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Por primera vez en 400 años se reúnen las ‘seis poesías’ de Tiziano

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'Venus besada por Cupido', de Hendrik van der Broeck, con base en una obra de Miguel Ángel. Óleo sobre tabla, 120 x 195 cm h. 1550-1570, Nápoles, Museo e Real Bosco di Capodimonte. Imagen Museo Nacional del Prado
02 de marzo de 2021 09:30

Madrid. En la muestra Pasiones mitológicas, que se inauguró este lunes, el Museo del Prado reúne por primera vez algunas de las obras maestras de los siglos XVI y XVII que abordan ese género.

A lo largo de 29 piezas, la mayoría de su acervo pictórico, el más importante de la cultura occidental, el recinto hace un recorrido voluptuoso, pasional y arrebatado del amor mitológico.

Artistas como Tiziano, Rubens, Veronese, Van Dyck o Velázquez interpretaron algunos de los relatos clásicos que transitan de la belleza y la crueldad del amor, a la severidad y la furia, la armonía y el sosiego, el tormento y la pasión.

Son lienzos en los que los autores, además de adentrarse en la complejidad de escenarios y personalidades, también se expresaron con libertad inusitada, sin los atavismos ni las barreras que fijaba la moral religiosa de la época o los usos y costumbres sociales.

De Venus y su belleza infinita, de Cupido y su flecha venenosa e implacable, de las bacanales de los Andrios y del vino que manaba del arroyo, de Adonis y su hermosura sublime que no evita su precipitación a la muerte, de Diana y la severidad de su dedo acusador, de Calisto, de Acteón, de Andrómeda y de la Europa raptada son esas figuras retóricas y relatos embriagadores, extraídos de Las metamorfosis de Ovidio, que muchos años después, algunos artistas eternizaron en sus lienzos, con su interpretación.

Para abordar una herencia cultural tan profunda, que está tan imbricada en la sociedad occidental, el Museo del Prado reunió y puso a dialogar a algunas de las piezas más grandes de este género de los siglos XVI y XVII.

Todo un acontecimiento es que por primera vez en 400 años se pueden contemplar juntas las seis poesías que pintó Tiziano por encargo de Felipe II, para lo cual fue necesario coordinar, en plena pandemia, a una serie de instituciones culturales para librar muchas restricciones y lograr el préstamo y movimiento de obras.

Prestadas con gran recelo

Los museos Galería Nacional de Londres y de Gales, la National Heritage Memorial Found y el Museo Isabella Stewart Gardner prestaron piezas que normalmente no suelen salir de sus paredes, por lo que fue necesario hasta una garantía del Estado español de 500 millones de euros sólo para que llegaran al país 10 de las 29 obras expuestas, entre ellas Paisaje durante una tormenta con Píramo y Tisbe, de Nicolas Poussin; Venus y Cupido, de Alessandro Allori, y Venus en la forja de Vulcano, de Anton van Dyck; así como las obras de Tiziano Perseo y Andrómeda, Diana y Calisto y Diana y Acteón, entre otras.

Alejandro Vergara, curador de la exposición y jefe de pintura flamenca de la pinacoteca madrileña, explicó durante la presentación de la exposición que se trata de una forma de acercarse a una parte crucial de nuestra historia, para lo que no se puede caer en una mirada anacrónica ni pretender analizar esos relatos mitológicos y poéticos desde una óptica contemporánea.

Con esta exposición buscamos el acercamiento a formas de sentir y pensar aprendidas de los escritores de la antigüedad que definieron la cultura europea de los siglos XVI y XVII. La idea de que la belleza, el deseo, el amor y el sexo están íntimamente conectados entre sí y de que estamos a su merced, como estamos a la de la naturaleza, forma parte de esa cultura, explicó.

El director del Museo del Prado, Miguel Falomir, que se involucró desde el principio en la muestra, al ser además el otro curador de la exposición, explicó que la organización de esta exposición plantea un doble mérito: por un lado, la reunión de uno de los conjuntos artísticos más bellos, complejos e influyentes de la pintura europea, y, por otro, el esfuerzo de los trabajadores de lograrlo en plena pandemia.

La figura más destacada de la exposición es sin duda Tiziano y sus seis poesías, que pintó por encargo de Felipe II entre 1553 y 1562, todas ellas inspiradas en mitos clásicos, y que en 400 años no se habían podido ver juntas. El conjunto de escenas mitológicas que realizó para el duque de Ferrara entre 1516 y 1524, y para Felipe II entre 1553 y 1562 (el artista se refirió a ellos como poesías) se encuentran entre las más célebres e influyentes de su tiempo; su pintura dejó impronta en Veronese, Rubens, Poussin, Velázquez, Van Dyck y otros artistas para quienes volver a temas tratados por su antecesor era una forma de contribuir a una genealogía pictórica en la que se reconocían.

La imaginación de todos ellos ha dado lugar a un paisaje mitológico de enorme variedad y belleza que forma parte de la exposición, con la que además se crea un diálogo pertinente y esclarecedor sobre el devenir de la historia del arte.

La exposición permanecerá en el Museo del Prado hasta el 4 de julio, y en unas dos semanas se abrirá al público una visita virtual, a la que se podrá tener acceso desde cualquier punto del planeta.

 

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