Ciudad de México. Mañana lunes 19 de abril se celebra el aniversario del nacimiento en 1909, del pintor jalisciense José Atanasio Monroy, quien se inserta en la Escuela Mexicana de Pintura, ya como muralista, como creador de paisajes y retratos, habiendo logrado a lo largo de sus vida ser un pintor de reconocido prestigio, a tal grado que tiene una pinacoteca que lleva su nombre al igual que la bienal de pintura que impulsa la Universidad de Guadalajara.
Habiendo nacido en Ejutla, Jalisco, de muy pequeño sus padres se asentaron en Autlán, pueblo serrano donde Monroy vivió en contacto con la naturaleza y las montañas que posteriormente enriquecerían su obra pictórica. Aficionado a la música y al dibujo, el artista combinó ambas disciplinas, llegando incluso a tocar como en la banda que animó en 1924 y 1925 los carnavales de su pueblo adoptivo.
Estimulado por su maestras de primaria, María Mares y Jesusita Pelayo, ante su talento como dibujante, viajó a la ciudad de México bordando los 16 años de edad, en compañía de su hermano. Se inscribió en 1925 en la Academia de San Carlos, y un año después ya participaba en una muestra colectiva de alumnos, en el Palacio de Minería. Su maestros fueron Leandro Izaguirre y Alfredo Ramos Martínez.
De esos años iniciáticos, Monroy expresaría: “Empecé a pintar con la absoluta convicción de que yo nací para pintor...por algo será, realmente toda mi vida he hecho cuadros...”.
Con apoyo familiar instaló su taller en los rumbos de Bucareli. En su memoria y portafolio traía los dibujos de los caseríos , paisajes y pobladores de Autlán, y según cuenta uno de sus biógrafos, el maestro Jesús D. Medina García, “combinó su trabajo creativo con la lectura de biografías de los grandes pintores y las principales corrientes artísticas, que posteriormente tendría la oportunidad de conocer”.
El gobernador de Jalisco, Marcelino García Barragán, le encargó el que sería su primer mural, en el Centro Escolar Chapultepec de Autlán, con el tema: “Un recorrido por la historia patria y un homenaje a los personajes relevantes de Autlán”.
La obra denota la influencia de Saturnino Herrán y Diego Rivera, a quienes abiertamente reconocía como sus referentes. A la postre entablaría amistad con Rivera, con quien compartió ideología y algunos manifiestos en pro del arte social.
“Quedaron complacidos con mi trabajo en la escuela Chapultepec, en Autlán. Después de felicitarme me ofrecieron como premio pintar unos murales en la Vocacional de Guadalajara; acepté emocionado, se me abrían más puertas… propuse un proyecto que aprobaron, se hicieron contratos y puse manos a la obra”, expresaría en pintor.
Sobre el trabajo que hizo en la Vocacional, Monroy expresó lo siguiente: “Había terminado el mural del lado norte del vestíbulo y preparaba los muros de las escaleras, cuando hubo cambio de gobierno. El congreso del Estado desaforó a García Barragán por problemas políticos, quedando como gobernador interino el licenciado González Gallo”.
“Detuvieron mis emolumentos, quise pactar con ellos pero no fue posible, pues no les interesó. Busqué al general García Barragán para que me aconsejara qué hacer, pero el salió fuera de la ciudad y no le pude localizar. Recibí amenazas, incluso hasta de muerte. No me quedó otro camino que dejar inconclusa la obra y regresarme a la Ciudad de México, lugar de mi residencia, donde todavía conservaba algunos clientes. Me puse a trabajar con el fin de reunir dinero para hacer un viaje a Europa que era mi sueño dorado”, narra el episodio Jesús D. Medina García.
Al regresar a la Ciudad de México, reunió fondos para emprender su primer viaje a Europa. Ya vivía de la venta de sus pinturas. En 1955, Francia y España son los países recorridos por Monroy. En los cuatro viajes restantes visitaría los principales museos europeos.
“Atanasio Monroy tenían por objeto enfrentarme con avidez a las grandes obras de Miguel Ángel, Rafael, Leonardo, Rubens, Velásquez, El Greco…observaba, reflexionaba, pintaba y vendía cuadros en las plazas públicas de las distintas ciudades que iba recorriendo”, explica.
Si su obra de caballete versa de alrededor de tres mil piezas, sus murales registrados son tres: Los ya citados del Centro de Educación Escolar de Autlán, el de Escuela Vocacional, de Guadalajara, que pudo inaugurar en 1973, y el de 1977 del Parián de San Juan de Dios, que ha sufrido diversas restauraciones.
Sobre este último, alguna vez dijo: "Ahí me propuse pintar un mural folclórico, donde quedaran plasmadas las múltiples manifestaciones artísticas populares de Jalisco y México. A mi me gustan mucho los temas folclóricos, creo que hice un buen trabajo diferente a todo lo que antes había hecho. Lo terminé en 1977… Muy a pesar mío y de los constructores, el centro comercial no funcionó como se creía y en la actualidad está descuidado, invadidos los pasillos con todo tipo de mercancías, que dificultan observar la obra, pero ahí está…”.
A los 81 años de edad, José Atanasio Monroy sufre un ataque de embolia. Queda impedido de su mano derecha con la que había dibujado y pintado desde su infancia. Dos años después regresa a Autlán. Aprende a pitar con la mano izquierda y produce casi 300 obras. Emprende un magisterio que logra formar a diversos artistas.
El deceso de este artista ocurre el 19 de febrero del 2001. Recibe un homenaje de cuerpo presente en el Centro Escolar Chapultepec , con su mural, “La Mexicanidad”, como telón de fondo. La Universidad de Guadalajara le realiza una misa solemne en el templo de Santa María de Guadalupe.
Cada año, en su aniversario luctuoso, se llevan a cabo conmemoraciones con actos cívicos y muestra pública de sus pinturas emblemáticas. Para reconocer su legado, la Universidad de Guadalajara constituyó la Pinacoteca José Atanasio Monroy en el año 2002, donde se albergan 54 obras de su autoría.
En 1999 se crea el Premio José Atanasio Monroy, que desde el año 2012 se constituyó en la Bienal de Pintura José Atanasio Monroy, en la cual han participado cientos de pintores de todo el país.
El acervo de la Pinacoteca se ha enriquecido con los trabajos galardonados de la bienal, y el nombre del pintor se ha preservado con la justicia que merece su pintura.
Para el curador Fernando Matos Moctezuma, el retrato de Emiliano Zapata, que se halla en el Castillo de Chapultepec, da la estatura de la calidad como pintor de José Atanasio Monroy.