Luego de imponerse en dura batalla a Los Ángeles FC, el equipo de Carlos Vela, y de ganar el boleto a Qatar, el pecho de ciertos jugadores felinos se insufló de aires con tufo a un orgullo mal entendido, a un revanchismo torcido, queriéndose desnaturalizar de la propia Liga Mx, como si fueran la Osa Mayor ahí incrustada en el firmamento, fulgurando con luz propia, sin nada que ver con los equipos del montón que rebullen penosamente en nuestro intermitente balompié.
Queda claro que Tigres es el equipo de la década, el que más títulos ha ganado bajo la batuta de Ricardo Tuca Ferretti, y quizás en el estilo defensivo (él lo niega) del estratega brasileño naturalizado mexicano radica el detalle por el que se le regatea grandeza, pues es eficiente pero deslucido. En la cancha el conjunto hace nada más lo necesario. Presume tener la mejor afición, no obstante, es mezquino para la tribuna, salvo los destellos de André-Pierre Gignac, quien se cuece aparte.
Incluso, sus propios seguidores han explotado –no hace mucho– al grito de ¡fuera Tuca!
. Su juego está lejos de ser espectacular como el del Chivas Campeonísimo. Ni siquiera se acerca al del Toluca de Enrique Meza y de José Cardozo, que durante varios torneos generó gran algarabía. Pero nadie puede negar que hicieron historia al ubicarse en la final del Mundial de Clubes, que se defendieron casi a la perfección, aunque les faltó atacar.
Quizás habría que hacer una reclasificación o definición de grandeza ante los traspiés y larga sequía de equipos como el Cruz Azul. Lo evidente es que el norte industrioso y boyante está inclinando la balanza a su favor, basta recordar el reciente título de liga del Monterrey y su buen accionar en la semifinal del Mundial de Clubes pasado ante el Liverpool. Y en mujeres también están fincando una hegemonía regia que parece inamovible.
No hay secretos, la fórmula salta a la vista: inversión importante de capital, pero también se requiere que los dueños sean serios para que más técnicos reciban el beneficio de la continuidad, del respeto y respaldo a sus proyectos. Pero si los poderosos no impulsan de motu proprio a los canteranos y siguen dando prioridad a la cartera, sería bueno que regrese la regla 20/11, ésa que tanto aborreció Ferretti porque lo obligaba a jugar con un menor de 21 años.
El logro de los felinos tendría que tocar las fibras más sensibles de los federativos. Quedó de relieve que a los clubes mexicanos les falta roce con el futbol más exigente: Conmebol y Europa. Sin embargo, los grilletes que lo atan a la MLS son cada vez más fuertes. Atosigan. Los directivos caminan con la mirada fija, como caballo con anteojeras, y están obsesionados en explotar la beta que significa el mercado estadunidense.
Priorizando el tema económico se trabaja con fervor hacia la liga norteamericana, cuya meta es integrar a los equipos de la MLS y de la Liga Mx. Antes, en junio, si la pandemia lo permite, serán las semifinales de la Liga de Naciones de Concacaf, desde luego, en territorio estadunidense. Frente a este panorama, resultan claves los contrapesos, por un lado Gerardo Torrado, buscando partidos en Europa para el Tri, y Mikel Arriola, diseccionando los intestinos de una liga que poco mira hacia adentro.
Puebla y San Luis sorprendieron al golear a Bravos y Mazatlán, respectivamente. Xolos desempolvó la marca personal, la aplicó al Chapito Montes y el equipo de Ignacio Ambriz no carburó, el León sumó su segunda derrota en fila. Las Chivas de milagro lograron el empate. América ganó aunque sigue sin gustar. El VAR es un fiasco, a Pumas le anularon indebidamente un gol que derivó en el liderato del Toluca. Puebla femenil tendría que acabar con especulaciones y explicar la baja de cinco jugadoras.