Washington. El gobierno del presidente Joe Biden enfrenta el difícil reto político y humanitario de lidiar con un pronunciado aumento de migrantes que están llegando a la frontera con México, un problema que amenaza con opacar su ambiciosa agenda.
El secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, apareció en cuatro entrevistas televisivas el domingo para enfatizar el mensaje de que el gobierno está trabajando arduamente para controlar la situación.
“Nuestro mensaje ha sido claro: la frontera está cerrada”, declaró Mayorkas. “Estamos expulsando a familias, estamos expulsando a adultos que llegan solos, y hemos tomado la decisión de que no expulsaremos a niños pequeños vulnerables”.
Los asesores de Biden sostienen que éste heredó una situación imposible tras los esfuerzos sistemáticos por desmantelar las normas migratorias emprendido por el gobierno anterior de Donald Trump.
Pero en momentos en que el Congreso se dispone a debatir nuevas leyes migratorias, las imágenes y las narrativas de la gente en la frontera están acaparando los titulares, desviando la atención de las gestiones de la Casa Blanca por promover el enorme paquete de rescate financiero, aprobado para aliviar los estragos económicos causados por la pandemia del coronavirus.
El gobierno de Biden se ha negado a calificar la situación de una “crisis”, en medio de una batalla retórica en los pasillos de Washington sobre cómo se le debe llamar a la circunstancia actual.
Profesionales del área de inmigración habían advertido que aumentaría drásticamente el número de migrantes que llegan a la frontera después de las elecciones de noviembre, cuando se corra la voz de que las políticas de Trump, ampliamente consideradas crueles, serían revocadas.