O sea, ni la elección de Biden ni la agenda política que está impulsando se entienden sin tomar en cuenta el masivo trabajo cotidiano del amplio mosaico de luchas sociales, incluyendo el de las vidas negras en el movimiento de protesta más grande de la historia con la participación de más de 26 millones, que mucho antes de Biden ya estaban cambiando la dinámica política del país y obligando a dar un giro hacia lo que se puede llamar, en términos generales, la izquierda.
Vale reiterar que la reciente elección presidencial no fue definida por el voto a favor de Biden, sino por el sufragio para derrotar el proyecto neofascista de Donald Trump, y ese triunfo fue impulsado por el mosaico de fuerzas progresistas de Estados Unidos –esas son las contrapartes y aliados naturales de los que aman la justicia y sus países también (parafraseando a Albert Camus) en cualquier parte del mundo.
Biden siempre había sido un político centrista que apoyó el consenso neoliberal de las cúpulas como las políticas bélicas imperiales, pero la dinámica política estadunidense ha cambiado y, por lo tanto, él ha sido obligado a cambiar; primero, para lograr ser electo y ahora para gobernar un país en crisis donde diversos movimientos exigen reformas económicas, políticas, sociales y ambientales a fondo.
Los cambios anunciados por Biden hasta ahora –algunos aún limitados o parciales; otros, promesas por cumplirse– no aparecen porque él de repente se volvió radical socialista (como acusa la derecha), sino porque han tenido que responder al abanico de movimientos y expresiones organizadas progresistas que han surgido en esta nación durante los años recientes, algunos novedosos y otros resucitando los grandes movimientos históricos sobre derechos laborales, de inmigrantes, derechos civiles y antiguerra. Tan es así que Biden ahora está impulsando una masiva reforma antineoliberal, sin precedente en décadas, al responder a las demandas de las fuerzas políticas encabezadas por Bernie Sanders y sus aliados así como los movimientos del altermundismo hasta Ocupa Wall Street, que fueron sus antecedentes durante las pasadas tres décadas.
Hemos resistido el neofascismo y el terror de la supremacía blanca del trumpismo. La elección fue sólo una puerta, no es el fin
, comentó sobre los primeros 100 días del nuevo gobierno Maurice Mitchell, líder del Working Families Party, parte clave del gran mosaico progresista. Se trata de construir un movimiento los próximos cuatro años y transformar la sociedad al rescatar a nuestro planeta del cambio climático y a la gente, del racismo y la desigualdad económica
, resumió el consenso de una amplia gama de estas fuerzas progresistas. Nse Ufot, del New Georgia Project, comentó que estamos celebrando la llegada del Estados Unidos del futuro: multirracial, multiétnico y solidario
; ahora, el reto es construir un democracia participativa más representativa para todos
.
Ese futuro depende de la recuperación de la memoria, de la historia, de abajo. Los inmigrantes han regalado a este país la recuperación del 1º de mayo (el cual no es día festivo oficial) que nació aquí, conmemorando el movimiento por la jornada de ocho horas que culminó con 300 mil trabajadores, muchos inmigrantes, estallando en huelga lo largo del país a favor de un vida digna y los mártires de Chicago, ocho anarquistas, que fueron condenados a muerte por atreverse a promover el cambio social y económico del país. Esa memoria colectiva está presente llena de la música, ira, lágrimas, nobleza y festejo de miles de días de lucha, incluyendo durante los recientes 100.
Pete Seeger. Solidarity forever. https://www.youtube.com/watch? v=Ly5ZKjjxMNM&t=162s
Ani DiFranco. Which side are you on? https://open.spotify.com/track/15pEgmsCoyHwwO1Hlgaqb9? si=to-P-irVRRuS29Rc-BCDuQ