El ex mandatario izquierdista Rafael Correa aún digiere la derrota de su delfín en las elecciones presidenciales de Ecuador. Pero lejos de verla como un epitafio político, cree que su liderazgo será "muy necesario" en los días difíciles que se avecinan.
Correa, de 58 años y condenado en ausencia por corrupción, opina que la victoria del banquero de derecha Guillermo Lasso sobre Andrés Arauz fue producto de una feroz "persecución" en su contra por parte del actual gobierno, pero le extiende una rama de olivo al presidente electo.
"Apoyaremos todo lo que sea bueno para el país. Nos opondremos democráticamente a lo que creamos que es malo, sin prestarnos a la desestabilización", dijo este martes el ex gobernante (2007-2017) a la Afp en un hotel de Ciudad de México, desde donde siguió los comicios del domingo.
Asegura entonces que buscará favorecer la "gobernabilidad" en un contexto de pandemia y crisis económica, pues el nuevo gobierno logró solo una mínima representación en el Legislativo y la fuerza correísta tendrá allí más peso.