Ciudad de México. En México se han registrado 351 mil 202 hospitalizaciones por Covid-19, de las cuales poco más de la mitad han sido atendidas por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y en algunas entidades, por acuerdo con los gobernadores, el organismo ha sido la única opción para hacer frente a la pandemia. Ha habido muchas lecciones y el convencimiento de que una nueva emergencia sanitaria “no nos puede volver a sorprender. La salud de las personas tiene que mejorar, afirmó el director general de la institución”, Zoé Robledo Aburto.
A casi un año de la llegada del coronavirus a México, el funcionario hizo un balance sobre lo vivido, los errores que se cometieron, como pensar que la capacitación a distancia sobre el uso de los equipos de protección personal sería suficiente.
En entrevista con La Jornada, Robledo Aburto comentó que el IMSS invirtió 28 mil millones de pesos para atender la pandemia, y aunque no ha sido necesario utilizar las reservas financieras, implicó posponer proyectos, como la construcción de nuevas clínicas y hospitales.
Comentó que el instituto todavía cuenta con 3 mil 500 millones de pesos por si tiene que comprar vacunas contra el coronavirus y admite los retos pos-Covid: incrementar la oferta de servicios de rehabilitación y cerrar los espacios a la corrupción, como los casos que se persiguen ahora con 15 mil personas afiliadas por empresas fantasmas.
En la conversación con este diario el funcionario prefirió usar el cubrebocas, pues aunque ya tuvo Covid-19 y anticuerpos para donar plasma convaleciente, seis meses después intentó volver a donar, pero el nivel de anticuerpos había bajado. “Esto quiere decir que me puedo contagiar de nuevo y transmitir el virus a otras personas”.
–¿Qué ha sido lo más difícil durante la pandemia?
–Fueron dos retos: estábamos y seguimos en un proceso de transformación, con un nuevo modelo de compras consolidadas de medicamentos, la integración del sector y otras acciones, cuando llega la pandemia. Vimos que se había perdido destreza y experiencia en la atención de enfermedades contagiosas. El IMSS es extraordinario en la atención de partos complicados y enfermedades complejas, pero no para prevenir contagios. El uso de equipos de protección personal era inexistente, salvo en los quirófanos.
La capacitación, esencial
“Tuvimos que aprender muy rápido. De eso dependía la calidad de la atención. Fue difícil conseguirlos y darnos cuenta que la capacitación debía ser presencial para responder dudas en un momento de miedo e incertidumbre. Fue uno de los errores que lamento más. Se pensó que podía darse a distancia”.
–¿Cómo se dieron cuenta de eso?
–Cuando los trabajadores pensaron que todos requerían los mismos niveles de protección. Ya estaban los equipos en los hospitales y se había capacitado a distancia a más de 60 mil trabajadores, pero había protestas. Eran por falta de información. Cambiamos y se creó la figura del monitor, un trabajador que vigila a sus compañeros en la colocación y el retiro de manera correcta de esos insumos.
–¿Ha faltado personal médico?
–En el IMSS somos 450 mil trabajadores, de los cuales 320 mil están en salud y de éstos, 27 mil 60 de todas las categorías están en resguardo domiciliario desde marzo pasado. Además, había un déficit histórico de plazas. En la pandemia contratamos 40 mil 797 personas, de las cuales 5 mil 963 son médicos, 16 mil 707 personal de enfermería y el resto de otras categorías indispensables para que un hospital funcione.
–¿Cuántas personas han sido atendidas en el IMSS?
–Un millón 800 mil con sospecha de tener coronavirus. Se confirmaron 594 mil con Covid-19. De éstas, 179 mil han sido hospitalizadas en el instituto. Representan 51 por ciento del total en el país, además de que 47 mil son no derechohabientes. En algunos estados, la participación de los hospitales del Seguro Social es de 60 a 70 por ciento y en otros lugares, como en Monclova, Coahuila, el IMSS recibe a todos los enfermos de Covid y la Secretaría de Salud ha visto el resto de enfermedades.
–¿Siente que el gobierno ha sido incomprendido por el manejo de la pandemia o ha habido errores que han generado las críticas?
–Es una combinación de ambos. Se hizo un esfuerzo muy grande para reconvertir hospitales, incluso de traumatología. Sin embargo, en el Seguro Social la infraestructura es antigua y anteriormente tuvo poca inversión. Por ejemplo, están los edificios y hay pisos llenos de camas, equipos y personal, pero si falla el aire acondicionado o las calderas –son casos reales–, nos tenemos que detener. Eso tiene impacto en la calidad de la atención. Otro problema estructural que nos complicó mucho fue la demora en confirmar las pruebas. Lo resolvimos, pero quizá lo debimos atender con mayor intensidad desde el principio.
–¿Todavía hay espacio y necesidad de más camas?
–Sí, en algunos estados, como Nuevo León, Jalisco y Morelos. Por el crecimiento de casos, en la Ciudad de México crecimos con 700 camas sólo en enero. Además de los hospitales de Traumatología, incluimos al Hospital de Ginecología número 7 con 70 camas. Al inicio de la emergencia teníamos 463 camas para Covid. Subimos a 16 mil y ahora, por el repunte de casos, llegamos a 18 mil 890. Representan 51 por ciento del total en el Seguro Social.
–¿El reto que sigue es la rehabilitación de enfermos?
–Sí. Es algo limitado en el IMSS. Tenemos que empezar a buscar, pero el reto principal es darle un vuelco real a la forma de atender. Otra pandemia no nos puede volver a sorprender. Además de tener más especialistas y camas, es importante que la población no esté tan enferma. Hay que fomentar la consulta del paciente sano. Que el IMSS sea el vehículo para preservar la salud y no donde sólo se busca curar.
Reasignación presupuestal
–¿Cómo están las finanzas del Seguro Social?
–El Covid-19 le ha costado al IMSS, entre contrataciones, bonos, la creación de infraestructura, el material, los equipos de protección personal, incapacidades médicas, entre otros, 28 mil millones de pesos, y no hemos usado las reservas financieras. La pandemia ha sido tan larga que muchos proyectos de infraestructura y otros se pospusieron, por lo cual hubo reasignaciones presupuestales, de las que todavía quedan 3 mil 500 millones de pesos por si tenemos que comprar vacunas. Por mandato del Consejo Técnico, vamos a diseñar un plan financiero para este fin.
–¿En 2020 ya no hubo superávit financiero?
–Además de la presión del gasto, disminuyeron los ingresos por las cuotas obrero-patronales, pero esto no compromete las finanzas del instituto, porque entre 2019 y 2020 inició el aumento de los ingresos propios por el incremento al salario mínimo que se refleja en la percepción base de cotización. Esto no compensa toda la presión del gasto para atender la emergencia sanitaria. Por eso tenemos que ir con mucho cuidado.
–¿La corrupción?
–Es uno de los temas fundamentales que debemos terminar. Lo primero es tomarlo en serio. La Unidad de Transparencia sólo servía para responder las solicitudes de información, cuando tiene que ser proactiva y realmente prevenir la corrupción. Ya van seis licitaciones que se transmiten en tiempo real, y otros procesos que involucran la interrelación entre personas se van a tecnificar para disminuir el riesgo. También está la subcontratación, con la simulación de relaciones laborales. Estamos investigando 15 mil casos de trabajadores afiliados por empresas que no existen. Buscamos si hay personal del instituto involucrado y así en todas las áreas.
“Hemos encontrado gente ajena al IMSS que tenía las contraseñas del sistema informático desde hace 15 años. Se metían y hacían cambios en los registros. Los hemos dado de baja y ha habido amenazas de muerte, porque no es un juego. Los intereses que se tocan no son fáciles”.