La sequía y el uso irracional de los recursos naturales amenazan a dos de las grandes riquezas de México: por una parte, se encuentra en riesgo la producción de maíz, alimento básico y símbolo identitario; por otra, científicos alertan sobre la inminente desaparición del ecosistema del valle de Cuatro Ciénegas, Coahuila, el sitio más biodiverso del mundo y albergue de cuantiosas especies endémicas.
En cuanto al grano insignia de México, en un año la producción nacional de maíz para consumo humano cayó un 30 por ciento, y el próximo ciclo será incluso menos alentador, debido a que hay menos superficie sembrada, van dos años seguidos de sequías y hubo siniestros en cultivos.
En los tres primeros meses de 2021, alrededor de 348 mil hectáreas quedaron siniestradas por heladas y agostamiento –300 mil de ellas sólo en el estado de Tamaulipas–, y al menos 1.7 millones de hectáreas ubicadas en zonas de alta vulnerabilidad quedaron sin cosechar debido a los bajos niveles de las presas. De acuerdo con el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Sistema Producto Maíz, Vicente Álvarez Delgado, la situación es delicada, y se agrava porque no hay una política gubernamental dirigida al productor.
La falta de agua también acecha a Cuatro Ciénegas, una región que ha merecido el sobrenombre de la Galápagos mexicana
por la increíble diversidad de especies animales y vegetales que sustentan sus lagunas, producto del afloramiento de agua subterránea en medio del desierto.
La extracción del líquido para actividades agrícolas a gran escala, la cual se inició en la década de los 70, provocó un grave deterioro ambiental y, aunque desde 1994 el valle es un área de protección de flora y fauna, la falta de conciencia de los agricultores y la necesidad de acceder al recurso hídrico tienen a los humedales al borde de la extinción.
El pasado 5 de mayo, un grupo de ejidatarios destruyó obras de conservación que habían permitido el renacer del río Mezquites y alentado una significativa pero frágil recuperación de la zona, por lo que en estos momentos el destino de este tesoro natural es más incierto que nunca.
Mientras una mala cosecha de maíz, a pesar de todos sus indeseables efectos socioeconómicos, puede paliarse con la importación del grano y recuperarse en un futuro, la destrucción de Cuatro Ciénegas es una pérdida irreparable en tanto la desecación de las lagunas se llevará consigo un acervo biológico que la ciencia apenas empezaba a comprender, y que debe ser visto como un patrimonio común de la humanidad, cuya desaparición empobrece a las presentes y a las futuras generaciones.
Las autoridades no pueden mirar hacia otra parte cuando se encuentran amenazados el principal recurso alimentario de las mayorías y un ecosistema único, digno de todos los esfuerzos de conservación.