Arlington, EU. Saúl Canelo Álvarez cumplió con el desenlace de una historia que muchos querían ver. Noqueó al británico Billy Joe Saunders, quien ya no salió al noveno episodio, para convertirse en el campeón mundial de los supermedianos con los cinturones del CMB, la AMB y la OMB, éste último que estaba en manos del inglés. Una noche épica para el mexicano que impuso una marca en el boxeo contemporáneo al reunir 73 mil espectadores en el estadio de los Vaqueros de Dallas.
Los mejores combates de boxeo tienen algo de teatral. Uno representa el rol del héroe, noble y que tiene a las masas de su lado. Otro es el villano, el provocador y que suscita el desprecio general. Y el rol del bueno de esta historia le correspondió al mexicano, una verdadera industria del espectáculo que inauguró el regreso de los eventos masivos tras la pandemia de Covid en Estados Unidos.
Billy Joe Saunders como un bravucón, se metió con el rival, con la prensa, con todo el que se interpusiera en su papel de quien llega con la convicción de dar una sorpresa. Y parecía que podía darla.
El jab, ese golpe que machaca por insistencia, era la mayor arma del inglés, quien anticipaba que el mexicano se comería todos sus envíos con esta presentación. Canelo, en respuesta, le contragolpeó, le atizó a los costados y con uno que otro upper que no hacía demasiada mella.
Después de varios intentos, Canelo por fin logró meter un upper contundente y enfadó al británico que buscaba caminar hacia atrás, pero no es tan rápido para eludir todos los golpes.
Saunders quiere meter al pelirrojo a su juego. De pronto ya va hacia atrás, camina al frente y por momentos logra descontrolar al rival, pero Canelo trabaja con una paciencia y disciplina que le permite salir pronto de cualquier situación de peligro. El mexicano no pierde tiempo en fanfarroneos y se ciñe al plan de su entrenador, Eddy Reynoso.
Avanzaron los episodios entre la estrategia y la batalla. Y el británico conectó al mexicano con la zurda en el quinto episodio. Saunders es difícil, escurridizo, la estrategia de no quedar al alcance le complica el trabajo al mexicano y hasta el séptimo ha ganado un par de asaltos.
En el octavo episodio Canelo estalló. Con un grito escalofriante de poder, le estrelló un upper en el ojo derecho que cimbró a Saunders. Después de ese golpe, el británico estuvo a merced del mexicano y al borde del nocaut. En ese estado se fue a su esquina y cuando terminó el descanso, ya no quiso salir al noveno asalto.
“Lo dije: mi pelea empezaría después del séptimo y yo sabía que esto (el nocaut) iba a ocurrir”, dijo Canelo al final del combate; “yo creo que le quebré el pómulo; cuando me fui a mi esquina le dije a Eddy Reynoso: yo creo que ya no va a salir”.
Canelo estaba exultante. Ahora le falta el cinturón de la FIB que tiene Caleb Plant. Esto ocurrió este 8 de mayo, tres días después del día que los migrantes mexicanos festejan en Estados Unidos como la fiesta patria. El Canelo les dedicó la victoria y lo celebró con el lema que es signo de identidad: “¡Viva México, cabrones!”.