Rangún. El presidente estadunidense, Joe Biden, instó el jueves a los generales birmanos, que derrocaron el gobierno civil de Aung San Suu Kyi, a "renunciar al poder" sin condiciones, mientras se propagaban por el país los llamados a resistir al golpe de Estado.
"Los militares birmanos deben renunciar al poder que han tomado, liberar a los activistas y funcionarios que detuvieron, levantar las restricciones a las telecomunicaciones y abstenerse de la violencia", declaró Biden.
Unas horas antes, la Casa Blanca había anunciado que se planteaba imponer "sanciones específicas" contra los militares golpistas.
Estos últimos ordenaron el jueves bloquear el acceso a Facebook, un instrumento esencial de comunicación en Myanmar, tres días después de su golpe de Estado.
El ejército puso fin a la frágil transición democrática del país el lunes, imponiendo el estado de emergencia por un año y deteniendo a Aung San Suu Kyi y a otros dirigentes de su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND).
El viernes, Win Htein, un veterano de la LND de 80 años y estrecho colaborador de Aung San Suu Kyi, fue "detenido en el domicilio de su hija", según un portavoz de su partido.
La ex mandataria de 75 años, que se cree que se encuentra bajo arresto domiciliario en la capital, Naipyidó, según su movimiento, ha sido acusada de haber violado una norma comercial.
El jueves, cientos de partidarios del ejército se reunieron en la capital. "No queremos más traidores nacionales vendidos a países extranjeros" y "Tatmadaw [las fuerzas armadas] ama a la gente", podía leerse en las pancartas.
No lejos de allí, 70 diputados de la LND firmaron un "compromiso para servir al pueblo" y organizaron una sesión parlamentaria simbólica para denunciar la toma de control del parlamento.
En las calles, no ha habido manifestaciones importantes desde el golpe. El miedo a las represalias está latente en un país que ha vivido, desde su independencia en 1948, bajo una dictadura militar durante casi 50 años.
Pero las señales de resistencia se multiplican.
En Mandalay (centro), tuvo lugar una pequeña manifestación con pancartas que decían "¡Protesta del pueblo contra el golpe de Estado militar!". Cuatro personas fueron detenidas, según medios locales. La AFP no pudo confirmar esa información con las autoridades.
En Rangún, la capital económica, los habitantes hicieron sonar las bocinas y golpearon cacerolas por tercera noche consecutiva. Algunos coreaban: "¡Viva Madre Suu!" (Aung San Suu Kyi).
En las redes sociales, abogados protestaron con lazos rojos con los colores de la LND y hacían el saludo con tres dedos, un gesto de resistencia adoptado por activistas prodemocracia en Hong Kong o Tailandia.
Los profesionales sanitarios también se sumaron a la protesta y rechazaron ir al trabajo. En respuesta, el ejército anunció que la gente puede acudir a los hospitales militares.
En Facebook, una red social muy popular en el país, se crearon grupos que piden "desobediencia civil".
La compañía estadunidense informó el jueves que algunos de sus servicios estaban "perturbados" y exhortó a las autoridades a "restablecer la conexión", declaró a la AFP una portavoz de la plataforma.
Las autoridades militares emitieron una advertencia contra cualquier publicación o discurso que "fomente disturbios o una situación inestable".
Negociaciones en la ONU
El Consejo de Seguridad expresó su "profunda preocupación" y pidió "la liberación de todos los detenidos".
Este texto, redactado por Reino Unido, no condena el golpe militar, como se había contemplado inicialmente. China y Rusia, que tienen poder de veto, se opusieron a una condena explícita.
Pekín sigue siendo el principal respaldo de Myanmar en la ONU. Durante la crisis de los rohinyás, obstaculizó todas las iniciativas al considerar ese conflicto un asunto interno birmano.
Estados Unidos y la Unión Europea amenazan con nuevas sanciones y Londres condenó la "detención y acusación" de Aung San Suu Kye.
Ambición personal
El jefe del ejército birmano, Min Aung Hlaing, que ahora concentra la mayor parte del poder, justificó el golpe de Estado alegando que hubo fraudes masivos en las elecciones legislativas de noviembre, aunque según los expertos, lo que en realidad temen los militares es perder influencia tras la victoria de Aung San Suu Kyi.
Min Aung Hlaing, un paria a nivel internacional desde la crisis de los rohinyás, también derrocó a la dirigente por ambición política personal, añaden esos expertos.
Los militares acusan a la Premio Nobel de la Paz de 1991 de violar una ley birmana de importación y exportación, informó la LND, después que las autoridades encontraran walkie-talkies no registrados en su casa.
Y al ex presidente Win Myint lo acusan de haber violado la ley de gestión de catástrofes del país por incumplir las medidas contra el coronavirus.