Ciudad de México. En tiempos de crisis diversos abordajes teóricos dan cuenta de lo que sucede en esa circunstancia. ¿Tiene algo qué decir el psicoanálisis al respecto? Heli Morales, psicoanalista mexicano ganador del premio internacional Mary Sigourney 2020, estímulo para incentivar las innovaciones y difusión de este saber a escala mundial, asegura que sí.
Desde el pensamiento de Freud sobre la dimensión de destrucción del sujeto contra sí mismo y contra el otro, en 1920, hasta las teorías del discurso de Jacques Lacan, a finales de los años 60, hay toda una explicación sobre la violencia entre los seres humanos, explica. “Freud, por ejemplo, escribió un texto que hoy es un clásico, El malestar en la cultura, en el que plantea por qué nunca ha dejado de haber guerras, siempre ha habido violencia y la destrucción del otro ha atravesado toda historia. En tanto, en el análisis que Lacan hace sobre el discurso del amo propone que, aunque éste aparece en distintas épocas de la historia, tiene una singularidad en el capitalismo porque niega la importancia del amor.
“Después, con la aparición de las sociedades neoliberales, hay distintas apuestas de autores influidos por el psicoanálisis que abordan la pulsión de muerte en ese contexto, como Alain Badiou o Slavoj Zizek. Antes, Herbert Marcuse, con su famoso libro sobre Eros y civilización, aparecido en 1955, dice que el capitalismo hace más fuerte la dimensión de la pulsión de muerte”.
El premio Sigourney, instituido en 1988 por la filántropa, terapeuta, editora y activista estadunidense Mary Sigourney, tiene el objetivo de recompensar los esfuerzos clínicos o académicos del psicoanálisis, comprender los temas humanos y fomentar nuevas contribuciones al pensamiento psicoanalítico, describe el sitio web de este reconocimiento y agrega que en la reciente edición recibió un número sin precedente de postulaciones de todo el mundo.
El doctor Heli Morales, autor de varios libros, “fue distinguido por abordar la falta de trabajo psicoanalítico institucional dirigido a personas de bajos ingresos en México e ilustra cómo la intersección de la psicoterapia y el activismo puede ayudar a los sobrevivientes de la violencia y sus familias. Fundador de la Fundación Social del Psicoanálisis en la Ciudad de México, México, el doctor Morales es también iniciador de otros dos movimientos de psicoanálisis que incluyen La Red Analítica Lacaniana y la Escuela de la Letra Psicoanalítica”.
–¿Cómo nació la Fundación Social del Psicoanálisis y cómo trabaja?
–Nació hace cinco años, pero por una serie de cambios jurídicos se tuvo que volver a establecer. La constituimos un grupo de colegas sicoanalistas: Marcela Martinelli, Asbel Hernández y yo en la Ciudad de México; Antonio Bello en Puebla; Victoria Leal en Morelia; Andrés Manuel Jiménez en Oaxaca, y yo, que también estoy en Cuernavaca. Pero no sólo hay sicoanalistas, también hay un abogado, Ismael Villar y contamos con un colega siquiatra, Rodrigo Garnica. Nos reunimos para proponer que el sicoanálisis no se vinculara nada más con el campo, digamos, de una cierta clase social que pudiera acceder a esta práctica, sino que hubiera otros espacios donde incidiera. En un contexto en el que el estudio de las teorías y las clínicas sicoanalíticas encuentran cada vez más lugar entre sectores sociales medios y altos, la apuesta de Fundación Social del Psicoanálisis en la Ciudad de México es llegar a los sectores excluidos. Se trata de abrir un nuevo tiempo del psicoanálisis.
Aunque estamos constituidos como fundación en la Ciudad de México, dentro de nuestros estatutos tenemos varias posibilidades: generar seminarios, publicaciones y tener incidencia en otras ciudades de la República.
Nuestra gran propuesta es hacer clínicas de escucha psicoanalítica. Por ahora tenemos dos, una en Oaxaca y otra en Cuernavaca. Y estamos vinculados directamente con la escuela psicoanalítica, es decir, contar con la Fundación Social de Psicoanálisis permite jurídicamente a los estudiantes de los programas para devenir psicoanalistas con una figura jurídica de posibilidad de intervención clínica.
La importancia del premio
–¿Cómo ha sido hasta ahora el trabajo de la fundación?
–No es fácil que la gente acuda a la fundación. Hemos hecho varios intentos con organizaciones, grupos, ONG, sobre todo en Morelos y de Oaxaca, pero hay mucha desconfianza, y se entiende, para que la gente acuda a las clínicas de escucha; sin embargo, hasta antes de la pandemia hubo padres que llevaron a sus niños a las clínicas. Con la pandemia se frenó todo, pero por eso este premio es importante para nosotros, porque nos visibiliza.
–¿Cómo trabajan las clínicas de escucha?
–Hemos hecho convenios con algunas instancias gubernamentales, aunque no siempre han fructificado. Las clínicas se abren a la comunidad, por ejemplo, en la ciudad de Oaxaca se hizo una presentación. Se habló con los medios y los colegas, se hizo una presentación en el barrio donde se ubica la clínica, que es un barrio pobre.
Se repartieron algunos folletos para que la gente la conociera. Ahí algunos psicoanalistas trabajan en escuelas, donde también se hizo difusión, y así se recibía a las personas. No se hacen entrevistas preliminares, sino que un psicoanalista recibía la demanda de escucha. Ese mismo psicoanalista llevaba a cabo el tratamiento. Después nos reuníamos una vez al mes -ahora todo se detuvo por la pandemia- y hacíamos una presentación de caso sobre cada historia y un ateneo con todos los colegas de la fundación.
Sobre la cuestión económica, a la persona se le piden de cero a 50 pesos y la fundación se encarga de que lo que recibe el psicoanalista sea mucho más que eso; sin embargo, es importante que la persona no deje de tener un tratamiento analítico. Con la cantidad que puede pagar se hace un pequeño fondo para asuntos de la clínica. Es importante decir que todos los psicoanalistas tienen asignado un supervisor personal, aparte del ateneo que se hace con cada historia.
–¿Cómo ha sido la respuesta de la población?
–Lamentablemente, no hemos tenido mucha aún; sin embargo, estamos muy contentos de que los efectos del tratamiento han sido importantes. Por ejemplo, en Oaxaca había un niño que iba a la escuela y no hablaba, sólo hacía ruidos. En su comunidad lo llamaban “el loco” en zapoteco. Una de las psicoanalistas es maestra de esa escuela y fue con la madre del niño para decirle que había un espacio donde se podía atender a su hijo, y eso se hizo; creo que pagaba 20 pesos por sesión. Ya lo habían sacado de la escuela, pero ya habla mucho más y el mote de “niño loco” desapareció de su comunidad. Eso nos permitió ser conocidos ahí, y esto nos interesa muchísimo.
–¿Qué planes tienen a futuro con el premio?
–La Fundación cuenta también con el apoyo y la participación de la Escuela de la Letra Psicoanalítica. En ésta, aparte de muchas actividades, como la elaboración de carteles en sentido lacaniano, es decir, grupos de trabajo sobre textos que tienen una estructura matemática; jornadas de presentación de textos; difusión del sicoanálisis; publicaciones de libros o revistas electrónicas –que buscamos sean innovadoras–, y congresos, también hemos constituido un programa para devenir psicoanalista, es decir, un plan de estudios en el que la llamada formación es muy rigurosa, cuya propuesta está pensada desde una estructura topológica que enlaza la dimensión de estudio de textos, de supervisión de casos, ateneos, historias clínicas y el análisis personal, trabajando ejes como el seminario de Lacan, la doctrina de Freud, posiciones subjetivas, en fin, todo lo que implica la posibilidad de devenir psicoanalista.
La propuesta es que tal vez podamos pensar un poco ambiciosamente en una nueva modalidad de que los psicoanalistas que se vinculen también con la ciudad, con el mundo, con el campo de lo social, pues, con mucho respeto para mis colegas que tienen prácticas privadas -yo también tengo una- la idea es que, sin negarla, tengan también una incidencia en el campo de lo social, que haya jóvenes estudiantes que piensen que el sicoanálisis puede tener una nueva era si nos planteamos de manera diferente la incidencia del sufrimiento humano.
El premio nos permite que se nos visibilice a nivel de proyecto social clínico para poder apoyar a las clínicas, pero más allá de la cuestión económica, nos interesa mucho poder abrir un nuevo tiempo, tal vez un nuevo tiempo del psicoanálisis. Da la impresión de que los tiempos heroicos del sicoanálisis, cuando los inventó Freud, tomaron otros caminos y yo creo que muchos sicoanalistas han estado vinculados a lo social, al campo de la incidencia en las ciudades. Esto no es nuevo, la historia de los posfreudianos, como Abraham, Klein o en Francia… pero en México no había esta apuesta.
También implica la posibilidad de publicar, abrir revistas, otras clínicas porque no sólo trabajamos con mujeres violentadas, familiares de desaparecidos y con personas que no tengan recursos; tenemos otros campos de investigación, como intervención con personas que tienen VIH y personas trans.
La página de la Fundación Social del Psicoanálisis en la Ciudad de México, en construcción, es http://fundacionsocialpsicoanalisis.com/