la expedición. Mauricio arrojó un falso positivo que casi les cuesta el viaje. Después de varias pruebas más, y el pago de nuevos boletos de avión, por fin emprendieron la misión.

Esta expedición ha sido la más compleja en toda nuestra experiencia, afirma Mauricio; el Covid opaca la cumbre que conseguimos en Annapurna, algo que no hacíamos desde hace más de seis años, desde que en 2014 logramos Broad Peak. Pero esta fue una cumbre que nos exigió mucho técnicamente y que nos opuso condiciones que nunca habíamos enfrentado, como el frío inesperado que nos puso en una situación de mucho esfuerzo y padecimiento.

Conseguir una cumbre después de seis años sin lograrlo les animó a intentar enseguida la cima del Dhaulagiri. Ahí fue donde el virus los alcanzó. Primero evacuaron con sigilo a varios sherpas con síntomas de Covid. Después, la pareja de mexicanos, y otros más, manifestaron signos de contagio.

Lo que siguió fueron días de incertidumbre y malestar en un hospital en Katmandú, la capital de Nepal. Cuando lograron vencer la enfermedad, se enfrentaron a una ciudad desierta y sin posibilidades para volver a casa. Encontrar un boleto para salir del país fue una hazaña tan admirable como escalar más de 8 mil metros.

Mauricio siente un poco de sofoco por la neumonía que le provocó el Covid. Ambos notan la falta de sensibilidad en los dedos de los pies. También se resignan a la sangría que sufrieron sus finanzas. Hoy, dicen, están en números rojos por los gastos imprevistos de la expedición. Pero valió la pena. Fue un éxito, señalan a coro.

No nos arrepentimos de un sólo día de lo que vivimos en la montaña, afirma Badía. A veces hay que arriesgar para hacer realidad el sentido de la vida. Juntos lo logramos, como pareja y como personas. Juntos hicimos magia.

 

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