Ciudad de México. La existencia de diversas herramientas tecnológicas de percepción remota podría ayudar a que las búsquedas forenses de personas desaparecidas se realicen con mucha mayor precisión y seguridad, por lo que el Estado mexicano debe invertir más en la adquisición de estos equipos, pero también en la capacitación de sus operadores, en su uso continuo y en la colaboración con universidades y especialistas.
Así lo afirmó Mercedes Doretti, fundadora y directora para Centro y Norteamérica del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), quien puntualizó que las nuevas tecnologías en materia de búsqueda de cuerpos “no son magia”, por lo que sólo serán útiles si se les usa de forma constante y sistemática.
En entrevista con La Jornada, con motivo de la presentación del libro “Nuevas tecnologías en búsqueda forense: recursos para la crisis de desapariciones en México” –que se presentará este jueves-- la experta detalló que en la publicación se hace un recuento de algunos de los métodos tecnológicos que han tenido más éxito en diversas regiones y circunstancias.
Entre ellos, señaló, se encuentran los georradares, los dispositivos Lidar –que el EAAF utilizó en el caso Ayotzinapa--, los drones, las fotografías satelitales e incluso las llamadas imágenes multiespectrales, que detectan la cantidad de nitrógeno presente en la vegetación de cierta área, la cual puede ser un indicativo de que en el subsuelo hay cuerpos humanos en descomposición.
Además de lo anterior, en el libro se compendian herramientas de visualización y sistematización de grandes volúmenes de datos, para la creación de modelos probabilísticos que permitan definir con mayor sencillez en donde es más factible encontrar fosas clandestinas.
“Todas las tecnologías de las que hablamos tienen el mismo principio: marcan una alteración, un cambio, ya sea de las capas del subsuelo, de la composición química del suelo o de su compactación. Es importante entender que no es magia, no es que pongo un aparato y me va a decir ‘aquí hay una fosa’: lo que muestra son anomalías que hay que explorar”, señaló.
Aunque muchas comisiones estatales de búsqueda ya han adquirido estos equipos, su utilización en México sigue siendo escasa, en buena medida porque son costosos, pero también porque requieren de la participación de especialistas en temas científicos que no suelen formar parte de los equipos forenses de las instituciones, por lo que elaborar convenios con universidades es crucial.
“En el caso del Lidar, de las imágenes multiespectrales y hasta cierto punto también del georradar, estamos hablando de la necesidad de incorporar disciplinas a las áreas periciales que no son tradicionales, aunque de hecho creo que van a estarlo cada vez más, porque aunque uno pueda aprender los principios básicos de estas tecnologías, realmente lo ideal es trabajar con personas que vienen de las ciencias, porque tiene un nivel de profundidad sobre el uso de estas herramientas mucho más alto”, puntualizó.
Las nuevas tecnologías forenses “pueden cubrir áreas mucho más extensas de las que podríamos cubrir caminando y toman elementos que no podemos ver con nuestros propios ojos. Pueden ayudarnos también en la seguridad, porque muchas de las áreas que hay que inspeccionar en México son altamente sensibles, por la presencia del narcotráfico. Ayudan a no exponer a la gente y nos ahorran una inmensa cantidad de tiempo”.
La fundadora del EAAF destacó que estas tecnologías ya han sido probadas “en escenarios parecidos a México, como Irak y los Balcanes, donde ha habido una enorme cantidad de fosas clandestinas encontradas y por descubrir, y como pasan por un problema similar, están trabajando desde hace bastante tiempo para poder mejorar”.
Doretti subrayó: “es muy importante que el Estado invierta en tecnología, pero también en usarla y en capacitar (a los operadores). Todos hemos visto que en muchos países se compran cosas y terminan arrumbándose en un rincón. La inversión tiene que estar acompañada de un esfuerzo sostenido en el tiempo. De nada sirve tener un georradar sin que nadie lo sepa usar o que lo usen un día cada tanto”.
La experta fue clara al estimar que el uso de nuevas tecnologías “mejoraría muchísimo la búsqueda y la sistematización de los datos. Es muy importante tener registros claros y georeferenciados de dónde se encuentran las fosas.
“Un problema que marcan varios estudios que se han hecho sobre fosas a nivel nacional es la dificultad en la confiabilidad de los datos: toda esta otra parte de visualización, de ubicar en tiempo y espacio las fosas y hacer lazos para poder trabajar en el famoso análisis de contexto. Hay que ver patrones, secuencias, unirlas con la macrocriminalidad de la zona y demás”, apuntó.
Debido al elevado número de fosas clandestinas, personas desaparecidas y restos mortales sin identificar, “nos perdemos en la enorme cantidad de datos, entonces la sistematización de esos datos mejora inevitablemente la búsqueda, porque nos hace entender mejor en dónde estamos parados y cuáles son los patrones, dónde esperamos encontrar fosas y dónde no”.