Quito. Hace medio siglo atrás, Guillermo Lasso debió trabajar de chico para pagar sus estudios de colegio, aunque no llegó a lograr nunca un título universitario.
Eso no fue impedimento para que Lasso se convirtiese más adelante en un exitoso banquero y cristalizara mucho tiempo después su gran sueño luego de dos intentos fallidos en las urnas: Llegar a la presidencia del Ecuador.
Lasso, de 65 años, asumió el lunes la conducción de la nación andina de 17 millones de habitantes por los próximos cuatro años. Deberá lidiar de inmediato con un país que tiene un déficit fiscal de 7 mil millones de dólares, un alto endeudamiento de más de 60 mil millones de dólares y su aparato productivo duramente golpeado por la pandemia del nuevo coronavirus.
El líder conservador ha dicho que tal situación configura un escenario de “necesidades ilimitadas con recursos muy limitados, donde vamos a tener que priorizar, comenzar por (solucionar) el hambre que sufre más de 300 mil familias ecuatorianas”.
Esta crisis “requiere de administradores con capacidad y con experiencia... (pues) enfrentamos una realidad dura", agregó. Pero "debemos sacar a Ecuador del hoyo en que nos encontramos este momento” a través de una economía con “sentido social”.
En su tercer intento por la presidencia tras perder en los dos anteriores, Lasso logró ganar en abril el balotaje después de una sufrida primera vuelta en que casi queda relegado por Yaku Pérez, candidato del partido indígena Pachakutik, al cual se impuso con menos de medio punto porcentual.
Derrotó a Andrés Arauz, mucho más joven que él y considerado delfín del exmandatario Rafael Correa (2007-2017). Arauz fue el que más votos sacó en la primera ronda.
Lasso ha dicho que es un liberal en temas económicos y defiende contundente la permanencia del sistema de dolarización en esta nación andina. Por otro lado, se lo ve como un conservador en asuntos como el aborto y el matrimonio igualitario, aunque el nuevo presidente ha señalado que respeta a quienes no piensan igual que él o impulsan esos temas.
El nuevo líder no destila el carisma de otras figuras políticas, pero convenció al electorado presentándose en las pasadas elecciones como un líder confiable, capaz de aglutinar fuerzas y el más preparado para ocupar la presidencia en momentos de crisis.
Lasso proviene de una familia humilde de Guayaquil, una ciudad portuaria del Pacífico, y es el último de 11 hermanos. Desde los 15 años se vio obligado a trabajar para costear sus estudios en el colegio.
Su primer trabajo fue en la Bolsa de Valores en una de las tareas más simples: escribir en una pizarra las cotizaciones diarias. A fuerza de constancia y dedicación fue creciendo en el mundo financiero hasta convertirse en dueño del Banco de Guayaquil.
Si bien no tiene título universitario, Lasso ha recibido altos reconocimientos académicos.
En 2012 renunció a todos los cargos en sus empresas financieras para dedicarse de lleno a la política a través del partido Creando Oportunidades (CREO).
El plan de gobierno de Lasso incluye la creación de empleos mediante la aprobación de nuevos mecanismos de contratación y mayor presencia de la banca internacional, para lo cual espera cambiar leyes para hacer más atractivo al mercado financiero. Además, promete generar riqueza a partir de los recursos petroleros, mineros y energéticos, la participación del sector privado para reemplazar el financiamiento estatal.
“Eso es lo que he hecho durante 50 años de mi vida, crear empleo desde el campo privado”, insiste Lasso, quien está casado y tiene cinco hijos.
Lasso perdió en las urnas en su primer intento contra el ex presidente Correa en 2013. Correa gobernó entre 2007-2017, lo que lo se convirtió en el líder ecuatoriano con más tiempo continuo en el poder en la nación andina.
El ex banqero sufrió su segundo revés cuatro años después ante el saliente gobernante Lenín Moreno (2017-2021) en medio de un sospechoso apagón del sistema electoral de más de una hora.