Madrid. Cuando cayó la noche, la policía y los militares españoles desplegados en Ceuta se dedicaron a mantener el orden en la ciudad mediante redadas nocturnas, en las que buscaban migrantes de origen marroquí o del África subsahariana para llevarlos a un centro de acogida, como paso previo a su expulsión o repatriación. De hecho en menos de tres días ya suman más de seis mil las personas devueltas por el polémico procedimiento de las llamadas “devoluciones en caliente”, en el que no hay un procedimiento judicial ni administrativo. Además la policía informó del hallazgo del cadáver de un adulto en la playa del Tarajal, con lo se trataría de la segunda víctima mortal desde que el pasado lunes las autoridades marroquíes abrieron las fronteras con España como represalia a su auxilio sanitario a un líder del Frente Polisario, Brahim Gali.
Las autoridades españolas, presididas por el socialista Pedro Sánchez, mantienen como prioridad la seguridad y el control policial y militar de la zona, tanto de los pasos fronterizos con Marruecos, sobre todo el de la playa del Tarajal, como de la propia ciudad autónoma, en la que todavía se calcula que habría más de mil migrantes que habrían entrado en los últimos días de forma ilegal. De hecho, las redadas nocturnas se saldaron con centenares de detenciones -más de 800-, que a su vez fueron trasladados a un centro de retención a la espera de su expulsión.
Una vez superados los peores momentos del enfrentamiento diplomático entre ambos países, los gobiernos de España y Marruecos acordaron la devolución masiva y por grupos de entre 40 y 50 personas. Y así se ha hecho: la policía y el Ejército españoles van llevando hasta el punto fronterizo a grupos de no más de 50 personas, siempre custodiados y bajo una férrea vigilancia. En menos de 24 horas así han sido devueltos hasta 800 personas.
Pero lo que más preocupa a las autoridades españolas y a las de la ciudad autónoma de Ceuta es el destino de los 850 menores de edad que aún permanecen bajo su tutoría y que en principio no pueden ser repatriados ni deportados. Muchos de ellos viajaron hasta Ceuta sin sus familias, huyendo de la pobreza y el hambre, y ahora no quieren bajo ningún concepto volver. Así que el gobierno español está negociando con las 17 comunidades autónomas que integran el Estado una cuota para asumir la tutela de los menores de edad. La mayoría de ellos se encuentran todavía entre el albergue provisional de Piniers, donde hay 200, y en una nave del polígono industrial del Tarajal adyacente a la frontera que separa España de Marruecos, en el que hay 650. A los que hay que sumar las decenas que están hacinados, durmiendo en la calle, con hambre y con frío, y a los que todavía ni se les ha identificado ni se les ha encontrado un refugio, ni siquiera por su condición de menores de edad.
A pesar de la aparente colaboración entre España y Marruecos en la devolución masiva de personas, la crisis diplomática sigue muy viva, como se demuestra con la postura de la diplomacia marroquí, que decidió que su embajadora, Karima Benyaich, que fue llamada a consultas el pasado martes, no va a regresar a España hasta que termine la crisis y, aseguraron en un comunicado que “la crisis durará mientras continúe su verdadera causa”. Es decir, mientras permanezca en España el líder del Frente Polisario, Brahim Gali, que se recupere en un hospital de Logroño tras haber estado muy grave de Covid-19.
La respuesta del gobierno español vino de parte de la ministra de Defensa, Margarita Robles, quien ha sido la máxima responsable del dispositivo militar que blindó la frontera. Robles advirtió que “España no va a aceptar el más mínimo chantaje ni cuestionamiento de la integridad territorial. No vamos a aceptar chantajes, la integridad de España no es negociable ni está en juego y vamos a usar todos medios necesarios para garantizar la integridad territorial y vigilar las fronteras”. Y abundó en el señalamiento al gobierno marroquí: “No entiendo la finalidad de Marruecos con este chantaje porque con España no van a poder. Marruecos es un vecino y amigo pero tiene que reconsiderar lo que ha hecho. Estoy segura de que la diplomacia marroquí sabrá sacar sus consecuencias”.