“Las madres con trabajos remunerados dedican 20 horas a la semana a labores no remuneradas, mientras que los padres dedican solo cinco horas a la semana”, señaló Annabelle Sulmont, coordinadora del proyecto iniciativas gerenciales del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En la presentación del Estudio Madres Trabajadoras y COVID-19: efectos de la Pandemia en circunstancias de teletrabajo en México, expuso que el sondeo arrojó que el trabajo a distancia está detonando en muchas mujeres que son madres un “sufrimiento inédito” manifestado por la predominancia de un “agotamiento crónico”, y que se infiltra en todas las áreas de las madres. Y es que “ya no existen espacios propios, tanto a nivel físico como de tiempo”.
También ha significado el desarrollo de “destrezas fuera de lo común para movilizar habilidades de organización” y en general creado un “conflicto” dad la necesidad de “conciliar trabajo a distancia, crianza, educación y labores del hogar”.
En muchos trabajos se considera fundamental estar disponibles, cumplir con este rol implica que otra persona se encargue de las labores de cuidados, por lo general una mujer . el trabajo se metió a la casa”, advierte el análisis.
Uno de los testimonios recabados en el análisis refleja la compleja situación. “Nos hicieron firmar una carta responsiva sobre el home office, donde nos comprometíamos a realizar nuestras actividades sin interrupción de mascotas, menores de edad u otras personas”.
Lorenzo Jiménez de Luís, representante residente del PNUD en México, indicó que el “impacto ha sido brutal” en la realidad de las madres trabajadoras.
“La pandemia ha tenido un impacto generalizado a todos los niveles, y en todos los individuos, sin embargo, particularmente ha afectado a las mujeres, ese impacto ha sido brutal”.
Detalló que la realidad doméstica se modificó: los hijos están en la modalidad de escuela a distancia, y además se ocupan de actividades del hogar. “Ahora realizan tres actividades en una, y en la mayoría de los casos tuvieron consecuencias fatales, porque tuvieron que renunciar seguramente a alguna de ellas, y la más fácil de dejar de lado era la actividad laboral. Ello tuvo como consecuencia que en un año calendario se han perdido 1.3 millones de empleos formales de mujeres en condición de teletrabajo”.
Nadine Gasmam, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) expuso que el estudio “es una radiografía original de la situación de las mujeres trabajadoras y los efectos de pandemia en circunstancias de teletrabajo” y aseguró que lo evidenciado por el análisis será útil antes de desplegar políticas públicas.
Comentó que antes de la pandemia había avances “importantes en lo formal, en lo regulatorio, en las leyes, pero la agenda pendiente está en la implementación, por ejemplo, en el tema sobre la participación económica de las mujeres, actualmente en México contamos con importantes reformas laborales en materia de igualdad salarial, no discriminación e igualdad de derechos en los centros laborales, pero no es suficiente”.
Añadió que un tema esencial es la participación económica de las mujeres. Dijo que hace un año cuando el COVID se expandió, se aplicaron medidas de confinamiento, lo que también ha puesto a las mujeres en condiciones peores a las que existían antes de la emergencia sanitaria”.
Yes que “fueron ellas las responsables no solo de las labores domésticas, y de los cuidados sino, también se convirtieron en maestras, enfermeras y salieron a comprar alimentos. Las mujeres también se vieron afectadas en lo laboral, porque tampoco podían fallar en sus empleos.
“Las mujeres quedaron atrapadas en un círculo de actividades que las dejó exhaustas y sin tiempo para sí mismas. La casa se volvió así un lugar pobre de tiempo para ellas, que además con el teletrabajo, parece haber sido invadido”.