Nueva York. El esfuerzo para sindicalizar una instalación de la mega empresa Amazon -cuyo fundador y principal dueño es el hombre más rico del planeta- por primera vez en Estados Unidos, está culminando este lunes en el pueblo de Bessemer, Alabama, donde casi 6 mil trabajadores están votando si desean o no ser representados por un gremio nacional, una decisión con implicaciones nacionales para el movimiento laboral estadunidense y sus aliados progresistas.
El sindicato nacional de trabajadores de empleados comerciales RWDSU (Retail, Wholesale and Department Store Union) ha buscado sindicalizar a los trabajadores del almacén y centro de distribución en una campaña que ha durado meses, con el apoyo de organizaciones y figuras progresistas nacionales, y desde fines de febrero hasta este lunes los trabajadores han depositado sus votos que a partir del martes serán contados por la Junta Nacional de Relaciones Laborales.
Pero han tenido que impulsar su campaña en condiciones aún más adversas que lo normal. Además de intentar organizar a trabajadores en un estado sureño -una región anti sindical con una larga historia, a veces sangrienta, de la anulación o violación sistemática de los pocos derechos laborales que se reconocen, y donde casi todos los gobiernos locales y fuerzas empresariales hacen todo para evitar la llegada de sindicatos-, la campana se realiza durante una pandemia. Eso ha hecho más difícil la tarea tradicional de establecer contacto con trabajadores en sus casas, o convocar mítines, entre otras cosas.
A la vez, Amazon -empresa reconocida por su afán antisindical- ha invertido millones para frenar esta campaña, sus gerentes locales han sido aconsejados por especialistas y abogados anti sindicales enviados por la empresa.
Jeff Bezos, el multimillonario más rico del planeta, quien ha multiplicado su fortuna durante la pandemia, ha buscado presentar a su empresa como “liberal” que paga el doble del salario mínimo a sus nuevos empleados y está a favor de las mejores causas -la igualdad racial y de género, la defensa del medio ambiente, etcétera- pero los trabajadores han expresado que el ritmo y estrés del sistema de trabajo en Amazon, como la falta de consulta de los empleados por gerentes, entre otros problemas, hacen que la empresa quede lejos de su imagen pública.
Más aún, la gran mayoría de los trabajadores en la instalación de Amazon en Bessemer son afroestadunidenses, un sector que siempre ha sido más prosindical, y la campaña de RWDSU ha enfatizado que esta lucha no es sólo sindical, sino una de derechos civiles y por la justicia social en un país ahora definido por la desigualdad económica más extrema de los llamados países avanzados. Amazon casi ha duplicado sus ganancias durante el año de pandemia.
El solo hecho de que un sindicato se esté atreviendo a, como comentó un lider sindical, enfrentarse con “la empresa del tipo más rico y poderoso del mundo”, ya ha inspirado a otras luchas sindicales en el país.
Reconociendo las implicaciones de esta lucha, figuras nacionales como el senador Bernie Sanders y líderes de movimientos nacionales como la Campaña de los Pobres, junto con otros han viajado al pueblo para expresar su solidaridad. Hasta el presidente Joe Biden ofreció un mensaje discreto pero obvio de apoyo al esfuerzo. Algunos líderes sociales han sugerido que ésta es la mayor batalla de justicia económica y social del siglo 21 en Estados Unidos.
Y esta lucha ya ha generado mayor atención e impulso a nuevas campañas de sindicalización como en la promoción de nueva legislación sobre derechos laborales y sindicales en este país.
“Jeff Bezos, con una fortuna de 180 mil millones, está nervioso. Tiene miedo de que si los trabajadores de Amazon en Alabama votan por sindicalizarse, eso le dará valentía a trabajadores en todas partes de Estados Unidos de enfrentar su avaricia y ganar justicia económica. Está gastando millones contra este sindicato para guardar sus miles de millones para sí mismo”, acusó Sanders en un tuit el domingo.